¡Saboreen sus baguettes, descorchen su mejor champán y
ondeen sus banderas blancas! ¡Ha llegado el momento de hablar del 14 de julio!
Todo país tiene su día especial para sentirse importante y
tener una excusa para cogerse puente y no acudir al trabajo. Porque las fiestas
nacionales son para no dar un palo al agua, eso es así. Nosotros celebramos el
descubrimiento de América, los franceses celebran la Toma de la Bastilla y los
alemanes… bueno, estoy seguro que los alemanes tienen un lapsus mental de 1939 a 1945.
Vaya, ya os he adelantado un poco lo que celebran estos
franceses el 14 de julio ¿eh?
Allons enfants de la Baguette,
Le jour du croissant est arrivé!
Le jour du croissant est arrivé!
La Toma de la Bastilla. Con “B” mayúscula. No confundir con
“la toma de la pastilla”, que es lo que hace tu abuela en cada comida. El caso
es que había una cosa en Francia que se llamaba “grave crisis financiera durante
el reinado de Luis XVI” producida por las ganas que tenía Francia de hundir a
Inglaterra en las colonias americanas.
Se convocan los Estados Generales con representantes de los
tres estados (nobleza, clero y pueblo llano). Los dos primeros boicotean a los
terceros. Los terceros se cabrean y montan su propia Asamblea Nacional con el propósito
de crear una Constitución para Francia. La cosa se les va de las manos y acaban
guillotinando al rey y estableciendo una república mediante una revolución.
Pero eso último es spoiler. La Asamblea Nacional
Constituyente se proclama el 9 de julio y el 11 de julio a la nobleza no se le
ocurre mejor idea que destituir al ministro de finanzas, Jacques Necker, que tenía
cierta piedad con el Tercer Estado. El cabreo y la paranoia se apoderaron de
los revolucionarios, que creyeron que comenzaba un golpe de estado
reaccionario.
Ah, fue un acierto combinar este color "rojo sangre de aristócrata" con el amarillo roto de las paredes.
Paralelamente a todo esto, se había creado la Guardia Nacional
para defender a los miembros de la Asamblea Nacional y, en general, París era
un hervidero de actividad. A falta de buenas pancartas en la que poner “no hay
pan para tanto chorizo” las multitudes exhibían bustos de Necker. No juzguéis, por
lo visto en 1789 debía ser normal irte de tumulto con un busto entre las manos
y nadie se sorprendía.
París quedó sumido en el caos revolucionario, el calor veraniego y el saqueo
oportunista. Algunos elementos del ejército se posicionaron a favor de los
revolucionarios, pero por lo general el arma preferida de los revolucionarios seguía
siendo un palo o una piedra. La Guardia Nacional tenía hombres pero no tenía
armas, así que había que solventar eso o esperar que la Guardia Nacional
pudiera apañárselas con el poder del amor como único defensa.
El 14 de julio por la mañana una multitud irrumpió en el
Hôtel des Invalides bajo la pasividad de los soldados encargados de defenderlo.
Allí se almacenaban las armas pero no la munición, porque por lo visto se
almacenaba la pólvora en la cárcel de La Bastille. ¿Por qué? Yo que sé, son
franceses, llevan bustos en los tumultos, a estas alturas ya no me extraño de
nada de lo que puedan hacer.
La Revolución Francesa, además de ser una de las cosas por las que los franceses están muy orgullosos, es una de las ambientaciones del Assassins Creed. Y esto es un hecho, no una opinión.
Que esa esa otra, La Bastilla como almacén de pólvora, bien:
casi catorce mil kilos de pólvora ahí almacenados. Pero como prisión dejaba
mucho que desear: solamente siete presos estaban ahí metidos. Y para salvar a
esos siete delincuentes que estaban encerrados alrededor de un centenar de
ciudadanos murieron asaltando La Bastilla. No soy quien para juzgar si mereció
la pena, eso se lo dejo a los historiadores.
Me informan que soy historiador, por lo que puedo juzgar si
mereció la pena: No, no mereció la pena. Pero la propaganda francesa magnificó
la hazaña porque había que hacer que el Tercer Estado se levantara en armas
contra los reaccionarios. Y esa propaganda dura hasta el día de hoy porque con
el asalto a La Bastilla se iniciaba la Revolución Francesa.
Si no hubiera sido el detonante de algo tan grande, la Toma
de la Bastilla habría tenido la misma relevancia que tomar al asalto la cárcel de
Zuera para sacar a Ortega Cano un par de meses antes de finalizar su condena.
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