Ha habido una polémica bastante grande y jugosa respecto al
nuevo Battlefield. Y, aunque ya escribí sobre su anterior
entrega, me voy a meter en un buen jardín.
Empecemos por lo básico: La guerra es cosa de hombres. El
siglo XX es, en líneas generales, cosa de hombres. La presencia de la mujer en
el frente de batalla es irregular y, aunque existen mujeres que han luchado codo
con codo con hombres, son excepciones puntuales y no deberían constituir la
norma. El lugar de la mujer en la Segunda Guerra Mundial fue en el “frente
doméstico”, en la retaguardia, y no por ello es menos importante.
Sí, hay excepciones. Sobre todo se dan en la Unión Soviética
y en los movimientos de partisanos. El caso de la Unión Soviética se debe a la
concepción revolucionaria del igualitarismo (ahí están ejemplos como las “Brujas
de la Noche” o la francotiradora Lyudmila Pavlichenko). Durante la Revolución de Febrero ya se habían formado un puñado de batallones exclusivamente femeninos como recurso propagandístico para levantar la moral de los soldados rusos que luchaban en la Primera Guerra Mundial. En el caso de los partisanos, es debido a que el frente doméstico y el frente
real quedan mezclados debido a una ocupación extranjera, como en el ejemplo de
Francia tras la capitulación. El problema es que esas historias quedan
discriminadas por la óptica hollywoodiense de nuestro mundo globalizado.
En el caso de los movimientos de resistencia en los países
occidentales (por poner un ejemplo menos soviético) tenemos a mujeres como Hannie Schaft (holandesa),
Ada Gobetti (italiana)
o Violette Szabo
(francesa). Precisamente porque el ejército regular era algo eminentemente
masculino, las mujeres eran excelentes espías si sabían seducir a la persona
correcta. Una vez conseguidos los planes del enemigo, se ponían en contacto con
las células de resistencia locales y comenzaba la sangre. Esas células de
resistencia podían tener algún combatiente femenino, pero tampoco era que los
roles de combate los asumieran mujeres.
Voluntarias británicas haciendo las labores de cuerpos de Protección Civil (suspiro romántico).
También tenemos casos en los que es mucho más fácil
encontrar a una mujer en tiempos de guerra, pero siempre normalizadas como
cuerpos auxiliares. Ahí están los ejemplos de mujeres ayudando a la población
civil durante los bombardeos de Londres, realizando trabajo de oficina para el
ejército o asumiendo el papel de sus contrapartidas masculinas en las cadenas
de montaje. Pero, claro, no son trabajos tan espectaculares como matar nazis
con una Thomson entre frenéticas explosiones.
Esto es algo sencillo. Un país es capaz de recuperar su carga
demográfica más fácilmente si mueren los hombres que si mueren las mujeres. Por
eso veinte años después de una debacle demográfica como fue la Primera Guerra
Mundial pudo ocurrir la Segunda Guerra Mundial.
Hasta aquí la parte relativa a la historia. Empecemos con lo
relativo a la fidelidad histórica en los videojuegos.
Si quieres historia pura y sin adulterar, lee un libro de
Historia. Simple y llanamente. Un videojuego es entretenimiento basado en
narraciones ficticias. Incluso en videojuegos con una fuerte carga histórica lo
primero que hago es ver hasta qué punto puedo joder la cronología tradicional.
¿Enviar espartanos a conquistar Inglaterra? Hecho ¿Ganar alguna Guerra Mundial
con Alemania? Hecho ¿Unificar Europa bajo el mando de Napoleón? Hecho. Por el
amor de Dios, si hasta he conquistado todo el Planeta con Andorra en el Hearts
of Iron.
Primo de Rivera luchando por la Segunda República en 1916 mientras invade Francia durante la Primera Guerra Mundial. Si eso no es respetar la Historia, yo ya no sé lo que es.
La guerra no son multitudinarias batallas por tierra, mar y
aire en la que los dos bandos se lanzan a la carrera el uno contra el otro. Eso
sería un desperdicio de material y hombres absurdo. Es mucho más racional
empujar poco a poco, aprovechando momentos de debilidad del enemigo. Pero
claro, no vendería un videojuego en el que te pasaras todo el rato sentado en
un agujero hasta que una bala perdida hiciera saltar el GAME OVER. O qué decir
de morir de una puta disentería, que queda tan poco guerrero y épico.
Con esto quiero decir que cualquier videojuego que presuma
de ser histórico significa que será “ligeramente más histórico” y no
“completamente histórico”. Y eso está bien, porque cuando quiero Historia no me
abro el Call of Duty. De igual forma que cuando quiero entretenerme un rato no
me leo la “Trilogía de las Eras” de Hobsbawm.
La “Trilogía de las Eras”, mil y pico páginas de acción trepidante sin respiros.
Si se va a criticar el nuevo tráiler de Battlefield porque
sale una mujer, que se critique con fundamento. Que se señale a todos los
vendehúmos que pones el sello de “HISTÓRICO” a cualquier chorrada. Porque,
amigos míos, tan incorrecto es el sexo de la protagonista del video como el
hecho de que lleve un bate de cricket como arma cuerpo a cuerpo (altamente
irregular respecto a las normativas militares).
Respecto a la personalización del equipo, os invito a buscar
fotos de época. El equipo está estandarizado por una simple cuestión: facilitar
el suministro. Si tienes una escuadra con los soldados armados cada uno con un
arma diferente, vas a tener SUDORES FRÍOS cada vez que toque amunicionarles.
Yendo a lo más básico: si uno de esos soldados se rompe el pantalón, vas a
tener otro pantalón igual que darle. Para eso funcionan los uniformes, y si
cada uno se viste como les sale de las pelotas, la cosa deja de funcionar.
Otra de las cosas por las que existe el uniforme es para
poder diferenciar a tus compañeros en mitad del caos. Las regulaciones bélicas
castigan enormemente el hacer la guerra vestido de civil o con el uniforme del
enemigo, hasta el punto de enfrentarte a una ejecución sumarísima. Porque no
llevar el uniforme que te corresponde se considera “hacer trampas” en el juego
de la guerra. Lo cual quiere decir que la personalización cosmética de los
shooters también es incorrecta históricamente.
Señalemos todo lo que que está mal, no nos quedemos en lo fácil, copón.
Independientemente del sexo elegido para la protagonista del
tráiler, podemos ver primerísimos planos de su brazo protésico. Una mutilación
era un pasaporte para la retaguardia y el fin efectivo de tu vida militar. Sin
una pierna no puedes correr, sin un brazo no puedes sujetar un arma. Por muchos
pinchos y aspectos agresivo que tenga tu prótesis, un brazo protésico es un
brazo muerto que no puede asegurar el arma cuando ocurra el retroceso de un disparo.
Que hayan puesto mujeres soldado puede que sea lo más
llamativo, pues independientemente de lo que sepamos de Historia sabemos
distinguir el sexo de una persona a simple vista, pero no es lo más grave. Es
solamente la punta más evidente de un iceberg mucho más grande de
incorrecciones históricas. Cada vez que veáis videojuegos que anuncian a bombo
y platillo lo históricos que son, desconfiad. La guerra no es divertida. La
guerra no es espectacular.
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