domingo, 31 de mayo de 2020

El movidote del año 1000




El año mil, además de ser un año muy redondo y bonito para la gente con TOC, fue un año de efervescencia cultural y miedo a partes iguales para la gente de la Edad Media. A la gente le entró una obsesión con que iba a ser el Fin de los Tiempos, que la iban a palmar muy fuerte y que lo mejor que se podía hacer era caerle bien a Jesucristo para que te guardara huequito en la cola de entrada al Cielo.

No fue ninguna enfermedad ni una amenaza que viniera del exterior. Fue la doctrina cristiana la que empezó a predicar que con el aniversario de los mil años de la venida de Jesucristo, el combate definitivo del Bien contra el Mal y, finalmente, el Juicio Final. Esta idea se basaba en interpretaciones del libro del Apocalipsis, del que no voy a citar literalmente para no ser farragoso pero incluye conceptos como “Satanás se librará de su encarcelamiento de mil años”, “caer fuego del cielo”, “estanque de fuego y azufre” y “los muertos resucitarán para comparecer frente a Jesucristo, quien los juzgará por sus obras”.

Si algo le gusta al cristianismo es un buen apocalipsis que haga borrón y cuenta nueva. La moral cristiana está DESEANDO que Dios se dé cuenta que la Creación se ha descontrolado y haga un Alt+F4 en toda regla. Yo lo estoy deseando y parece que mi misma opinión la compartían un porrón de señores y señoras medievales.

- Lo siento, señora, no tenemos ninguna mesa libre.
- Oiga, soy Herminia Pérez, y estoy aquí en la lista.
- Cariño, por favor, no montes otro numerito y deja trabajar a San Pedro.
- ¡Voy a valorar el Cielo con una estrella en Tripadvisor!

domingo, 24 de mayo de 2020

Venga, pongamos fin a mi primera cuarentena




Esta será la última actualización que escriba sobre la pandemia. Este será el último fin de semana que leeréis sobre el confinamiento antes de volver a la nueva normalidad en este blog. Si me veo obligado a salir de casa a hacer cosas de persona adulta, es que la enfermedad ya ha terminado, y por lo tanto no tiene sentido que siga escribiendo sobre algo que no existe. Como, por ejemplo, los Tarte- [se lo llevan a rastras mientras grita y patalea].

Según el esquema que tengo aquí apuntado en un trozo de papel apenas usado, tengo que hablar de cómo la lían los madrileños. Así que empecemos por hablar de cómo le diseñas a un madrileño una fase especial (la pase 0,5) porque no le puedes pasar a la fase 1 pero se está poniendo muy pesado con eso de salir de la fase 0.

Pero es que le das un poquito de libertad y te montan una manifestación en coche (¡en coche!) por el centro de la ciudad. Como si echaran de menos la boina negra de contaminación que tiene siempre la ciudad y se esforzaran muchísimo en recuperarla cuanto antes después de que el aire se hiciera respirable porque durante el confinamiento nadie se movía de casa. No como ahora, que estamos a punto de entrar en la fase 2 y la calle parece un hormiguero.

La manifestación era algo así pero con menos bailes y más banderas de España.

domingo, 17 de mayo de 2020

Espera, que a lo mejor hay una posibilidad de que se alargue mi primera cuarentena




Es una pena que, después de saber que la fauna había invadido las calles y parques que antes estaban reservados a los humanos, ahora cuando pueda salir lo máximo que pueda ver es un perro paseando sin correa. Me esperaba algo más interesante, que como diría el doctor Ian Malcom, “la vida se abre camino”, siempre. Solo que a mí me ha tocado ver como se abre camino las formas de vida más anodinas del mundo.

Me he dado cuenta que, definitivamente, la era de los aplausos en el balcón a las 20:00 ha terminado. Las verbenas vecinales han tocado a su fin y, aunque ya no molestan tanto, es curioso cómo se han olvidado de todo el espíritu absurdamente optimista y buenrollista de principios de la pandemia.
Pero el dar las gracias a los sanitarios, el dejar de hacer la compra para los vecinos ancianos, no ha acabado por desgaste o por llevar dos meses confinados, no. Ha acabado porque ahora ya podemos salir libremente a la calle. Ya es oficial, la Fase 1 ha matado la gratitud y ahora volvemos a barrer cada uno para su lado.

El coronavirus cambió todo, pero solamente por unos meses. Justo el mismo tiempo que pasamos con miedo hasta que vimos que no nos contagiábamos. Ese fue el momento en el que la gente dejó de estar encerrada en sus casas y empezó a comportarse como se la sudara todo.

Los balcones han vuelto al principal uso para el que fueron diseñados: seducir y matar guiris borrachos.

domingo, 10 de mayo de 2020

Rebañando los últimos días de mi primera cuarentena




La nueva normalidad se parece mucho a la vieja ¿eh? se parece dolorosamente a la vieja. Veo a gente paseando de la mano, niños jugando en la calle, niños corriendo en la calle y, como vivo en un pueblo, tengo que estar diciendo cada dos por tres “¡distancia de seguridad!” a toda la gente que viene a darme dos besos.

Lo cierto es que ahora que la gente está en la calle, los aplausos en los balcones ya no son tan importantes. Cuando puedes pasear el espacio abierto que era el balcón te resulta pequeño. Y cuando puedes hacer vida normal parece que lo de aplaudir a los sanitarios como que ya es cosa del pasado y que ya no lo necesitas como excusa para tener contacto humano.

Ahora que ya podemos salir a la calle, los perros ya han dejado de ser objeto codiciado.

domingo, 3 de mayo de 2020

Puede que se esté acabando mi primera cuarentena




Parece que esta será la última o penúltima entrada de cuarentena que vais a leer. Han sido unas semanas muy bonitas, he tenido muchas esperanzas de poder salir a saquear y sembrar el terror, pero se ha hecho lo que se ha podido. La lista de tiendas y objetos que quería robar mientras durara el caos no ha podido ser completada, pero se quedará guardada en el cajón de los planes futuros, esperando a la siguiente pandemia.

Es indignante que empezara la cuarentena con abrigo largo y ahora esté escribiendo esto en calzoncillos, porque hace demasiado calor al lado del ordenador. Cuarentena ¿por qué me has robado esos momentos en los que puedo salir a la calle con una simple chaqueta? Como dice la canción: ¿quién me ha robado el mes de abril?

Pero bueno, que no me quejo porque mi casa es mi zona de confort, que suficiente me he esforzado en crear mi sanctasanctórum en el que sentirme protegido. Un sanctasanctórum que, por cierto, en su estado natural produciría fuertes embolias cerebrales a Marie Kondo: la principal cualidad estética de mi refugio personal se basa en apilar cosas sin orden aparente (aunque luego, cuando necesito algo, me pegue buscando horas).

Yo cuando acabe la cuarentena y me vea obligado a salir de casa.