Y comienza la tercera semana de confinamiento sin
final aparente a la vista. Recomiendo encarecidamente leer la actualización de
esta semana escuchando la Danse Macabre de Camille Saint-Saëns. Si
prefieres algo más moderno también tienes It's
the end of the World as we know it, de REM. Sin razón especial, simplemente
porque le pega a estos tiempos que estamos viviendo. Si estás leyendo esto para
desconectar del coronavirus, malas noticias para ti.
En realidad espero que todos los que estén leyendo
esto tengan papel higiénico y salud en grandes cantidades, que parece que es lo
más importante en estos tiempos. Eso y tener perro, que tener perro es como
poseer un salvoconducto que te hace invisible a la visión por movimiento que
tiene la policía.
De hecho, se está creando una brecha irresoluble entre
la gente que tiene perro y la gente que carece de perro. Antes de la pandemia
veía a esos pobres desgraciados paseando a los animalillos al punto de la
mañana, un día de enero con escarcha aun en la calle, y pensaba “cómo me alegro
de tener gato”. Hoy aparto un poco la cortina y, con los ojos entrecerrados,
apuñalo con envidia a todos los paseantes que veo en la calle*.