Mientras me tomo el té de rigor (verde con vainilla) y me
justifico por no subir nada la semana pasada (la universidad es la universidad)
me comenta el apuntador que podría hablar de la Revolución Francesa. Ese suceso
que cambiará la historia de Occidente, ya sabéis, marcando el inicio de la Edad
Contemporánea al sentar las bases de la democracia moderna y todo eso.
Partimos de un régimen político demasiado rígido y nada
partidario de aceptar las reformas que pedía la creciente burguesía. Le sumamos
una aristocracia aferrada a sus privilegios feudales y una posición política en
decadencia frente a las nuevas ideas de la Ilustración. Todo ello aderezado con
una crisis económica y agrícola que subió los precios de los alimentos básicos
mientras la desigual carga fiscal empobrecía a los estratos más bajos.
Por ello es normal que estallaran “jacqueries” en el medio
rural mientras en las ciudades se caldeaban los ánimos de la burguesía, que veía
como sus peticiones servían para limpiar el ojete de la aristocracia del lugar.
El apoyo francés a la Guerra de Independencia estadounidense hizo que, a pesar
de triunfar frente a Inglaterra, Francia cayera en bancarrota. Y los que debían
sacarla eran aquellosque ya pagaban impuestos.
Luis XVI (se pronuncia ecsbí) tocado con el Poncho Real de Aspecto Caro™