domingo, 14 de junio de 2020

El torillo a lo largo de la Historia



La entrada anterior no estuvo ni veinticuatro horas hasta que me llegó un comentario bastante airado acusándome de no tener ni puta idea, que mejor hablara de toros. Esos aires de superioridad y ese gusto por faltar me chocaron muchísimo, más cuando Anónimo había comentado ya varias veces con mensajes muy positivos.

Pero, querido Anónimo, ya comentabas en los inicios del blog, y debo corresponder a esa lealtad. Hablemos de toros.

[Se pone una bata blanca] La vaca, en el caso de la hembra, o toro, en el caso del macho (Bos primigenius taurus), [comienza su conferencia ante una aula magna repleta] es un mamífero artiodáctilo de la familia de los bóvidos [pasa a la siguiente diapositiva]. El nombre científico es el que se le asignó al animal vacunonota doméstico europeo y norasiático, un conjunto de bóvidos domésticos descendientes de la subespecie de uro salvaje euroasiático conocida como Bos primigenius primigenius [se gira para anotar algo en una pizarra llena de fórmulas matemáticas] mientras que se denomina Bos primigenius indicus a los cebúes y otras razas bovinas domésticas provenientes del mismo tronco, y descendientes de la subespecie de uro salvaje del Sudeste Asiático, denominado Bos primigenius namadicus [mira por un microscopio y seguidamente asiente con solemnidad]. Se trata de un mamífero rumiante grande y de cuerpo robusto, con unos 120-150 cm de altura y 600-800 kg de peso medio [recibe el premio Nobel de Torología].

Hace miles de años que se pintó este toro, y aun así tiene mejor técnica que cualquiera que pueda dibujar yo.

El género bovino empieza su andanza paralela al ser humano en el Paleolítico. Todos conocemos las representaciones de bisontes y uros en pinturas rupestres como la de Lascaux o Altamira. Que vale que Lascaux puede que no te suene, pero si eres español (el 90% de mi público ve “A todo gas”) tiene delito que no conozcas Altamira.

Después, en el Neolítico, llega la edad de oro del torete. La domesticación de los bovinos en el Próximo Oriente abrió todo un mundo nuevo de posibilidades porque eran, básicamente, chuletones a los que podías poner a tirar de un carro. Por no hablar de obtener cuero y, en el caso de las vacas, leche. Si es que hasta su mierda podía ser usada como abono para los cultivos. Era todo rico, todo bueno.

En Çatal Höyük se hacían sus propios funkos de toro con arcilla y restos de cuernos.

Tradicionalmente el toro ha sido utilizado para las labores del campo mientras que la vaca ha sido empleada para obtener leche. Cuando la vida útil de ambos se acababa, se les daba matarile y la familia comía carne durante una temporada. Por lo menos hasta que la revolución industrial trajo las herramientas a vapor y la tracción animal dejó de tener protagonismo.

Pero, aparte de los usos obvios, existen una barbaridad de usos simbólicos del toro. No, el de ser la imagen de Españita no es uno de ellos, yo me estoy refiriendo a simbolismos más “elevados” que ser puesto en todos los souvenirs baratos y el merchandising cutre cuya máxima aspiración es la de ser vendido a guiris borrachos con el criterio estético bastante mermado.

Cualquier ambientación en una España postapocaliptica debería tener un Toro de Osborne decapitado.

Así, por ejemplo, en la mitología clásica tenemos el ejemplo de Zeus, que es una especie de Juan Carlos I que en vez de salir con casco de moto se transforma en toro blanco para seducir muchachuelas. Además, uno de los doce trabajos impuestos por a Hércules era capturar al terrible Toro de Creta, isla que ya tenía un minotauro. Que por cierto, por lo que podemos deducir de las pinturas que se han conservado, a las gentes de Creta les gustaba bastante saltar toros en una especie de encierro de verbena de pueblo.

Y si eres de los que piensan que el paganismo en el que fundamentan los pilares de Occidente no es suficiente, también tengo una dosis de cristianismo y bóvidos. El buey es el símbolo de san Lucas, uno de los cuatro autores de los Evangelios del Nuevo Testamento, el mismo animal que aparece en las representaciones del Portal de Belén, calentando al Niño Jesús con su aliento. Que es Belén, pero sigue siendo un 24 de diciembre y hace fresco en todas partes.

Si el comentario anónimo quería que hablara de “los toros”, tengo malas noticias. Las corridas de toros comienzan a celebrarse en la Península Ibérica alrededor del siglo XII. Y, desde luego, aún faltaban muchos siglos para que los bóvidos tuvieran el momento cumbre de la cultura española: protagonizar “La Vaquilla”, de Berlanga.

5 comentarios:

  1. Ha sido muy interesante tu explicación sobre la cantidad de personajes históricos furros que ha habido. Sigue así.
    Perdona si fui un poco borde la semana pasada, a veces creo que soy un poco bipolar jeje

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    1. ¿Los pueblos paleoliticos? Furries
      ¿Las civilizaciones del Próximo Oriente Antiguo? Furries
      ¿La Grecia Clásica? Furries
      ¿El paleocristianismo? Oh, no quieras que empiece a hablar del paleocristianismo...

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  2. Espera, ¿me estás diciendo que conoces la procedencia de los que comentamos anónimamente? ¿Son las cookies que nos regalas una trampa? *se pone el gorrito de papel de plata*
    PD: llámame millenial o reaccionario, me da igual, pero está muy feo que no haya ninguna mención a Grand Prix

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    1. A ver, que no cunda el pánico. Todos los anónimos somos la misma persona. O lo que es lo mismo, Anónimo solo soy yo. ¿Significa esto que me estoy contestando a mí mismo? Sí. Y estoy muy de acuerdo conmigo mismo con que es denunciable que no se mencione Grand Prix.

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  3. Para el bloque de hooligans del Grand Prix: No se ha mencionado porque aun no hemos entrado en el verano, y en la Constitución queda recogido que no puede hablarse del Grand Prix hasta que no comienza dicha estación. Es lo que salvaguarda al programa de ser, y cito textualmente, "refrescante".

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