Hola amigos de la Historia. Esta semana estoy escribiendo
esto con un poco de hambre y se nota, porque os voy a hablar un poco de la piza
a lo largo de la Historia. Si os gusta la pizza con piña, ya podéis coger la
puerta, degenerados, monstruos, asesinos culinarios que mezclan agua con
aceite.
Bueno, ahora que han pasado diez minutos y me he calmado un
poco, podemos comenzar.
Pan con cosas ha existido toda la vida. El pan de trigo es
uno de los alimentos más básicos, y no es casualidad que a los prisioneros se
les dé “pan y agua”. Por eso lo de ponerle cosas por encima a un trozo de pan y calentarlo es una receta
que hasta el soltero menos habilidoso puede hacerse para no morir de hambre ni
recurrir a una cadena de comida rápida por quinta vez en lo que va de semana.
En la Persia Clásica gustaban de comer una especie de pan
plano con dátiles y queso por encima. Los romanos comían otra receta, de origen
etrusco, que incluía hierbas aromáticas y aceite de oliva. Pero la receta de la
pizza tal y como la conocemos, con su tomatico y todo, tiene que esperar al
descubrimiento de América. Concretamente después de que se tranquilizaran las
cosas tras el convulso Renacimiento Italiano.
Nunca sabremos qué iban a poner encima de esa pizza pompeyana porque el volcán destruyó todo antes de que le añadieran los ingredientes.