Con el armisticio firmado el 22 de junio de 1940, Francia y
el III Reich cesaban oficialmente sus hostilidades. También dividía el país
galo en dos regímenes diferentes: al norte, la zona ocupada directamente por
los nazis, y al sur la zona gobernada por Petain bajo supervisión alemana.
Incluso había una tercera zona ocupada por italianos, pero para lo relevantes
que fueron, sobra incluso mencionarlos. Los italianos, bueno, un trozo de
tierra ya les valió como premio por su participación.
La creación de la Francia de Vichy no fue un acto de
caballerosidad de los alemanes, fue simplemente “ser práctico”. El Reich no
tenía ni los recursos ni el tiempo para ocupar y pacificar toda Francia, así
que era mejor poner un títere francés que legitimara un gobierno de
colaboración. El armisticio, por ejemplo, recogía que Alemania no tenía que
devolver ningún prisionero de guerra francés, tomándolos como rehenes pero con diplomacia,
como diciendo “no te importará que me los quede yo ¿no? Total, ahora el
ejército alemán es el que te protege”.
Una de las primeras medidas que se tomó fue la de adoptar el
huso horario de Berlín, algo que España aceptaría de buen grado de manera
voluntaria. Podría decirse que mientras a los franceses hubo que obligarlos,
Franco estaba tremendamente contento de parecerse a los alemanes por vete tú a
saber qué razón. Otra medidas igual de bonitas incluían la requisa de todas las
armas de fuego (incluidas las de caza) o prohibición de oír radios extranjeras.