domingo, 21 de febrero de 2021

El fascismo es alegría

 


El fascismo es alegría. Alegría mezclada con otras cosas (como violencia o nacionalismo) pero alegría, al fin y al cabo. Porque, ¿quién no se ha sentido feliz ante la oportunidad de calzarle una buena hostia con la mano abierta a alguien? Pues el fascismo es esa alegría. Todo el rato. A todas horas.

Es increíblemente como, en los años 20, todo vuelve: las pandemias, el fascismo… todo vuelve, independientemente de que sea 1920 o 2020. De alguna forma, te da esa sensación de tranquilidad que solo puede darla el conocer con seguridad lo que va a pasar en los próximos años. Estoy esperando ansioso la llegada de una dictadura militar paternalista, en 2023.

El fascismo era el BDSM de la vida política: algo oscurillo que nunca ibas a admitir en público que te gusta pero que, luego en privado, lo practicabas a todas horas. Pero en las décadas de los años 20 y los años 30, el fascismo era el sistema político más popular en Europa. Realmente popular. La capitana de las animadoras de los sistemas políticos. ¿Qué por qué sigo con metáforas crípticas para definir un movimiento político? Porque puedo.

La Barbie que quiere anexionarse el cuarto de tu hermano.

Porque resulta que la democracia estaba bien, pero de vez en cuando la sociedad necesitaba un poco de mano dura para quitarse esos pequeños vicios morales a los que estaba abocada si ejercía su derecho a voto de vez en cuando. El fascismo, el fascismo original, el sabor clásico, surge de la Primera guerra Mundial. Concretamente del sentimiento de “la democracia nos ha fallado”, que surge de la Primera guerra Mundial.

El fascismo se caracterizaba por suponer una modernización autoritaria, el culto a los sentimientos (incluida la violencia, que también es un sentimiento) frente a la razón, ultranacionalismo y rechazo a las políticas democráticas y comunistas: “Ni capitalistas ni comunistas, somos la Tercera Vía” (algo que bien podría haber firmado UPyD en su momento). Si el nazismo no hubiera arrastrado al fascismo a la Segunda Guerra Mundial, probablemente ahora estaría socialmente aceptado.

Metáforas para decir "soy muy de derechas" en twitter.

Pero resulta que no está socialmente aceptado ser fascista, y muchos fascistas tienen que hacer malabarismos léxicos para hablar de sus ideas políticas sin decir que Mussolini era un hombre de bien y que de Hitler sólo se ha contado lo malo. Y por eso nos llama la atención que una muchacha hable de forma tan natural sobre el fascismo, llegando a decir que “el fascismo es alegría”.

Porque tú y yo, querido lector, sabemos que ocurrió desde los años 39 al 45 (36 al 45, si eres un verdadero connaisseur de buen gusto). Y sabemos que la retórica de Ramiro Ledesma y D'Annunzio está superada y suenan a otra época, los problemas de ahora son otros… PERO sólo hay que retocar un poco el discurso para atraer a todo ese sector social desencantado.

10/10 en atraer a la chavalada joven.

Es indudable que hay un fuerte desencanto con el sistema político en general, y con la democracia en particular: el 15M ya gritaba “que no nos representan” hace 10 años. De un tiempo a esta parte parece que Falange está saliendo a escena y, aunque al principio ni la propia Falange se lo estaba creyendo, se está poniendo las pilas en eso de hacerse un lavado de cara juvenil y dinámico.

Los extremismos están recogiendo el descontento, desempolvando el ideario y haciendo preguntas y respuestas en TikTok. Y parece que la ultraderecha ha comprendido que hay mejores formas de captar adeptos que irse a partir caras a la salida de un partido de fútbol. El fascismo es alegría, el fascismo es jóvenes patriotas sonriendo mucho y siendo felices mientras hacen cosas patriotas.

Atrás han quedado el combo de gafas de sol y bigotillo fino (o el de boina roja y camisa azul, para los más puristas). VOX, en comparación, es un partido de socialdemócratas y pusilánimes. La ideología de moda es el fascismo, sin tapujos.

 

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