Escribo esto un lunes porque el domingo estaba demasiado ocupado como para hacerlo.
Resulta que Don Facebook ha tenido a bien el prohibirme escribir o comentar nada durante 30 días por incitación al odio. He intentado hablar con una persona humana y racional, pero el algoritmo ha detectado la cara de Hitler en una foto que subí en 2017 y es implacable. Cualquier persona con dos dedos de frente sabría que la foto del dictador de origen austríaco está usada con fines humorísticos y que no se busca enaltecerlo. Precisamente, tratando a los que se rían del dictador con la misma dureza con la que se trata a los que lo alaban, lo que se está consiguiendo es igualar a los dos bandos.
Pero independientemente del contexto, parece ser que el algoritmo es infalible e inapelable.
Cortada esa fuente de tráfico, me veo obligado a tomarme unas vacaciones que van a ser empleadas en 1) avanzar en la tesis y en 2) prepararme una conferencia que tengo a final de mes. Y a lo mejor me voy a la India a encontrarme a mi mismo o yo qué se.
Pero vamos, que, por lo visto, hacer memes con la cara de Hitler se paga caro. No es como si hubiera hecho pantanos.
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