domingo, 5 de agosto de 2018

Glovo a través de la Historia


¡Hola, amigos!

Sigo vivo y no he muerto por el calor. Aunque mi existencia es lamentable y pende de un aparato eléctrico que se llama ventilador (alabado sea), sigo parcialmente vivo. Por dentro sigo muerto, como siempre. Que la Prehistoria tenía sus cosas malas y puede que fuera un coñazo, pero por lo menos tenía sus glaciaciones que hacían que agosto diera gustico. Y NO COMO AHORA.

En fin, que he vuelto por aquí para demostrar que sigo vivo. O puede que esté muerto y esto sea una entrada programada para que se publicase automáticamente. Nunca lo sabremos a ciencia cierta. Si todo va bien, probablemente estaréis disfrutando de esta ola de calor desde la comodidad de vuestras vacaciones, que os permiten combatir el calor tomando algo fresco en una terracita o cerrando todas las persianas y encendiendo el aire acondicionado.

Si no es así, es porque tenéis un trabajo de mierda.

- Padre, padre ¡venga a jugar al agu...!
- Déjeme, vástago desleal, necesito escribir para el blog o dejarán de darme like a las mierdas que cuento.

Y precisamente de trabajos de mierda vamos a hablar esta semana. Porque a lo largo de la Historia ha habido empleos en los que no molaba trabajar. Quiero decir, dentro de lo poco que mola trabajar. ¡Sin mayor orden que el cronológico, aquí está mi top de trabajos de mierda a lo largo de la Historia!
Empezamos fuerte con la Prehistoria: el hombre prehistórico en general tenía trabajos de mierda. 

Desde cazar mamuts a formar protoestados en el Creciente Fértil, todo daba una vergüenza ajena importante pese a que los prehistoriadores intenten envolver todo con un aura de romanticismo salvaje. Desde el recolector más costroso al tallador de piedra con el mayor grado de consanguinidad, ningún trabajo de la Prehistoria molaba. Lo siento, esto es así.

Y pese a ser una mierda, probablemente fuera lo más interesante que hicieron. Así estaba el nivel.

Y ya pasaríamos a la Edad Antigua. Alejémonos de los glamurosos legionarios romanos y hablemos de las grandes masas de esclavos. Desde el Antiguo Egipto a la Roma Imperial, pasando por el esplendor de Grecia, en la Edad Antigua gustaba eso de forzar a alguien a hacer lo que tú quisieras. Si, había esclavos que tenían buena vida, pero eran la excepción. De la misma forma que ahora te compras una mesa del Ikea, era más fácil comprarte otro esclavo que tratarlos bien. Y como el estatus de esclavo se transmitía de padres a hijos ¡siempre podías poner a tus esclavos a criar!

Dentro de lo malo de ser esclavo tenías a los remeros de galeras. Si eras un esclavo agrícola trabajabas como un animal de sol a sol, pero por lo menos no corrías peligro de morir ahogado. Porque el tiempo era demasiado valioso para enseñar a los remeros a nadar, y si naufragaba el barco, los esclavos solían perecer con él.

Bueno, BUENO con los esclavos romanos.

La Edad Media no es mucho mejor. El peor trabajo que podías tener era el de siervo de un señorío laico. ¿Por qué de señorío laico concretamente? Bueno, los siervos eclesiásticos pagaban los diezmos como cualquiera, pero los monjes no solían exigir cosas como el derecho de pernada, y tampoco se inclinaban demasiado por el ius malectratandi (derechos que tenía el señor de tratar a sus siervos como puta por rastrojo).

El chollo en la Edad Media era ser siervo de realengo en territorios alejados del poder central. Pagabas impuestos y todo eso, por algo eras un siervo, pero rara era la vez que venía el Rey en persona a dar mal a sus siervos. Ser un siervo de realengo era la excusa perfecta para no cobrar el IVA, para escaquearse a la hora de pagar y para liarla bien liada. Seguías siendo una mierda, pero eras una mierda a la que envidiaban las otras mierdas.

Minuciosa reconstrucción del aspecto de un siervo medieval.

Y entrando en la Edad Moderna llega un trabajo controvertidillo: el conquistador. Explorar tierras vírgenes y robar el oro a indígenas ha estado siempre muy exagerado. Pasarse un par de meses flotando por el mar, a merced de tormentas y disfrutando del buen escorbuto y otras enfermedades producidas por carencias graves de nutrientes esenciales.

Porque resulta que los primeros afortunados que llegaron a América les coló eso de “no, es que somos dioses”, pero cuando la costa empezó a saturarse de dioses que venían de tierras lejanas, la cosa perdió la magia y los indígenas empezaron a mostrarse agresivos. Más o menos lo que pasa en la Barceloneta. Llegar finalmente a pisar tierra otra vez y descubrir que por lo menos el barco no estaba plagado de fauna y flora que te quieren muerto.

Gonzalo de Heredia y Ballesteros fue expulsado de Badajoz tras ganar el "III Certamen Conquistador mas repulsivo de Extremadura".


Y llegamos a la última parada: la Edad Contemporánea. ¿Qué hay peor que ser un obrero durante la Revolución Industrial? Trabajar largas horas hacinados en factorías con ninguna comodidad y operando una maquinaria rudimentaria que adora comerse extremidades humanas ¡Ni siquiera tienes que ser adulto para desempeñar este trabajo!

Y si el trabajo en la fábrica te parecía malo, espérate a volver a tu casa. Porque las cosas no eran mucho mejores de puertas para dentro. Si eras un obrero durante la Revolución Industrial podías disfrutar de una constante miseria las veinticuatro horas del día, todos los días de tu existencia. Y ni pienses en salir a dar un paseo por el parque porque en primer lugar no tenías tiempo libre, y en segundo lugar no había parques por la polución de las fábricas en las que trabajabas.

Y no me gustaría acabar este repaso de trabajos de mierda sin la mención de honor: el mileurista de 2005. ¿Os acordáis cuando cobrar mil euros al mes era una miseria y digno de lástima?

Grandes tiempos aquellos.

Nos vemos dentro de dos semanas.





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