domingo, 21 de octubre de 2018

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Lo he dicho muchas veces ya, pero lo vuelvo a repetir por si acaso: La Edad Media es maravillosa. Si no me hubiera decantado por hacer Historia Contemporánea, me habría ido por medieval sin dudarlo. Pero aparecieron los años 20 en mi vida y la Historia Medieval se perdió a un medievalista un tanto extravagante.

Os voy a hablar de la coreomanía, “baile de San Juan” o “baile de San Vito”, un fenómeno que se produce en Centroeuropa a finales de la Edad Media y se prolonga hasta principios de la Edad Moderna. (durante los siglos XIV y XVII, para que nos entendamos cronológicamente) y que me fascina muchísimo porque tengo la misma habilidad bailando que una estatua.

Pero dejemos de hablar de mis dotes como bailarín, porque la Historia no se hace en una discoteca. Creo. Tampoco lo he intentado, tengo que admitirlo, aunque estoy seguro que sería una experiencia tremendamente enriquecedora.

La primera epidemia de coreomanía está datada en la ciudad imperial de Aquisgrán en 1374. Había habido brotes anteriores, pero habían sido casi siempre breves en el tiempo y pequeños en escala. Uno de los hechos más reseñable había sido un grupo de niños que, en 1237, fue bailando desde Erfurt a Arnstadt (un trayecto de unos 20km) y que inspiró la leyenda del flautista de Hamelin. O la vez que en 1278 un par de cientos de personas se pusieron a bailar encima de un puente sobre el río Mosa hasta que lo derrumbaron.

Van Damme aquejado de un brote repentino (y sexy) de Coreomanía.

domingo, 14 de octubre de 2018

Breve historia de Polonia




Polonia, como el país que conocemos, surge en la Primera Guerra Mundial con la finalidad de incordiar. Esto es así, pero la Sociedad de Naciones no quiere que lo sepas.

Pero en la zona en la que está hoy ese país, hubo otras naciones históricas importantes.
Al contrario que toda la zona del Mediterráneo, que fue exhaustivamente cartografiada por griegos y romanos, del Báltico se tiene mucha menos información. Y casi siempre es de la mano de la arqueología porque testimonio escrito tenemos poco hasta que no aparece el cristianismo por allí arriba en torno al año 1000.

Si hacemos caso a los arqueólogos, desde la caída del Imperio Romano hasta el comienzo de la Edad Media, hubo pocos asentamientos en la zona. Hay que tener en cuenta que esto es muchos siglos antes a 1939, época en la que Polonia es deseada por casi todo país relevante para la Segunda Guerra Mundial.

El caso es que podríamos considerar ciudades-estado a esos primeros proto-polacos, de una forma similar a lo que había en Grecia, solo que mucho más aburrido. Alrededor del año 1000 Polonia empieza a ser católica y empieza a haber más información, y por ello conocemos los tejemanejes de los primeros gobernadores del Ducado de Polonia.

El primer emblema de Polonia se supone que es un águila blanca, pero yo ahí veo un primer esbozo del logo comercial de Gallina Blanca.

domingo, 7 de octubre de 2018

El nazismo es chachi





Ya lo dije cuando hablaba de lo buena que era la serie “El Ministerio del tiempo”: los nazis venden.
En nazismo tiene un nosequé que lo hace atractivo, pese a significar lo que signifique en cuanto a pensamiento político. No me refiero a que hay que correr a hacerse militante en la oficina de la NSDAP más cercana, sino que cualquier cosa a la que le pongas nazis, gana enteros. Ahí tienes las tropecientas películas, libros y videojuegos que se han hecho mezclando nazis con las cosas más peregrinas.

Quizá sean los trajes de Hugo Boss o quizá sea que la cultura occidental ha tenido en el nazismo un recurso seguro. ¿Qué el némesis no era lo suficientemente malo? Hagámoslo nazi ¿Qué había que dar un pasado oscuro a alguna organización? Era una organización nazi ¿Cómo justificamos tal o cual cosa? Nazismo, por supuesto.  Pero ¿Cómo hemos llegado a esto?

En la década de los años 20 y, en menor medida, en los 30, el fascismo era el sistema político más popular en Europa. Mussolini era visto como un modernizador y un personaje carismático en el que muchos querían reflejarse. Pero a mediados de los años 30 Hitler volvió oscuro ese magnetismo que había tenido el fascismo.

En los años 40 Mussolini se dedicó a abofetear niños, y eso le hizo bajar en popularidad.