domingo, 16 de febrero de 2020

El origen de las religiones




Como persona que no está ni bautizada, es comprensible que no se me hubiera ocurrido hablar de religión hasta ahora. Más que nada porque la religión no tiene peso en mi vida diaria más allá de hacer todos los sábados la broma de “mañana a madrugar para ir a misa, ¿eh?” y después levantarme a mediodía.

Pero a diferencia de mí, que soy un hereje sin remedio alguno, los primeros seres humanos necesitaban la religión para explicar las cosas que ocurrían cotidianamente y no podían explicar. Por ejemplo, yo no necesito la religión para saber cómo es posible que los aviones se mantengan en el aire y no caigan en barrena por la fuerza de la gravedad, sé que es cosa de la tecnomagia.

Todo el mundo sabe que la altísima nota de corte en las carreras de ingeniería es el mejor disuasorio para que el común de los mortales no tenga nunca acceso a las bases teóricas de la tecnomagia.

Aunque durante la carrera tuve la oportunidad de cursar una asignatura sobre religiones antiguas, no lo hice. Probablemente porque estaba inclinado más a la contemporánea y elegiría una optativa más enfocada a lo que me gustaba. Pero me acuerdo que dudé largo y tendido, y en alguna clase me colé para escuchar porque el profesor era muy bueno.

Entonces, el punto de partida es el siguiente: podría estar más cualificado para hablaros de la génesis de las religiones, pero por lo menos algo de experiencia tengo. No soy un tertuliano de Telecinco. Las primeras religiones son creencias personales, cosmologías individuales que intentan explicar fenómenos naturales y comportamientos. Las explicaciones se solapan y entrelazan entre ellas, y hay numerosos dioses. Hay un dios del cielo, un dios del fuego, un dios de las cosechas abundantes, un dios de “joder, es lunes” y todo eso. ¿No sabes explicar algo? ¡Hay un dios para eso!

¡WOLOLO!

De las creencias personales de la tribu, siempre surge alguien que le gusta demasiado pegarle a la lejía. Y para que el resto de la tribu no se preocupe por sus hábitos autodestructivos respecto a los alucinógenos, les dice que está en contacto con los dioses™ y que habla con ellos. Voilá, nace el concepto de chamán.

Los chamanes actúan de intermediarios entre los dioses y los primeros seguidores de esas religiones. Además de explicaciones esotéricas, se suman normas de convivencia básica para mantener cohesionada a la comunidad. Que todo aquel que haya intentado crear una secta mínimamente exitosa sabe que tiene que haber un pequeño reglamento interno para que tus fieles seguidores no empiecen a resolver todos los problemas que surgen a navajazos en el cuello.

La única religión a la que le muestro un poco de interés.

El tiempo pasa y las sociedades se hacen más complejas, por lo que un chamán no es suficiente para tanta gente… y se instaura la jerarquía religiosa. De esta forma hay un elegido, mucho más importante que el resto, y luego hay un puñado de sacerdotes que, aunque no tienen contacto directo con la deidad, sirven para extender su palabra.

A partir de ahí, llega el politeísmo estructurado que conocemos en culturas como la griega y la romana. De ahí al monoteísmo paleocristiano, cruzadas, guerras de religión, neopaganismo moderno y todas las herejías que quieras imaginar de todos los anteriores.Y todo eso sin tener en cuenta las religiones no deístas, que MADREMIA como están de la cabeza los no deístas como para decir “yo es que no creo en un dios, yo creo en un concepto abstracto y por eso rindo culto a la felicidad”.

No deístas, hippies, buscaros por ahí un Dios como Dios manda.

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