Hola, página en blanco. Soy yo. Otra vez.
Sé que hace mucho que no hablo de cosas históricas en
el blog, pero me hice la absurda promesa de que no hablaría de cosas históricas
durante la cuarentena. Esa promesa tenía sentido cuando en teoría íbamos a estar
un par de semanas sólo, y pensaba que serían un par de semanas de monólogo
absurdo y chistes baratos, pero resulta que no. Podría dejar de hacerlo, pero
rompería mi promesa. Y como hombre con un código moral del siglo XIX que soy,
el honor lo es todo. ASÍ QUE LA PROMESA SIGUE EN PIE.
Es posible que te hayas dado cuenta, si eres uno de
esos hackers que me espían a través de la webcam, de que paso mucho tiempo
delante del ordenador. Esto es porque, en ausencia de luz solar, he decidido
que la pantalla del ordenador suplirá la carencia de luz natural. Ah, ya noto
como el futuro ciberpunk se va acercando cada vez más a mi vida diaria. Pronto
llegarán los mejoras biónicas chulas.
Ojalá poder ir a comprar el pan el coche para sentirme así en la carretera.
Esperaba que esta semana de confinamiento viviéramos
una insurrección cofrade, sobre todo en las tierras andaluzas donde la Semana
Santa es algo sagrado (je), pero por lo visto este colapso de la sociedad no
sirve ni para eso. Y no voy a ocultar mi decepción porque esperaba la imagen de
tremenda fuerza visual de un montón de personas encapuchadas luchando contra la
policía con tremendo ahínco mientras evitaban que la talla de madera se cayera
al suelo.
¿Qué más ha ocurrido esta semana? [Ojea unos papeles
para darle dimensión dramática al asunto]
Ah, sí, NADA. No ha ocurrido nada.
Podría justificar que estoy poniendo mi granito de arena con esto de la
pandemia, pero realmente mi granito de arena es no obstaculizar a la gente que
está haciendo algo. Ni vivo en un bloque de pisos para hacerle la compra a
abuelillos, ni voy a dar una sesión de música con el Singstar Latino ni tengo
el ego tan grande como para decir que pongo todo lo que escribo gratis en el
blog para haceros más llevadero el confinamiento. Porque sé que incluso siendo
gratis no me va a leer ni el tato.
Resumen fidedigno del estado actual de mi unidad habitacional.
Estoy ilusionado pero también estoy decepcionado.
Estoy ilusionado porque estoy viviendo
en primera persona un acontecimiento histórico que va a cambiar el mundo
(esperemos) que a mejor. Que tengamos miles de fallecidos, con los medios y
tecnologías actuales es impresionante porque ya hemos pasado la época en la que
curábamos las enfermedades con sanguijuelas.
El problema es que durante la década de 1920 hubo una
gran depresión económica de la hostia, pero la sufrió gente que había
presenciado los horrores de la Primera Guerra Mundial, y eso da un poquito de
caché en el ranking de desastres a los que has sobrevivido. Nosotros nos vamos
a comer una depresión económica igualmente interesante, pero nos habremos
quedado cómodamente sentados en casa sin tener ataques de estrés postraumático
después de ver como muere el resto de tu batallón en una barrera de artillería
alemana.
Pero bueno, ya basta de hablar de mí y de mis
insatisfechas esperanzas de que comiencen los saqueos descontrolados. ¿Cómo lo
llevas tú?
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