domingo, 31 de octubre de 2021

Especial mucho miedo: Los Beane

 


Enfoquen la linterna para que les ilumina la cara desde abajo y arremolínense en torno a la hoguera, porque hoy es la Noche de las Ánimas, y hay que dar miedo. Aléjense de la oscuridad, por lo que pudiera pasar, y no hagan caso a los gritos que se oyen de vez en cuando.

Tened cuidado y esconded a los niños, porque esta semana vamos a hablar de uno de los personajes más… bueno, repulsivos, de los que tengo constancia. Toca hablar de Alexander Beane y familia.

Alexander Beane nace en la Escocia del siglo XVI, y pronto descubre que no va a seguir la estela familiar de dedicarse a ganarse la vida honradamente. Se empareja con una pieza de cuidado, Agnes Douglas, que también era canela en rama. Ninguno de los dos estaba muy bien de la cabeza, pero decidieron que la vida urbana no era para ellos, que mejor el campo.

La campiña inglesa, donde el inglés medio puede estar alejado de sus mayores enemigos: otros ingleses.

Y no había nada mejor que dijera “vida rural” que vivir en una cueva en la Escocia profunda. Si Escocia ya era un poco como Las Hurdes de las Islas Británicas, la cueva que eligieron los Beane era “Top Quality Hurdes Material”. No hay metáfora aquí, era una cueva, literalmente, de 180 metros de profundidad y que cuya entrada quedaba tapada cuando la marea subía.

El caso es que Señor y Señora Beane desistieron de llevar una vida civilizada en el momento en el que entraron en la cueva. Y su modo de vida era básicamente esperar en el camino a que vinieran viajeros solitarios, matarlos y llevar los cadáveres a la cueva. “Claro, para saquearlos y luego vender las cosas robadas” estarás diciendo para ti mismo. Ya me gustaría que fuera así, pero en realidad era para comérselos. Te saltabas toda esa parte de conseguir alimentos mediante el trueque.

Además, Señor y Señora Beane tenían la manía de hacer el dulce, dulce, amor. En los 25 años que estuvieron viviendo en la maldita cueva, tuvieron ocho hijos, seis hijas, dieciocho nietos y catorce nietas, todos fruto del incesto de todos con todos, en una especie de comuna hippie mal. Con todas las ventajas genéticas que conlleva la consanguineidad.

Los Beane eran algo así, solo que con más desmembramiento, más canibalismo y más follar entre hermanos.

“Un momento ¿se pegaron 25 años comiendo gente en una cueva?” puedes pensar. Y es que los Beane no eran tontos, y se preocupaban en no dejar testigos con vida que pudieran dar la voz de alarma. Los viajeros, simplemente, desparecían en mitad del camino. Al principio se pensaba que lobos y animales salvajes se zampaban a los viajeros, pero luego las culpas se las empezaron a llevar los dueños de las posadas, que eran las últimas personas que veían con vida a los viajeros.

El caso es que detenían y torturaban a los posaderos, que reconocían los crímenes y eran ajusticiados, pero las desapariciones no paraban. Empezó a correr el rumor más lógico: que la zona estaba encantada y que los hombres lobo se merendaban a la gente. Y habría seguido siendo así si los Beane no hubieran cometido un pequeño error: un día atacaron a una pareja que volvía de una feria, matando a la mujer pero no al marido, que tenía experiencia en eso del combate y sobrevivió lo suficiente como para que otro grupo que venía de la misma feria le ayudara.

Reconstrucción del comedor de los Beane.

El caso es que el asunto termina llegando a los oídos del rey Jacobo IV de Escocia, quien se siente maravillado y decide premiar a los Beane con la muerte. Para ello envía a cuatrocientos hombres con perros de caza, que localizan la cueva y se adentran en ella a la luz de las antorchas. Y lo que vieron, era una película gore de zombies: trozos de persona a medio comer, trozos de persona colgando del techo y trozos de persona en salazón porque los Beane podían ser una pandilla de caníbales endogámicos, pero eran una pandilla de caníbales endogámicos previsores.

Y eso hizo cambiar de opinión al rey Jacobo, quien pasó de querer ajusticiarlos por matar personas a querer matarlos dolorosamente porque, oye, mira, se comportan como putos animales.

A los hombres les cortaron lo que viene a ser la picha y los huevos (para posteriormente quemarlos), las manos y los pies y se les dejó desangrarse lentamente. A las mujeres se les churruscó en la hoguera. Hasta su ejecución, se calcula que los Beane se habían comido a unas mil personas.

Rico, rico. Y con fundamento.

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