¿Os acordáis de cuando para estas fechas había una
cosa que se llamaba “Vacaciones de Semana Santa”? ¿Os acordáis de lo inocentes
que éramos y esperanzados que estábamos? No sacar a los santos porque llueve ahora
parece un capricho infantil, una excusa barata para no salir de casa porque te
da pereza ir de procesión. Quiero decir, lo peor que te puede pasar si llueve
es que te mojes, pero con el coronavirus por las calles a lo peor la palmas. Y
morir es bastante peor que mojarse, por lo menos en mi escala de valores.
El confinamiento va genial. Sigo saliendo a la
terraza, pero ya no tengo que gritar a nadie porque se han debido de dar cuenta
que va para largo, y se han cansado hasta ellos mismos de escuchar las mismas
canciones en bucle todo el rato. Eso sí, el “Resistiré” de las 20:00 es
puntual, como siempre.
Volviendo de comprar cuatro cosas en el Mercadona.
Ese es mi día a día. Lamentablemente (o
afortunadamente) no ha habido ninguna otra reacción alérgica que me amenizara y
alarmara a partes iguales. Hasta mi gato huye de mi cuando me ve, porque lo
estoy acariciando tanto que tiene miedo a que le acabe desgastando el lomo o
algo así. El cabrón solo se acuerda de mi cuando tiene hambre. Pero yo le
quiero igual, aunque no sea un perro y no pueda salir a pasear a la calle con
él.
Pero, pese a todo, me mantengo optimista con la
segunda prórroga del confinamiento que se ha decretado. Esto es como un partido
de fútbol, que estoy deseando que lleguen los penaltis. No se absolutamente
nada de fútbol, pero me apetecía hacer una analogía futbolística porque así
salgo de mi zona de confort y me descubro a mí mismo. Y creo que la he hecho
bien ¿no?
Analogías
futbolísticas, el viaje a la India de mi confinamiento.
Cada vez que oigo un ruido en la calle me asomo
esperanzado a la ventana, pero aun no se ha desatado el caos en las calles.
Confirmadme que por vuestras ciudades tampoco se hay barricadas en llamas y
grupos de gente vestida con chupas de cuero ha asumido el monopolio estatal de
la violencia, por favor. Es para ilusionarme o seguir como estoy, que ya se
sabe que estas movidas llegan más despacio a las ciudades de provincias.
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