domingo, 24 de enero de 2021

Andorraland Paris, el lugar donde tus sueños neoliberales se hacen realidad.



Andorra es el microestado más grande de Europa y uno de los más famosos paraísos fiscales que conoce España. Los españoles no somos de irnos a las Islas Caimán, a las Seychelles o Suiza (sólo algunos); somos más de montarnos en el coche y coger la Carretera Nacional 145 hasta llegar a Andorra, y comprar allí buenos transistores a un precio muy competitivo. O eso me ha enseñado en Consejo de Ancianos.

El paraíso (fiscal) perdido en los valles pirenaicos no se diferencia mucho del resto de historia del terruño que le rodea, no es especial. La Prehistoria se resume en golpear piedras primero y cultivar cosas después. El brasas de Polibio habla del pueblo de los andosinos, pero posteriormente son romanizados como todo hijo del vecino e incorporados a la Provincia Tarraconense. Luego llegan los visigodos y después los musulmanes, que pasan por ahí sin hacer mucho caso.

Carlomagno a punto de preparar la escenografía de jugar a Warhammer.

Pero llega el feudalismo y lo jode todo con unas relaciones feudo-vasalláticas terribles de entender, de esas que se caga la perra. Pero para simplificar las cosas, hagamos caso al mito: Carlomagno concede soberanía al territorio y un par de siglos más tarde, para evitar tensiones por ver quién se lo quedaba, se establece un coprincipado en igualdad de condiciones entre el conde francés de Foix y el obispo de Urgel. Y a su vez, ambos eran vasallos del Rey de Aragón.

La alternativa a esa explicación es una sucesión de herencias y legados, matrimonios, luchas entre la Iglesia y los poderes civiles, diezmos y asuntos militares. Y creedme, no queréis esa explicación. Es difícil hacer chistes y aun más difícil hacer rimas graciosas con el concepto "condominio feudal".

Durante la Revolución Francesa, el Obispo de Urgel se hizo con el control de todo Andorra porque el Rey de Francia, legítimo heredero del coprincipado de Foix, estaba demasiado ocupado siendo guillotinado. Napoleón le tuvo que recordar al obispo que aquí mandaban los dos y que no se pasara de listo. Luego los ingleses le recordaron a Napoleón que el legítimo heredero era el Rey de Francia, que no se pasara de listo él.


Andorra en todo su feudal esplendor.

Y Andorra siguió siendo un territorio bastante feudal hasta, básicamente, el siglo XX. Eso del sufragio lo llevaban regular porque no comprendían el hecho de que los pobres también podían tener opiniones políticas. Y hasta 1970 no comprendían el hecho de que las mujeres también podían tener opiniones políticas.

Pero el periodo más divertido de la historia de Andorra es el siglo XX, como debe ser. En ese momento pasa de ser un valle que no interesa a nadie perdido en medio de ninguna parte, a ser un paraíso fiscal para dos sectores poblacionales muy diferentes: señores carcas con sombrero de copa y monóculo que fuman carísimos puros importados y jóvenes adictos a las luces de muchos colores en sus periféricos informáticos, cuya ingesta de líquidos se hace a través de bebidas energéticas.

Pero a lo que íbamos, el siglo XX.

 Boris de Skossyreff. Quedaos con la cara de splicer del Bioshock que tiene. Será importante para el siglo XX andorrano.

Estando a caballo entre Francia y España, Andorra se convirtió en el lugar perfecto para el contrabandista entrepeneur. Algo similar al típico puerto pirata de las películas, solo que en Andorra había cabras y menos palmeras. Esa situación geográfica también hizo que durante la Guerra Civil Española los gendarmes franceses ocuparan Andorra para pacificarla. Rodeada por la España franquista por una parte y por el Régimen de Vichy por otra… pues bueno, digamos que el ejército andorrano no estaba como para defenderse. Cuando Vichy se desmorona, Andorra es ocupada por gendarmes franceses que intentan evitar una hipotética invasión franquista y guardias civiles que quieren evitar que Andorra sea usada como base para los guerrilleros.

Pero el periodo dorado de la historia de Andorra es el reinado de Boris I de Skossyreff, un ruso que se autoproclamó Rey de Andorra en el verano de 1934, y empezó a hacer reformas (llegando incluso a elaborar una Constitución, ojo ahí). También le declaró la guerra al Obispo de Urgell, porque si eres rey y no declaras la guerra a nadie, estás desaprovechando el cargo. Lo que pasa es que el Obispo de Urgell tenía un ejército más poderoso: cinco guardias civiles, concretamente, que detuvieron a Boris sin que nadie tratara de defenderlo.

Como comprenderéis, todo lo que siguió a ese magno evento fue cuesta abajo y sin frenos. Decadencia y paraíso fiscal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario