Me he dado cuenta de lo poco que hablo de prehistoria en
este blog. Hablo tan poco que ni siquiera tengo etiqueta como tienen la Edad
Antigua, la Media, la Moderna o la Contemporánea. También puede ser por lo
mucho que odio la Prehistoria, como ha quedado patente en entradas como esta.
Pero voy a crear una etiqueta para utilizarla cuando me den
ganas de vestirme con pieles y golpear piedras. Así que cuando estéis leyendo
esto, ya nada importará porque habré creado la etiqueta “Prehistoria”. Así que
la información que estás leyendo ahora mismo ya está desfasada.
Lo único que puedo salvar de la Prehistoria es la
Protohistoria. Esa época en la que ya hay sociedades sedentarias y más o menos
refinadas, con los primeros aparatos estatales sustituyendo a las antiguas
formas de sociedad tribal. Esos momentos en los que ya hay indicios de
escritura pero se mantiene un espíritu esencialmente oral. Esa época de transición
entre golpear piedras en una cueva y los faraones, para que nos entendamos.
Según Google esto es Protohistoria. ¿quién soy yo para contradecir al todopoderoso Google?
Partimos de pueblo sedentarios, con sus cultivos y sus
rebaños, con sus chozas de madera y paja y todo eso. Pero claro, si los del
pueblo de al lado (y todos sabemos lo dados que son los pueblos a las
enemistades con el pueblo vecino) venían a atacarte, necesitabas defensas. No
una defensa activa en forma de soldados profesionales, sino más bien defensas
pasivas. Murallas, terraplenes, torres… esas cosas.
Lo cual nos lleva al tema de esta semana: Çatal Höyük (pronunciado
“Chatal-uyuc”). La madurez arquitectónica necesaria para crear murallas (tal y
como nosotros pensamos que es una muralla) no existía en los inicios de la
Protohistoria. Çatal Höyük era una ciudad fortificada pero no tenía ninguna
muralla.
Lo especial de Çatal Höyük es que haría las delicias de
cualquier jugador de tetris que exista. A aquellos maniáticos del orden o con algún
trastorno obsesivo-compulsivo también les encantarían el poblacho. En general,
cualquier persona cuadriculada estaría encantado. Porque el pueblo era una acumulación
de cubos. Las paredes eran a su vez elemento estructural de tu casa y la del
vecino.
Observad el refinamiento arquitectónico y la originalidad estructural.
¿Por qué levantar cuatro paredes cuando puedes levantar sólo
tres construyendo anexamente a la casa del vecino? Los habitantes de Çatal
Höyük no vivían por encima de sus posibilidades porque, literalmente, eran unos
vagos y unos ratas. Hay estudiosos que creen que era un sistema ingenioso y
simple para mantener a las alimañas y gente no deseada lejos del asentamiento.
Yo, personalmente quiero mantener mi tesis de que eran unos vagos y unos ratas.
Puede que os estéis preguntando cómo diablos se entraba a
las casas si no había calles. Muy bien, se accedían a las casas a través de
trampillas en el techo y escaleras de mano, para el horror de cualquier
arquitecto que me esté leyendo. La vida comunitaria se hacía en los tejados de Çatal
Höyük. ¿Y las ventanas? Las ventanas están sobrevaloradas porque la luz natural
es para los pobres que no pueden pagar luz artificial.
El uso del poblado era esencialmente residencial (más que
nada porque no se han podido encontrar indicios irrefutables de espacios
comunales), lo cual quiere decir que era una bonita urbanización defensiva, alrededor
de 5700 a.C., en la que pasar el verano en Anatolia. Además parece que eran
gentes piadosas, pues se han encontrado altares e instrumental ceremonial en un
montón de esas casas (además de enterrar a sus muertos dentro de las casas). Sus
elementos religiosos preferidos eran las representaciones de cráneos de toro y
figuras femeninas antropomórficas.
Si alguna vez vais a Çatal Höyük, consultad este mapa para saber donde queda el hotel. De nada.
Los espacios habitables se mantenían encalados y pulcramente
blancos. Ya que entraba poca luz, que por lo menos fuera luminoso. Dentro de la
casa había espacio para bancos/lechos para dormir, hogar para el fuego e, incluso,
pinturas decorativas (ahí, como los ricachones). A juzgar por la poca porquería
que han encontrado los arqueólogos, eran personas limpias. Las mejores casas tenían
habitaciones auxiliares que se usaban como almacenes y despensas.
“Si tan impresionante era, ¿por qué estaba en ruinas?”
puedes preguntarte. No se han encontrado niveles de lucha ni cuerpos calcinados,
pero un gran fuego destruyó gran parte del asentamiento, que posteriormente se
abandonó.
Parece ser que eso de que las casas no tuvieran separación
no era la medida anti-incendios más efectiva.
Desconocia por completo este asentamiento. Y su historia. Gracias por compartirlo.
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