Y vamos con el segundo libro de la colección: Voluntario en España.
John Sommerfield es un intelectual, aunque no es un erudito.
Provenía de la clase media inglesa, pero abandona las relativas comodidades de
las que gozaba por un trabajo precario y una vida bohemia. Porque es lo que
estaba de moda en el periodo de entreguerras. Ser bohemio, beber absenta y
explorar las vanguardias en Montmartre.
Desde el principio, “Voluntario en España” participa de la
euforia inicial de la contienda. Todo lo comunista le entusiasma: las banderas
rojas, cantar la Internacional, el material bélico de fabricación rusa, las
milicianas… La obra la escribe cuando su fase comunista está en su máximo
apogeo, así que la finalidad de la obra es la de informar a la par que
concienciar. Lo cual quiere decir que muchas veces puede rozar lo
propagandístico.
Que a ver, que yo también tengo mis musas de la Guerra Civil, pero por lo menos no lo voy escribiendo en un libro.
Durante su estancia, lucha en la Ciudad Universitaria, donde
experimenta el combate casa por casa (en los edificios de las facultades) y en
campo abierto. No voy a decir que “disfruta” de su estancia en las trincheras,
pero tampoco se lo pasa del todo mal. Ocupa aulas en la universidad y se monta
un pequeño centro de mando para montar guardia, mientras saquea la biblioteca
en busca de libros con los que matar el rato.
Sus andanzas en la guerra civil acaban cuando, a finales de noviembre, se pierde en el campo de
batalla y tiene que arrastrarse por la intemperie un par de días hasta que lo
encuentran. La lluvia, el frío y el ayuno le hacen coger una buena neumonía y
es repatriado a Inglaterra. Mientras tanto, había sido dado por muerto y todo,
así que volver a su casa es una odisea de entre los muertos. Literalmente.
Seguramente en la madera de ese pupitre esté tallada la tabla periódica. De mi etapa de estudiante, no recuerdo una sola mesa que no la tuviera.
Sommerfield reanuda sus costumbres bohemias en Londres. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se alista en la RAF y lo envían a Burma, donde no hace mucho y es conocido por ser un alborotador. Los alborotadores británicos compaginan su labor como agitadores con un humor británico característico. Posteriormente, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se reincorpora a la vida civil y a su labor de escritor. Sin embargo, tras la invasión de Hungría por parte de la URSS, se desilusiona y el comunismo deja de ser uno de los ejes principales de su vida.
Pero a lo que nos interesa: el libro tiene 3 partes más o
menos diferenciadas. Las 2 primeras son estructuradas y cronológicas, la
tercera es difusa y fragmentada, compuesta de microhistorias muy breves, a
veces sin relación. Las dos primeras TIENEN una línea muy clara, con un
principio y un fin, con un sentido narrativo. Sin embargo, el último tramo del
libro parece estar compuesto por recuerdos y sensaciones.
La primera parte comienza en Paris. La Ciudad de las Luces,
compañerismo y euforia ¿Quién necesita nada más? En la estación de Quai d’Orsay
se encuentra con compañeros de viaje, con los que cruzarán Francia en tren. Con
ellos comparte el trayecto y los planes, ideas de bombero y expectativas sobre
lo que encontrarán en España. Como una pandilla de adolescentes en viaje de fin
de curso.
El ajedrez republicano, el único juego que ganas si eres el primero en perder al rey y la reina.
La segunda parte transcurre en territorio español ya. Han
llegado en barco y el viaje ha sucedido sin contratiempos. Se mantiene la
ilusión del capítulo anterior y todo el mundo está eufórico. Los paisajes
(tanto físicos como humanos) son idealizados totalmente, rozando casi lo
folklórico, con abundancia de habitantes autóctonos agradecidos. Es curioso que
muchos de los voluntarios se apuntan alegremente a defender a España del
fascismo, pero es sorprendente lo poco que saben del país.
La tercera parte es la más tocada por la guerra. Han entrado
en Madrid entre vítores, pero la
preparación bélica que han tenido ha sido deficiente. El combate es traumático
y por todos lados hay caos, destrucción y muerte. Esta tercera parte es donde
ganan veteranía, al igual que en Sin novedad en el Frente, se acostumbran a
identificar las bombas y balas por el sonido que hacen. La guerra es
desagradable y embrutecedora, pero necesaria para acabar con el fascismo.
Durante todo el libro, la perspectiva es grupal: el
protagonista es el proletariado internacional militante, no Sommerfield. Los
demás personajes están apenas esbozados con pinceladas generales que los
caracterizan y diferencian. Después de todo esto, el libro termina abruptamente
con un final que apenas ocupa dos hojas, como si Sommerfield no quisiera
escribir más sobre el tema.
Si te ha gustado esta entrada, puede que te interesen estas otras de la misma temática:
- Esmond Romilly: "Boadilla".
- John Sommerfield: "Voluntario en España".
- T.C. Worsley: "Los ecos de la batalla".
- Frank Pitcairn: "Corresponsal en España".
- Varios Autores: "La prensa británica y la Guerra Civil española".
- Keith Scott Watson: "Rumbo hacia una España en guerra".
- Katharine Atholl: "Con los reflectores sobre una España en guerra".
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