Esta semana la he empleado en dar algo altruistamente a la
sociedad. Como no soy un millonario excéntrico poseedor de una sociedad
filantrópica, he tenido que hacerlo a pequeña escala. Cuando me ofrecieron la
semana pasada el poder ir a excavar al
humilde yacimiento de Labitolosa (y después de estar todo el verano en
dique seco arqueológico) no me lo pensé más de 10 segundos.
El yacimiento en cuestión es un pequeño espacio en el que se
superponen estructuras romanas y medievales. Pese a su poca grandiosidad es un
yacimiento peculiar por la disposición de su curia y el sistema de distribución
del aire de las termas.
La suite del arqueólogo, repleta de comodidades faif estars
Sin embargo, desde hace unos años hasta ahora, se ha ido
dejando de lado la excavación de la parte romana para centrarse en la cima del cerro.
En la cima están los restos de Castro Muñones (en árabe Qars Muns) y suponen el
punto de máxima expansión del dominio árabe en Europa hasta ahora. Pero su historia
la dejaremos para otra entrada del blog y nos centraremos en la campaña de
excavación del verano de 2013.