Todo el mundo sabe que Gracia es la purria y que los
hoplitas eran idiotas. Y no me obliguéis otra vez a hablar de lo sobrevalorados
que están los espartanos. Pero si “ser cretino” fuera una modalidad olímpica de
la Edad Antigua, probablemente Roma se llevaría todas las medallas de oro sin
demasiado esfuerzo.
Y es que Roma era la China de la Antigüedad. Porque Roma
copiaba todo lo que podía, y luego lo hacía pasar como suyo. Y resulta que tuvo
mucho contacto con Grecia y pasó lo que tenía que pasar: que se copiaron en
todo y le cambiaron un poco el nombre para que no los demandaran por plagio.
Bueno, y además Roma se parecía a China en que ambos tenían un sistema económico
sustentado en el trabajo de esclavos.
El caso es que, como se copiaron en todo, también se
copiaron de cosas malas. Y si Grecia ya tenía personajes que estaban mal de la azotea,
Roma era un claro ejemplo de “no tiene nadie pilotando en la cabeza”. Si creías
que Nerón fue un mal emperador, es que no has oído hablar de Heliogábalo.
Estamos en el año 217 y al Emperador Caracalla le han dado
matarile conspiradores dentro de su propia guardia personal. Después de unos
cuantos tira y afloja con la Guardia Pretoriana (que después de haberse cargado
al Emperador, estaba muy crecidita) logran nombrar como sucesor de Caracalla a
su sobrino, Heliogábalo.
Admirad el bigotillo pubescente de Heliogábalo.
Heliogábalo asumió sus poderes como Emperador después de
haberle partido la cara a Macrino, el hombre que había usurpado el trono a
Caracalla. Lo de asumir los títulos imperiales sin el visto bueno del Senado, era
algo que hicieron muchos emperadores antes que Heliogábalo (porque a esas
alturas los emperadores ya hacían lo que les salía del escroto imperial) pero
en su caso solo fue el comienzo.
Desde el principio quedó bastante claro que las tradiciones
religiosas no iban con Heliogábalo, que prefería el culto al Sol Invicto antes
que al panteón tradicional romano. Este nuevo culto se vio como una peligrosa
moda oriental y no gustó entre el ejército. Además estaba el hecho de que Heliogábalo
era la representación carnal de ese Sol Invicto, y era un poco incómodo ser tan
sumamente pelota.
Praise the Sol Invicto.
Por si fuera poco sacrilegio, también se casó con una vestal
(que para que os hagáis una idea, es como si el Rey de España se casara con una
monja). Pero vamos, que se casó 5 veces y se arrejuntó otras tantas (incluyendo
la viuda de un tío al que mandó ejecutar). Y si vamos a hablar de su vida
conyugal, hablemos también de su vida extraconyugal.
Porque amantes tenia, y no pocos. Y no siempre mujeres. También
estaba su auriga esclavo, Hierocles, a quien se llegaba a referir como “su
marido”. Luego llegaron Zotico, un atleta de Esmirna, y otros hombres que
pasaron por su cama. Pero Heliogábalo sabía ser agradecido, como un concejal
del PP adjudicando contratos a sus amigos, y a todos los amantes los colocaba
en puestos de trabajar poco y cobrar mucho.
Bárcenas no era amante de Heliogábalo. Repito: Bárcenas no era amante de Heliogábalo.
Aunque eso no es lo más escandaloso que se le atribuye al
Emperador Heliogábalo. Lo más escandaloso es que el Emperador disfrutaba de la prostitución…
en sus propias carnes. Según las malas lenguas Heliogábalo gustaba de ofrecer
sus servicios sexuales por las calles, en burdeles e incluso en el propio
palacio imperial. También se maquillaba demasiado (para el gusto romano) se
ponía pelucas y tenía comportamientos poco propios para un hombre hecho y
derecho.
Porque el problema no era que tuviera escarceos con hombres,
en el mundo clásico eso era algo casi normal. El problema es que el emperador
era “la mujer” de la relación. Herodiano, un cronista contemporáneo al
emperador, remarca que era llamado “la reina” de Hierocles, y que quería tener
genitales femeninos. Aunque, lamentablemente, los romanos estaban más
interesados en la guerra y la conquista, por lo que no habían investigado
demasiado en cirugía plástica genital, y Heliogábalo no pudo cumplir el sueño
que le atribuye Hierocles.
Guardia Pretoriana, el sistema electoral romano™.
O puede que solo fuera un poco de difamación para un
Emperador un poco rarito (y bastante corrupto). La sociedad romana era bastante
machista en esos aspectos. El caso es que los pretorianos se cansaron del
Emperador y le dieron matarile cuando apenas había cumplido cuatro años en el
poder, una costumbre muy de moda en aquellos tiempos.
Heliogábalo tenía 18 años por aquel entonces. Resulta que los
pretorianos preferían a su primo, que con 13 años tenía una imagen más joven y dinámica.
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