domingo, 24 de febrero de 2019

Historia de la pizza





Hola amigos de la Historia. Esta semana estoy escribiendo esto con un poco de hambre y se nota, porque os voy a hablar un poco de la piza a lo largo de la Historia. Si os gusta la pizza con piña, ya podéis coger la puerta, degenerados, monstruos, asesinos culinarios que mezclan agua con aceite.
Bueno, ahora que han pasado diez minutos y me he calmado un poco, podemos comenzar.

Pan con cosas ha existido toda la vida. El pan de trigo es uno de los alimentos más básicos, y no es casualidad que a los prisioneros se les dé “pan y agua”. Por eso lo de ponerle cosas por encima  a un trozo de pan y calentarlo es una receta que hasta el soltero menos habilidoso puede hacerse para no morir de hambre ni recurrir a una cadena de comida rápida por quinta vez en lo que va de semana.

En la Persia Clásica gustaban de comer una especie de pan plano con dátiles y queso por encima. Los romanos comían otra receta, de origen etrusco, que incluía hierbas aromáticas y aceite de oliva. Pero la receta de la pizza tal y como la conocemos, con su tomatico y todo, tiene que esperar al descubrimiento de América. Concretamente después de que se tranquilizaran las cosas tras el convulso Renacimiento Italiano.

Nunca sabremos qué iban a poner encima de esa pizza pompeyana porque el volcán destruyó todo antes de que le añadieran los ingredientes.

lunes, 18 de febrero de 2019

Heliogábalo, el emperador no-tan-bueno



Todo el mundo sabe que Gracia es la purria y que los hoplitas eran idiotas. Y no me obliguéis otra vez a hablar de lo sobrevalorados que están los espartanos. Pero si “ser cretino” fuera una modalidad olímpica de la Edad Antigua, probablemente Roma se llevaría todas las medallas de oro sin demasiado esfuerzo.

Y es que Roma era la China de la Antigüedad. Porque Roma copiaba todo lo que podía, y luego lo hacía pasar como suyo. Y resulta que tuvo mucho contacto con Grecia y pasó lo que tenía que pasar: que se copiaron en todo y le cambiaron un poco el nombre para que no los demandaran por plagio. Bueno, y además Roma se parecía a China en que ambos tenían un sistema económico sustentado en el trabajo de esclavos.

El caso es que, como se copiaron en todo, también se copiaron de cosas malas. Y si Grecia ya tenía personajes que estaban mal de la azotea, Roma era un claro ejemplo de “no tiene nadie pilotando en la cabeza”. Si creías que Nerón fue un mal emperador, es que no has oído hablar de Heliogábalo.
Estamos en el año 217 y al Emperador Caracalla le han dado matarile conspiradores dentro de su propia guardia personal. Después de unos cuantos tira y afloja con la Guardia Pretoriana (que después de haberse cargado al Emperador, estaba muy crecidita) logran nombrar como sucesor de Caracalla a su sobrino, Heliogábalo.

Admirad el bigotillo pubescente de Heliogábalo.

domingo, 10 de febrero de 2019

El único límite está en tu indignación



El otro día acepté la invitación de unos amigos y me fui a cenar a su recién estrenado piso. La opípara cena consistía en un par de pizzas congeladas y todo el tang que pudiéramos beber, pero yo que sé, los sueldos de hoy en día no dan como para contratar un mayordomo. Y yo eso lo comprendo a la hora de crearme expectativas.

El caso es que mientras estábamos paladeando los suculentos manjares, estaba la televisión puesta. El Canal de Historia estaba sonando de fondo mientras hablábamos de lo divino y de lo humano. Pero, de pronto, algo llamó mi atención: en el Canal de Historia estaban hablando de Hitler.

Era sorprendente, porque normalmente están más interesados en aliens o en comprar trasteros llenos de reliquias. Sin embargo, era cierto: el programa que estábamos viendo mientras comíamos unas pizzas de dos euros hablaba de Hitler, como si de un revival del pasado se tratase, cuando el Canal de Historia solo hablaba de lo gloriosa que había sido la Segunda Guerra Mundial.

Definición gráfica del Canal de Historia.

domingo, 3 de febrero de 2019

Y después de la Primera Guerra Mundial, ¿qué?




En 2014 pensé “este año es el centenario de la Primera Guerra Mundial, habrá que escribir algo al respecto”. En mi mente iba a aprovechar los siguientes cuatro años hablándoos de cosas pintorescas de la Primera Guerra Mundial. Pues bien, hemos llegado a 2019 y aquí estamos.

Oficialmente, el centenario de la Primera Guerra Mundial ya ha acabado. Si un mago  te enviara exactamente 100 años el pasado, llegarías tres meses después de que acabara. Llegarías lo suficientemente tarde como para que las celebraciones de la victoria se hubieran acabado.

Si tienes la suerte de aparecer en Francia, el mayor problema es que después de tres meses, la copa de champán ya se te habría quedado sin burbujas. Si, por el contrario, acabaras en los antiguos Imperios Centrales (el alemán, el austrohúngaro, el ruso y el otomano) las brechas que verías en la sociedad serían más profundas.

La ruptura más dramática se vería en Rusia, que sufriría una revolución interna. Pero países como Italia tampoco quedaron demasiado “cuerdos” y el mal rato que pasaron combatiendo en las trincheras les hizo un pelín nacionalistas y creyendo que las democracias eran sistemas políticos para debiluchos. Lo que al final acabaría traducido en que Italia y Alemania agarrarían tan fuerte el fascismo como para cortarse la circulación en las manos.

Un rebaño de ingleses es conducido por un pastor alemán.