domingo, 25 de junio de 2017

Urbanismo cutre. Hoy: Çatal Höyük



Me he dado cuenta de lo poco que hablo de prehistoria en este blog. Hablo tan poco que ni siquiera tengo etiqueta como tienen la Edad Antigua, la Media, la Moderna o la Contemporánea. También puede ser por lo mucho que odio la Prehistoria, como ha quedado patente en entradas como esta.

Pero voy a crear una etiqueta para utilizarla cuando me den ganas de vestirme con pieles y golpear piedras. Así que cuando estéis leyendo esto, ya nada importará porque habré creado la etiqueta “Prehistoria”. Así que la información que estás leyendo ahora mismo ya está desfasada.

Lo único que puedo salvar de la Prehistoria es la Protohistoria. Esa época en la que ya hay sociedades sedentarias y más o menos refinadas, con los primeros aparatos estatales sustituyendo a las antiguas formas de sociedad tribal. Esos momentos en los que ya hay indicios de escritura pero se mantiene un espíritu esencialmente oral. Esa época de transición entre golpear piedras en una cueva y los faraones, para que nos entendamos.

Según Google esto es Protohistoria. ¿quién soy yo para contradecir al todopoderoso Google?


Partimos de pueblo sedentarios, con sus cultivos y sus rebaños, con sus chozas de madera y paja y todo eso. Pero claro, si los del pueblo de al lado (y todos sabemos lo dados que son los pueblos a las enemistades con el pueblo vecino) venían a atacarte, necesitabas defensas. No una defensa activa en forma de soldados profesionales, sino más bien defensas pasivas. Murallas, terraplenes, torres… esas cosas.

Lo cual nos lleva al tema de esta semana: Çatal Höyük (pronunciado “Chatal-uyuc”). La madurez arquitectónica necesaria para crear murallas (tal y como nosotros pensamos que es una muralla) no existía en los inicios de la Protohistoria. Çatal Höyük era una ciudad fortificada pero no tenía ninguna muralla.

Lo especial de Çatal Höyük es que haría las delicias de cualquier jugador de tetris que exista. A aquellos maniáticos del orden o con algún trastorno obsesivo-compulsivo también les encantarían el poblacho. En general, cualquier persona cuadriculada estaría encantado. Porque el pueblo era una acumulación de cubos. Las paredes eran a su vez elemento estructural de tu casa y la del vecino.

Observad el refinamiento arquitectónico y la originalidad estructural.

¿Por qué levantar cuatro paredes cuando puedes levantar sólo tres construyendo anexamente a la casa del vecino? Los habitantes de Çatal Höyük no vivían por encima de sus posibilidades porque, literalmente, eran unos vagos y unos ratas. Hay estudiosos que creen que era un sistema ingenioso y simple para mantener a las alimañas y gente no deseada lejos del asentamiento. Yo, personalmente quiero mantener mi tesis de que eran unos vagos y unos ratas.

Puede que os estéis preguntando cómo diablos se entraba a las casas si no había calles. Muy bien, se accedían a las casas a través de trampillas en el techo y escaleras de mano, para el horror de cualquier arquitecto que me esté leyendo. La vida comunitaria se hacía en los tejados de Çatal Höyük. ¿Y las ventanas? Las ventanas están sobrevaloradas porque la luz natural es para los pobres que no pueden pagar luz artificial.

El uso del poblado era esencialmente residencial (más que nada porque no se han podido encontrar indicios irrefutables de espacios comunales), lo cual quiere decir que era una bonita urbanización defensiva, alrededor de 5700 a.C., en la que pasar el verano en Anatolia. Además parece que eran gentes piadosas, pues se han encontrado altares e instrumental ceremonial en un montón de esas casas (además de enterrar a sus muertos dentro de las casas). Sus elementos religiosos preferidos eran las representaciones de cráneos de toro y figuras femeninas antropomórficas.

Si alguna vez vais a Çatal Höyük, consultad este mapa para saber donde queda el hotel. De nada.

Los espacios habitables se mantenían encalados y pulcramente blancos. Ya que entraba poca luz, que por lo menos fuera luminoso. Dentro de la casa había espacio para bancos/lechos para dormir, hogar para el fuego e, incluso, pinturas decorativas (ahí, como los ricachones). A juzgar por la poca porquería que han encontrado los arqueólogos, eran personas limpias. Las mejores casas tenían habitaciones auxiliares que se usaban como almacenes y despensas.

“Si tan impresionante era, ¿por qué estaba en ruinas?” puedes preguntarte. No se han encontrado niveles de lucha ni cuerpos calcinados, pero un gran fuego destruyó gran parte del asentamiento, que posteriormente se abandonó.


Parece ser que eso de que las casas no tuvieran separación no era la medida anti-incendios más efectiva.

1 comentario:

  1. Desconocia por completo este asentamiento. Y su historia. Gracias por compartirlo.

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