La semana pasada
había que cambiar la hora, y yo odio tener que cambiar la hora. Es algo que me
agobia bastante, porque siempre creo que me voy a olvidar y llegar tarde, y me
parece una soberana mierda. ¿Por qué no podemos tener la hora quieta y ser
todos felices? Para joder, estoy seguro que es solamente para joder.
El caso, que la
semana pasada llegué tarde a medirle el azúcar a mi abuela, y la pobre señora
estuvo esperando pacientemente una hora más de lo debido a que llegara su nieto
a pincharle el dedo, sin desayunar.
¿Por qué debería
importaros esto? Porque voy a hacer caso al señor Anónimo® y a escribiros lo
que pasó del 5 al 14 de octubre de 1582. Porque si me jode tener que adelantar
una hora el reloj, imaginad tener que adelantar nueve días el calendario. La
apoteosis de la animadversión.
Hablemos de
calendarios.
Resulta que hasta 1582 se usaba el Calendario Juliano, de origen romano. Los romanos podrían haber hecho cosas muy bien, y su arquitectura era un sólido diez, fácilmente. Pero lo de contar los días, era un “ni fu ni fa”. No estaba mal, pero tenía sus fallos. Y el principal fallo era que cada año duraba 11 minutos y 14 segundos de más.
“Ya ves que drama,
11 minutos, las pausas de publicidad de Antena 3 duran más” puede que estés
pensando. ERROR. Piensa a lo grande, que estamos hablando de la época de los
romanos. Cada 130 años, había un día de diferencia; 10 días de diferencia cada
1300 años. Y la cosa seguía desfasándose más que un francés de fiesta por
Madrid.
Así que nada,
borrón y cuenta nueva. Se crea un nuevo sistema para contar el tiempo y se
lanza al mercado con muchísimo éxito entre los países católicos, porque el
catolicismo fue en su momento lo que Apple es ahora: cuando el Papa sacaba una
novedad, necesitabas tenerla rápidamente para hacerte el guay delante de otros
países menos católicos.
Si el calendario
juliano se llamaba así por Julio César, el Papa Gregorio XIII no quiso ser
menos, y en un alarde de poca originalidad mezclada con mucho ego, llamó a su
alternativa cronológica “Calendario Gregoriano”. Los territorios de la
Monarquía Hispánica sobre los que Felipe II mandaba fueron de los primeros en
adoptarlo (1582), mientras que Inglaterra y sus colonias se hicieron los
remolones hasta 1752. Grecia llegó tardísimo a la moda, y hasta 1923 no se sumó
al carro que conducía Gregorio.
¿Demasiado
complicado? Piensa que la Revolución de Octubre, en la que se manda al carajo a
los zares, realmente ocurrió en noviembre para el resto del mundo, que se
preguntaba “¿qué dicen estos rusos de octubre, si fue hace dos semanas?”.
Así que
contestare al señor Anónimo®: en los días que van del 5 al 14 de octubre de
1582 no ocurrió nada, porque no existen. Esos días están en el limbo, como los
niños sin bautizar.
Y la culpa de
ambas cosas la tiene el catolicismo.
Yo al igual que tú odio el cambio de hora- Aqui en USA adelantamos una que me gusta -Los dias son mar largos para aburrirse con la pandemia En el almanaque prefiero un hombre guapo en fin
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