Andorra es el microestado más grande de Europa y uno de los
más famosos paraísos fiscales que conoce España. Los españoles no somos de
irnos a las Islas Caimán, a las Seychelles o Suiza (sólo algunos); somos más de
montarnos en el coche y coger la Carretera Nacional 145 hasta llegar a Andorra,
y comprar allí buenos transistores a un precio muy competitivo. O eso me ha
enseñado en Consejo de Ancianos.
El paraíso (fiscal) perdido en los valles pirenaicos no se
diferencia mucho del resto de historia del terruño que le rodea, no es
especial. La Prehistoria se resume en golpear piedras primero y cultivar cosas
después. El brasas de Polibio habla del pueblo de los andosinos, pero
posteriormente son romanizados como todo hijo del vecino e incorporados a la
Provincia Tarraconense. Luego llegan los visigodos y después los musulmanes,
que pasan por ahí sin hacer mucho caso.
Pero llega el feudalismo y lo jode todo con unas relaciones feudo-vasalláticas terribles de entender, de esas que se caga la perra. Pero para simplificar las cosas, hagamos caso al mito: Carlomagno concede soberanía al territorio y un par de siglos más tarde, para evitar tensiones por ver quién se lo quedaba, se establece un coprincipado en igualdad de condiciones entre el conde francés de Foix y el obispo de Urgel. Y a su vez, ambos eran vasallos del Rey de Aragón.
La alternativa a esa explicación es una sucesión de
herencias y legados, matrimonios, luchas entre la Iglesia y los poderes
civiles, diezmos y asuntos militares. Y creedme, no queréis esa explicación. Es
difícil hacer chistes y aun más difícil hacer rimas graciosas con el concepto "condominio
feudal".
Durante la Revolución Francesa, el Obispo de Urgel se hizo
con el control de todo Andorra porque el Rey de Francia, legítimo heredero del
coprincipado de Foix, estaba demasiado ocupado siendo guillotinado. Napoleón le
tuvo que recordar al obispo que aquí mandaban los dos y que no se pasara de
listo. Luego los ingleses le recordaron a Napoleón que el legítimo heredero era
el Rey de Francia, que no se pasara de listo él.
Y Andorra siguió siendo un territorio bastante feudal hasta, básicamente, el siglo XX. Eso del sufragio lo llevaban regular porque no comprendían el hecho de que los pobres también podían tener opiniones políticas. Y hasta 1970 no comprendían el hecho de que las mujeres también podían tener opiniones políticas.
Pero el periodo más divertido de la historia de Andorra es
el siglo XX, como debe ser. En ese momento pasa de ser un valle que no interesa
a nadie perdido en medio de ninguna parte, a ser un paraíso fiscal para dos sectores
poblacionales muy diferentes: señores carcas con sombrero de copa y monóculo
que fuman carísimos puros importados y jóvenes adictos a las luces de muchos
colores en sus periféricos informáticos, cuya ingesta de líquidos se hace a
través de bebidas energéticas.
Pero a lo que íbamos, el siglo XX.
Estando a caballo entre Francia y España, Andorra se convirtió en el lugar perfecto para el contrabandista entrepeneur. Algo similar al típico puerto pirata de las películas, solo que en Andorra había cabras y menos palmeras. Esa situación geográfica también hizo que durante la Guerra Civil Española los gendarmes franceses ocuparan Andorra para pacificarla. Rodeada por la España franquista por una parte y por el Régimen de Vichy por otra… pues bueno, digamos que el ejército andorrano no estaba como para defenderse. Cuando Vichy se desmorona, Andorra es ocupada por gendarmes franceses que intentan evitar una hipotética invasión franquista y guardias civiles que quieren evitar que Andorra sea usada como base para los guerrilleros.
Pero el periodo dorado de la historia de Andorra es el
reinado de Boris I de Skossyreff, un ruso que se autoproclamó Rey de Andorra en
el verano de 1934, y empezó a hacer reformas (llegando incluso a elaborar una Constitución,
ojo ahí). También le declaró la guerra al Obispo de Urgell, porque si eres rey
y no declaras la guerra a nadie, estás desaprovechando el cargo. Lo que pasa es
que el Obispo de Urgell tenía un ejército más poderoso: cinco guardias civiles,
concretamente, que detuvieron a Boris sin que nadie tratara de defenderlo.
Como comprenderéis, todo lo que siguió a ese magno evento
fue cuesta abajo y sin frenos. Decadencia y paraíso fiscal.
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