El paso del paganismo clásico al
cristianismo medieval viene acompañado de un cambio en las representaciones del
tiempo. El calendario pagano que marcaba los ritmos de la naturaleza no cambió,
solo se adaptó al tiempo litúrgico cristiano. El año empezaba en diferentes
fechas según las preferencias culturales de los diferentes países: Natividad,
Anunciación, Semana Santa… La Iglesia lo que quería era que el año empezase en
la celebración de algún hito importante en la vida de Cristo, no en enero
porque era una fecha muy pagana.
Y es que enero era un mes consagrado al dios Jano, deidad
romana con una cara que miraba al futuro y otra cara que miraba al pasado. Por
otro lado, el primero de enero (kalendas) se celebraba en la cultura romana el
día de las estrenas o strenae, un día
en que el patrón daban regalos a sus clientes para asegurarse su fidelidad el
año que estaba por venir. El hecho de comprar las voluntades de los hombres era
totalmente contrario al pensamiento cristiano de la limosna (desinteresada, unilateral y amorosa) y
caridad cristiana. Sin contar con el inconveniente de que además generaba
actitudes poco cristianas como la envidia, codicia y la soberbia. Césareo de
Arles (s. V) censuraba las estrenas y proponía el cambio por una limosna para los pobres mediante la que ganarse la
vida eterna.
Sin embargo las orgías, para tristeza de muchos, no han perdurado como tradición
Otro problema del 1 de enero es las mascaradas,
tradicionalmente ha habido fiestas de disfraces y los clérigos medievales no
encontraban palabras para desaprobar esta práctica. Era mofarse de la Creación
y del orden establecido por Dios: los hombres se disfrazaban de mujeres ¡o
incluso de animales! Las mascaradas también evocaban a poderes mágicos y
oscuros. En otras palabras: mediante el uso del disfraz, intentabas ser algo
que Dios no había querido que fueras y por lo tanto estabas cometiendo algo
antinatural. El Infierno debe estar lleno de amantes del carnaval de Río y
drag-queens.
Otra cosa que no gustaba a la Iglesia eran las
felicitaciones del año nuevo. Uno podía desear un próspero año nuevo a alguien,
pero sólo será próspero… si Dios quiere. El desear un feliz futuro se entendía
como una forma de adivinación o incluso soberbia al desafiar el destino que
Dios te tenía preparado. Además, se decretó el ayuno en Año nuevo para combatir
la costumbre pagana de comer opíparamente hasta, textualmente, vomitar. Por eso
ahora sé que cada año que me voy a la cama a punto de reventar, soy un poco más
pagano y un poco menos santo.
Clérigos y caballeros dando la espalda al tercer estado, como siempre
Dies tinearum et
murium era una fiesta de carácter rural, celebrada también en enero, en la
que se juntaba alimento y ropa y se dejaba en la plaza de los pueblos para que
los roedores se alimentaran. Era una forma de
hacer un pacto con estos animales para que se quedaran saciados y el
resto del año dejasen en paz las cosechas, los graneros y las poblaciones. Los
ratones eran muy comunes en la vida medieval, tanto que era normal que para protegerse
contra los ellos se colgaran a los bebes en cunas suspendidas con tiras de
cuero del techo para evitar que los ratones les mordieran. En el arte medieval
cuando se quiere representar un interior se representaba a un gato para
simbolizar que ese interior está protegido contra las plagas.
Exceptuando esta última costumbre, que no tiene cabida
en la sociedad racional actual, puedo darme cuenta de lo fuertes que pueden
llegar a ser algunas tradiciones. Cada Nochevieja me reúno con la familia para
cenar y recenar. Cada fin de año mis amigos me llaman para que vaya con ellos vestido
gorritos de fiesta, collares de flores de plástico y otros accesorios no menos
absurdos. Cada Navidad recibo regalos de por Reyes. Cada año que pasa estamos perpetuando,
sin saberlo, costumbres más antiguas de lo que pensamos.
El Duque de Berry poniéndose fino en Año Nuevo
Ignoramos muchas veces, tradiciones, paganas, pero tenemos tradiciones familiares no relacionadas a esas fiestas paganas.
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