domingo, 15 de marzo de 2020

Ay, que ilusión, es mi primera cuarentena



La semana pasada, cuando estaba escribiendo la entrada para este magnífico blog que leen cuatro gatos,  hice varios chistes sobre el coronavirus. Mucho jiji-jaja pero ninguno pensábamos que, una semana después, íbamos a estar confinados 15 días en nuestras casas.

Que por mí no hay problema, ojo. Tengo toneladas de miniaturas sin pintar, y mientras no falle la conexión a internet, todo irá bien. Este tiempo que nos ha tocado vivir es grandioso, tiene todo lo malo que las epidemias del pasado, pero por lo menos tenemos WIFI. Personalmente me he preparado bien: tengo libros, tengo mil cosas que hacer (y que no haré con la excusa de que el mundo se acaba y todo eso) y en el peor de los casos, tengo una caja de bolis bic en algún punto de la casa y papel suficiente como para escribir la gran novela española que rivalice con el Quijote. Sólo necesitaré otra pandemia para pasarla a máquina sin que me dé pereza.

¡Señores! ¿Qué hacen ahí? ¿Quieren morir O QUÉ?

Pero si todo se va a la mierda y perecemos, quiero que nos quedemos con lo bonito de esta crisis. Dejad a los italianos haciendo cosas en los balcones, yo me estoy refiriendo a la gente comprando compulsivamente en el Mercadona, sin pensar que el día de mañana la civilización colapsará y podrán coger lo que quieran si pagar un euro. Que por cierto, ahora que hablo de balcones, los ingleses ni cuarentena ni nada. Sospecho que porque no se puede mantener a un inglés encerrado con un balcón accesible sin que haga inglesadas.

Yo no sé cómo será la sociedad post-coronavirus, pero la sociedad pre-coronavirus tiene una obsesión por mantener sus culos limpios. Yo, como buen gamer, creía que el dinero que se usaría tras el colapso de la humanidad sería la chapa, pero por lo visto va cobrando fuerza el rollo de papel higiénico. Rollos de papel higiénico, el bitcoin de 2020. Como si la gente desconociera que el revistero de loza que tienen al lado del váter sirve para limpiarse uno con agua, bidés, sois los grandes desconocidos.

Hacer esta misma foto con rollos de papel de váter en vez de chapas no sería ni la mitad de elegante, sobre todo si el papel de váter ya está usado.

La situación es grave. Cuando se cancelaron las Fallas ya deberíamos haber sospechado que esto era grave. En mi propia casa estamos oscilando entre alarmar a mi abuela de 89 años para que no salga de casa o quitarle hierro al asunto para que no le dé el miedo y acabe comprando comida como si fuera a venir una guerra. La familia está haciendo de poli bueno-poli malo continuamente.

Por lo menos, si estás leyendo esto, eres una de esas personas que se han quedado en casa y buscan entretenimiento a toda costa. Puede que te aburras, puede que lo que he escrito justo esta semana no sea excepcionalmente divertido. Pero oye, por lo menos no eres uno de esos gilipollas que se creen que están de vacaciones y se van a tomar unas cañas al bar de la esquina entre tos y tos. Madrid, no quiero mirar a nadie.



También os digo que estoy escribiendo esto en el segundo día de cuarentena decretada (domingo 15 de marzo de 2020) y por twitter ya me he visto obligado a verme (y comentar) la película Los Japón. Así que la locura está llamando a mi puerta, no sé cómo estará la situación en la segunda semana de reclusión doméstica.

Me gustaría pensar que yo voy a estar ahí liderando una banda de saqueadores cuando la civilización colapse, y que haré de los alrededores de mi casa mi feudo. Como recreador y acaparador de basura histórica, tengo cascos y máscaras antigás como para armar mi propia milicia. Pero soy sector de riesgo, así que siendo realistas es bastante más probable que la diñe.

Os daría un abrazo, pero no está el horno para bollos. Quedaos en casa, lavad frecuentemente esas manos y cuidaos mucho.

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