Esta semana, para cambiar un poco y dejar de hablar de la
Guerra Civil, os voy a hablar de la exposición hispano-francesa de 1908. Así
que no hay riesgo de perderse porque tampoco nos vamos muy lejos.
Era 1908. Europa no tenía ni idea de la fiesta que se iba a
montar en 1914. España estaba a lo suyo, intentando demostrar al resto de las
naciones serias que, a pesar de haber perdido sus últimas colonias, seguía
siendo poderosa e importante. Y que si alguien tenía que llevar los cafés a los
mandatarios importantes, ese podía ser Alfonso XIII, veinteañero en aquel momento.
Por aquel entonces, ni siquiera estábamos metidos en la
Guerra de Marruecos, con la de Cuba ya habíamos tenido suficiente. Impresionar
al resto de países con una intervención militar estaba descartado. Sin embargo,
a todo el mundo le gustaban las exposiciones: era un impulso a la economía,
ponían en contacto aspectos culturales y mostraban al mundo los adelantos
industriales y técnicos. A la burguesía le encantaba todo este rollo.
¡Qué grandiosidad! ¿No os entran ganas de visitarla?