Hace un par de semanas dije que Roma no molaba y un amigo salió a la defensa de las famosas siglas SPQR, insistiendo en que los verdaderos decadentes eran los griegos. Y le doy toda la razón: que sí, que Grecia tenía a casi todos los filósofos y pensadores de la Edad Antigua, pero Grecia tenía bastante de lo suyo.
Roma era la típica persona que no tiene personalidad y termina copiando el estilo de alguien que cree que es guay. ¿Sabéis esa gente que sale de ver una película de Star Wars y empieza a hacer con la boca el sonido de un sable láser porque se cree un jedi? Y pongo el ejemplo de Star Wars porque es el más famoso que se me ocurre, pero que es el tipo de persona que ve Brokeback Mountain y se pega una semana acampado en el monte a ver si encuentra a su media naranja del mismo sexo.
Pues Roma salía de ver la peli “Seamos decadentes”, una comedia romántica protagonizada por Adam Sandler en el papel de Adam Sandler y Jennifer Aniston en el papel de Grecia Clásica.
Si esto no es decadencia, que baje Dios y lo vea.
Podría empezar diciendo que los dioses romanos son un corta-pega de los dioses griegos, cambiando un poco los nombres para que no cantase demasiado. Algo así como cuando tú te copiabas los deberes de un compañero pero le prometías que ibas a cambiar algunas cosas “para que no se notase tanto”. Pero si dijera algo tan obvio sería recurrir a lo fácil, y no lo voy a hacer.
En primer lugar, podríamos dividir a los griegos en la Edad oscura (1100 a. C.-750 a. C.), la Época arcaica (750 a. C.-500 a. C.), el período clásico (500 a. C. - 323 a. C.) y el período helenístico (323 a. C.-146 a. C.). Pero soy consciente de que no os importan esas mierdas, así que lo dividiremos en “Apocalipsis del 1100” (1100 a. C.-750 a. C.), “La guerra del Peloponeso me lo pone tieso” (750 a. C.-500 a. C.), “el Partenón y sus locuras” (500 a. C. - 323 a. C.) y “Alejandro Magno, que majo eres” (323 a. C.-146 a. C.). Además luego viene la conquista romana y todo eso, pero ya no es Grecia como tal así que corto ahí.
Pero voy a romper una lanza a favor de la diversidad entre griegos y romanos: si los romanos fueron famosos por su centralismo (Roma era la capital del mundo) y por su gran Imperio, los griegos fueron todo lo contrario. Cada ciudad era un país diferente, que tenía fuertes opiniones sobre las ciudades vecinas, con las que siempre se disputaba un par de villorrios limítrofes. Eran las idealizadas Polis.
Al igual que los romanos, los griegos eran muy de dejar las construcciones a medio acabar.
A los griegos, al igual que sus homólogos de la península vecina, también les molaba eso de guerrear entre ellos. No se puede considerar una “guerra civil” por lo dicho en el punto anterior, pero culturalmente eran pueblos muy similares. Atenienses y espartanos estaban todo el día sobreactuando para ocultar la tensión sexual que había entre las dos Polis. Epiro también estaba por ahí, y las colonias de la zona de la actual Turquía también había momentos en los que querían curtir el lomo a otras Polis porque les apetecía experimentar el refrescante sabor de una civil war.
Todas estas ocasiones en las que un griego se juntaba con unos cuantos colegas, formaban una falange hoplítica, se iban de expedición punitiva y se liaban la manta a la cabeza tiene una explicación sencilla: la razón es que, en el mundo helenístico, o eras un escultor de la hostia/filósofo/tirano o te aburrías como una ostra. Porque significaba que eras un prescindible campesino que no participaba en lo único animado que tenía la Grecia Clásica: la vida política.
El sistema político ateniense tiene muchas cualidades. Ser fácilmente comprensible no es una de ellas.
Pero la vida política en la Antigua Grecia tenía sus ventajas. Y si no, que se lo digan a los tebanos, que tenían la costumbre de dejar a los adolescentes a cargo de aristócratas maduros para que les enseñaran los rudimentos de la política y del amor. Algo así como una versión masculina de Mary Poppins con toga, que educaba a los niños y les decía a quién debían votar mientras se los cepillaba. Tebas era famosa en el mundo Egeo por la especial relación de pedagogía y pederastia.
Pero claro, los griegos han pasado a la historia como los defensores de la democracia. Aunque realmente democracia solo había en Atenas, y no se le podía llamar “democracia” porque realmente era una oligarquía y los propios atenienses temían un gobierno realmente democrático. Bueno, digamos que “temían y despreciaban” a partes iguales: los tiranos populistas eran los peores, amados y odiados al mismo tiempo, como Pericles y su cabeza de huevo.
Pero no quiero crear polémicas entre partidarios de Roma y partidarios de Grecia. Centrémonos en algo que todos pensamos: por muy decadentes que fueran cualquiera de los dos, por lo menos eran mejores que Egipto.
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