domingo, 31 de enero de 2016

No se fusila en domingo – Recomendación combo


Allá por el lejano verano de 2015 dije que cuando leyera algún libro realmente interesante, lo recomendaría en este blog bajo la etiqueta “crítica literaria”. Y hasta ahora, sólo había podido recomendar “Sin Novedad en el Frente”.

Sin embargo, se une a la prestigiosa categoría de libros que solo puedo recomendar “No se fusila en domingo”. E intentaré hablar del libro sin hacer spoilers.

En sí, el libro narra los recuerdos de Pablo Uriel, un médico recién licenciado por la ciudad de Zaragoza, la preferida por un sector importante de sorianos de nacimiento, y de cómo le afecta personalmente la Guerra Civil. Aunque fueron editadas casi en el ocaso de su vida, las memorias de Pablo Uriel son autobiográficas y muy ricas: narrativamente brillantes, históricamente fascinantes. La principal barrera de este libro no son párrafos interminables o narración farragosa, el principal inconveniente que tendrá el lector es encontrarlo porque es una obra “minoritaria”. Su yerno, además, ha llevado las memorias de Pablo Uriel a la dimensión de la novela gráfica.

Portada del libro, para que lo reconozcáis nada más verlo

domingo, 24 de enero de 2016

La Primera Guerra Mundial: el camuflaje es para los valientes



Yo mismo me he visto frustrado muchas veces cuando he tenido que explicar algo sumamente sencillo a alguien que aún no sabe cómo funciona. La sabiduría te da una especie de superioridad: tu, al contrario que el neófito, ya sabes lo que va a ocurrir. Si nos situamos en perspectiva, damos por hecho demasiadas cosas que en su momento fueron nuevas, que era la primera vez que se ponían sobre la mesa y hacía falta innovar para que se resolvieran.

Y si algo me encanta de la Primera Guerra Mundial es la capacidad de innovar que tuvo.
No me estoy refiriendo a las innovaciones técnicas para matar más y mejor, que también las hubo, sino a los “¿y ahora qué hacemos?” que surgieron a lo largo de la contienda. Los primeros cascos de acero surgieron como respuesta al “¿y ahora qué hacemos?” de las heridas de metralla. Porque, hasta entonces, el pináculo de la ciencia en cuanto a protección de la cabeza era una gorra de tela, y eso no protegía demasiado ni de balas ni de metralla.

Era la costumbre del siglo XIX, que venía ya desde que se introdujo en Europa el uso de la pólvora: si una bala atravesaba la armadura de igual forma que la tela, ¿para qué llevar peso? Pero, claro, lejos había quedado la guerra como un enfrentamiento organizado de dos líneas de soldados una enfrente de la otra. Con una guerra masificada, había que proteger al soldado de alguna forma. Al menos mínimamente. Para que no cayeran como moscas ante el primer nido de ametralladora.


- Sargento Magnolia, le veo más lozano ¿hace la fotosíntesis mejor?
-Hijos de puta

domingo, 17 de enero de 2016

Petimetres, hipsters del siglo XVIII



El mundo del moderneo ha sido una constante histórica. De siempre. De toda la vida.  Y os lo digo yo, que estoy bebiendo un té de vainilla con leche en una copa de cristalería de los años 20 (que es donde bebo normalmente cuando estoy en casa).

Con esto quiero decir que la subcultura hipster no es algo que ha surgido de ahora. En el siglo XIX ya existían gafapastas pero, claro, no se llamaban a sí mismos “gafapastas”. Eran los petimetres, la cultura underground del momento allá por finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Pero primero veamos qué es un hipster, sólo para cubrirnos las espaldas en el caso de que hayas estado viviendo debajo de una piedra. Vamos a recurrir al templo del saber que es Wikipedia:

La cultura hipster es una subcultura de jóvenes bohemios de clase media-alta que se establecen por lo general en barrios que experimentan procesos de gentrificación. Se asocian a tendencias musicales indie y alternativas, a una moda alejada de las corrientes predominantes, basados más en lo independiente (que incluye artículos vintage), a posiciones políticas progresistas (de izquierdas), al consumo de alimentos orgánicos y productos artesanales y ropa de segunda mano. Se caracteriza por una sensibilidad variada, alejada de las corrientes culturales predominantes (mainstream) y afín a estilos de vida alternativos.

Y añado: además llevan barbas y gafas de pasta (disponibles con y sin cristales).

Gracias al PP tu cuñado supo de una vez lo que era un "jister d'esos"

domingo, 10 de enero de 2016

Vuelve la conexión

Soy consciente que prometí volver en diciembre, pero han surgido cosas por en medio y me ha sido imposible actualizar. Esas "cosas" son, básicamente, un nuevo máster. Como, en general, no es que las empresas se peguen por contratar a historiadores en sus plantillas, pues me metí en el máster de profesorado para hacer algo y tener otro papel más a  la hora de abultar curriculum.

Gran error.

Ese máster ha absorbido toda mi vida, personal, académica y de cualquier otro tipo. Cuando no estoy haciendo trabajos, estoy en clase, y cuando no estoy haciendo ninguna de esas dos cosas estoy pasando apuntes a limpio.

Y además, después de navidades empiezo la temporada de exámenes de ese nuevo máster, con lo que aun tendré menos tiempo libre.

Adjunto dibujo explicativo de mi situación actual.



Y todo esto para deciros que la semana que vuelve empiezo a escribir otra vez.