domingo, 26 de abril de 2015

¡Puta guerra!: una recomendación personal



Hoy vamos a relajarnos un poco y voy a hablaros de un cómic. Y además de la Primera Guerra Mundial, que hacía mucho que no hablaba de ella.

Mi opinión es que el cómic es un género infravalorado. Por lo general la gente asocia el cómic con los clásicos tebeos de Mortadelo y similares, que utilizan un lenguaje sencillo y que buscan la risa fácil con bromas de caca-culo-pedo-pis. Cosas para críos, vamos.

Sin embargo, esas personas nunca habrán cogido el cómic del que voy a hablar hoy. Es un cómic sin humor, cruento e, incluso, desagradable. Pero cuenta una historia que no tiene humor, es cruenta y es desagradable. Estoy hablando de “¡Puta guerra!” de Jacques Tardi.

Este señor con aire benevolente y un cierto parecido con George Lucas es Jacques Tardi

domingo, 19 de abril de 2015

Napoleón Bonaparte


La semana pasada acabé mencionando a un tío que seguro que os sonará: Napoleón Bonaparte. Y si no te suena es probablemente porque no sabes leer y has entrado aquí solo para ver fotos y seguirás sumido en las tinieblas de la ignorancia porque no podré iluminar tu camino. Y tus padres no te quieren.

Bonaparte viene en dos sabores según seas un afrancesado comeflores o un hereje británico: para los primeros es una especie de superhéroe cortacadenas que lucha contra la injusticia y el Antiguo Régimen; para los otros es un megalómano bajito con ganas de tener bronca. Yo, personalmente, no me creería ni una ni otra versión.

Don Napoleón nace en Córcega con el sospechoso nombre de Napoleone, que cambia luego para resultar más francés, en una familia noble de segunda fila de provincias. Sus orígenes italianos hicieron que tuviera que aprender francés y que se trasladara a la Francia continental a iniciar su carrera militar. Tras entrar en la École Militaire, se especializó en artillería.

La Revolución Francesa lo pilló en Córcega, por lo que Napoleón volvió a la capital francesa a tomar parte activamente en el lado jacobino, porque era amiguete de Robespierre. Así que cuando cae Robespierre parece que la carrera de Napoleón acabará de la misma forma… pero no, consiguió disipar las dudas de su lealtad. Y no solo eso, sino que un año después logró hacerse famoso tras defender el Palacio de las Tullerías de una insurrección realista.

Soy historiador, ocurrió así, créanme

domingo, 12 de abril de 2015

La Revolución Francesa (II)



Aquí llegan las guillotinas.

Habíamos dejado la Revolución francesa a mediados de 1793, a punto de iniciarse uno de los periodos de los que todo el mundo se quiere alejar en la política actual.  Y si no os suena es porque ahora está más de moda nombrar a Venezuela. Pero a principios de siglo XX, en los círculos conservadores, la Francia de 1789 era la Venezuela de ahora, creedme.

Hoy en día hay quienes ven con horror en el monstruo en el que se convirtió la Revolución Francesa y hay otros que justifican el periodo en un contexto de complots internacionales que buscaban destruir a la recién nacida República Francesa. Hay que comprender que en un contexto político europeo en el que abundaban los imperios y las monarquías, el que en Francia se cargaran al rey hizo que, antes de que la moda se extendiera fuera de las fronteras, quisieran pararle los pies a los franceses con cualquier jugarreta.

Primera imagen de guillotina. El "Escuadrón del Tópico" ha llegado, que todo el mundo respire aliviado

domingo, 5 de abril de 2015

En misión secreta al servicio de Su Majestad



La semana pasada llegué a donde no llegó Felipe II con la Armada Invencible y estuve haciendo el turista en Londres, capital de un país en el que un pirata puede llegar a ser “sir” por gracia y obra de Isabel I de Inglaterra. Un país en el que amanece lloviendo, a mediodía hace un tiempo veraniego y dos horas más tarde tienes que ponerte bufanda. Un país en el que se come a las 12 del mediodía, cenas a las 7 y a las 10 estás en la cama (en caso contrario eres un malote). En resumen, un país de locos.

Pero, en líneas generales, la capital de la “pérfida Albión” fue entretenida de visitar. Y agotadora, también, que la vida de un turista es muy sacrificada. Ya sabéis: levantarse pronto para patear la ciudad, entrar a un museo, salir a comer de bocadillo y volver arrastrándose a la habitación para tumbarse en la cama y notar como tus pies agonizan. Cenar algo. Dormir. Repetir.

Los francotiradores ingleses de la Primera Guerra Mundial eran seleccionados de entre los soldados con grandes carencias en el sentido de la moda y la estética