domingo, 4 de febrero de 2018

El instante más oscuro (el análisis)



El 21 de julio de 2017 se estrenó Dunkerque, de Nolan. Menos de doce meses después tenemos “El instante más oscuro”. Significa que, en alrededor de medio año, tenemos dos películas sobre uno de los episodios más heroicos de Reino Unido. Y ni siquiera es su aniversario.

¿Qué está pasando?

La película empieza con imágenes de documentales de época. Contextualizan un poco la época y ponen de manifiesto que el 9 de mayo de 1940 Neville Chamberlain necesitaba un abracito. Parece que alguien se leyó mi análisis sobre Dunkerque cuando empezó a rodar “El instante más oscuro” ¿eh?

De hecho, durante toda la película se lleva el cómputo del día en el que ocurre la acción. Como la película se mueve en una cuña temporal muy estrecha, es hasta placentero ver cómo cambia del día 9 al día 10, para pasar al siguiente día relevante.

En líneas generales, y en materia de Historia, “El instante más oscuro” es MUCHÍSIMO mejor que “Dunkerque” de Nolan. Simplemente, le da mil patadas: no solo tiene un contexto histórico muchísimo más trabajado, sino que además trabaja muchísimo el contexto cronológico. Joder, si es que ni siquiera puedo sacar faltas graves ni soltar bilis.

- A ver si lo he entendido, Benito... si firmo esto, no habrá guerra en Europa ¿no?
- ...
- Mussolini ¿te estás riendo?
- ¿Yo? que va...
- Mussolini, cabrón, tú te estás riendo.

Eso sí, nada le quita que sea un espectacular lavado de imagen de Churchill. Nos lo presentan como un tipo excéntrico pero entrañable, no especialmente seguro de sí mismo pero firme en sus decisiones. Su alcoholismo y su afición por los puros son retratadas de forma simpática. Un tío afable pero con mano dura, en definitiva.

En la realidad Churchill no era el mejor político del momento: desastre en Galípoli, en la Guerra Civil Rusa, en el patrón oro… las malas decisiones que tuvo abundaban, vamos. En momentos tan duros como son los del inicio de la Segunda Guerra Mundial accedió al cargo de Primer Ministro de Inglaterra porque era el que menos daño podía hacer si dimitía, porque ya sabéis que la guerra tiene esa cualidad de desgastar a los políticos.

Más o menos lo que ocurrió con Portela Valladares en la Segunda República, que le dieron el poder porque pasaba por allí. Churchill cosechaba un dudoso currículo de cagadas. Durante la Primera Guerra Mundial se involucró demasiado en el desembarco de Galípoli, que fue un desastre. Entre sus detractores se le conocía con el cariñoso mote de “El Carnicero de Galípoli”.

Si algo falta en este blog, son fotos de Manuel Portela Valladares.

En la Guerra Civil Rusa no es que mejorara demasiado. Insistió en tener mano dura con los bolcheviques y fue partidario de una intervención británica en la Guerra Civil Rusa. Al final, cuando gran Bretaña oficialmente dio la espalda a los rusos blancos, él se encargó de seguirles pasando armas de contrabando a los que luchaban contra los rusos rojos.

En líneas generales, Winston Churchill era visto como un político belicoso, lo cual contrastaba enormemente con el trauma que tenía Chamberlain con la guerra. Supongo que ver como toda una generación de ingleses se quedaba en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial ayuda a que intentes evitar la guerra por todos los medios. Para Chamberlain apaciguar a Hitler no era cuestión de gusto, era el “mal menor” que evitaría que otro cargamento de ingleses se quedaran bajo tierra en la Europa continental.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill se alejó muchísimo de la visión amigable que dibujan en la película. Sin ir más lejos, apoyó sin reservas el bombardeo de Dresde, pese a que no tenía valor militar ni estratégico. Pero la faceta más oscura de Churchill sale a la luz en Bengala y Checoslovaquia.

- Mister Churchill, tiene que mantener al menos un ojo abierto para poder apuntar.
- Ah, joder, es que a mi todo lo que no sea fumar puros y beber whisky me pilla de nuevas.

Churchill era tremendamente racista. Pero no nos llevemos las manos a la cabeza, todo el mundo lo era en la época y no pasaba nada. En sus propias memorias habla de los indígenas de las colonias como si fueran poco más que animales. Así que no es extraño que bajo su mandato se dictaminara una política de tierra quemada en las propiedades coloniales británicas de la zona de Bengala.

Ante el avance de los japoneses por el pacífico, los ingleses optaron por arrasar los campos y confiscar todo lo que flotara en el agua, lo cual incluía los barcos de pequeños pescadores. El precio de las reservas de alimentos almacenados se disparó, haciendo que dos millones de personas murieran de inanición.

Pero pongamos que no os importan las vidas de dos millones de indios porque aún quedan otros tantos millones de indios más por ahí.

No quiero asustarle, Señor Churchill, pero puede que tenga un negro detrás.

Checoslovaquia había sido un país joven nacido con los tratados de paz de la Primera Guerra Mundial. Fue ocupado por Alemania de forma más o menos pacífica gracias a la pasividad de los Aliados en los Acuerdos de Múnich. Gracias a esa ocupación pacífica, su industria no se vio afectada y comenzó a producir armamento para el Reich.

Churchill básicamente adiestró un puñado de comandos checoslovacos para lanzarlos en paracaídas y que se cargaran al gobernador nazi Reinhard Heydrich. El plan era detonar una espiral de violencia cuando los nazis comenzaran a reprimir y la resistencia comenzara a vengarse. Crear el caos y el desorden para que a los nazis les costara más eso de producir material de guerra en Checoslovaquia, a costa de los propios checoslovacos a los que les habían contestado “LOL XD” cuando el III Reich pretendía anexionarse los Sudetes.

Pese a que es carne de propaganda de Churchill, la película me ha gustado.


Le doy un 7.

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