Si hay una
costumbre que he adquirido en estas últimas semanas, probablemente haya sido la
de hablar de cualquier tema, pero una semana tarde. Esto está basado en una
serie de decisiones desafortunadas, que me hacen siempre ir detrás de las
vanguardias. Y seguramente está fundamentado en la desafortunada decisión
inicial de empezar una carrera de letras.
El caso es que,
no sé si os habéis enterado, pero el Duque de Edimburgo nos ha dejado, estando
el chavalote en la flor de la vida.
Llegar a casi un
siglo de vida es motivo de admiración para los ingleses. Conseguir llevar casi
100 años resistiendo las tentaciones de saltar, en ropa interior y bajo los
efectos del alcohol, desde un balcón es lo que diferencia a un true
gentleman de la chusma. El funeral de estado es por eso, no os engañéis.
Las alianzas
geopolíticas de las monarquías es lo que tienen. Si no puedes acceder al trono
de tu país, siempre puedes buscar otros países con herederas solteras que te
garanticen el trato de “su majestad” que tanto necesitas para subsistir con
dignidad. Con la guerra greco-turca de 1920, Grecia había dado la patada a la monarquía
como forma de gobierno, y la familia real griega se tuvo que buscar las
habichuelas arrejuntándose con otras familias reales del mundo.
Isabel II fue la elegida
para el joven y apuesto Felipe de Edimburgo que, en 1947 (año del matrimonio),
aun era más joven y apuesto que a sus 99 años. Después de la boda, procedieron
a hacer el delicioso como reales mandriles, y fruto de esas noches de pasión
regia nació Carlos, príncipe de Gales, y famoso por tener las orejas mas grandes de toda la
Mancomunidad de Naciones.
Pero no hablemos
de jocundos nacimientos de herederos eternos, estábamos hablando de tristes
defunciones.
Felipe de
Edimburgo murió el 9 de abril de 2021 tal y como vivió la mayor parte de su
vida: siendo viejo, en el Castillo de Windsor. Y no fue enterrado hasta el
sábado 17 de abril. Lo cual quiere decir que lo han tenido algo más de una
semana secándose al sol, aunque dado el grado de momificación que ya tenía el
pobre, no ha generado problemas de olores.
En realidad,
fuera bromas, Inglaterra entera sufrió un luto casi medieval, que me sobrecoge.
A la tradicional bandera a media asta que se hace en todas partes, hubo de
sumar que los presentadores de televisión debían vestir de negro, campaneo de
la Abadía de Westminster durante 99 minutos, música solemne en las radios y
documentales biográfico-serviles diciendo lo gran persona que era el fiambre.
Felipe de
Edimburgo también era miembro de la Nobilísima Orden de la Jarretera, que siempre
me ha parecido una asociación de fetichistas de la lencería, pero por lo visto
es uno de los honores mas grandes que puedes tener. Reflexionad.
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