domingo, 1 de diciembre de 2019

El novedoso Protoestado™




Es difícil saber si ya has hablado de algo cuando llevas ya siete años escribiendo un blog pero, en el hipotético caso de que ya haya hablado por aquí del protoestado, haremos ambos como que nunca ha ocurrido. Será nuestro pequeño secretillo.

La Prehistoria tiene muchas cosas y, como todo el mundo sabe, son todas malas. En su desesperado intento de avanzar en el tiempo y alejarse del asco que daba vivir en cuevas y vestirse con pieles (por no hablar de que el único y más avanzado pasatiempo era golpear piedras de sílex a ver qué salía), las comunidades se asentaron definitivamente en territorios.

Se asentaron de la misma forma que yo me asiento delante del ordenador: eternamente, porque eran unos vagos. Aunque expertos mucho más expertos que yo dicen que pudo ser la agricultura, me gustaría imaginarme a la primera persona que pensó que perseguir presas y forrajear estaba sobrevalorado, que prefería cultivar sus propias hortalizas porque no intentan huir.

Los primeros agricultores básicamente eran hippies demasiados vagos para moverse con sus comunidades de cazadores-recolectores.

Y claro, con el descubrimiento de la agricultura llega el descubrimiento de los conflictos con las lindes. Y solamente por encima de las luchas internas en las comunidades (ah, las rencillas con los vecinos que dan sabor a la vida de cualquier pueblo…) están las luchas con la aldea vecina. Que todo el mundo sabe que los del pueblo de al lado son idiotas.

Esto sucede así: eres un agricultor y, harto de que te saqueen las tierras y te maten a la familia te juntas con otros agricultores en tu misma situación. Pero el enemigo hace lo mismo, y se juntan también para ser más eficientes saqueando vuestras tierras y matando a vuestras familias.  Y de esta forma, con las rencillas entre aldeas, llegó la necesidad de seguridad mucho antes de que Maslow empezara a dar la tabarra con su dichosa pirámide.

Ejemplo de uno de esos primeros habitantes especializados en combate.

Y con la necesidad de defensa empezaron a surgir los primeros aldeanos especializados en combate, lo cual era un gran paso adelante como sociedad no sólo porque empezó a refinarse eso de matar gente. Simplemente era necesario hacer más compleja la sociedad porque ya no eran todos productores-consumidores: ahora había solamente consumidores (porque había que mantener a esos soldados profesionales, que necesitan comer pero no tienen tiempo para estar segando el campo).

Por no hablar de que esas incipientes sociedades necesitaban cosas como murallas y otras defensas pasivas, que era necesario que alguien se esforzara en hacer muros rectos y altos. Y con la especialización llegó la estratificación, porque no hay nada mejor que mandar para justificar que eres mejor que el resto. Dedicarte a mandar en nombre de algún dios o mandar por ser el más fuerte, no hay demasiada diferencia. Recuerda: No es chantaje si a cambio de los diezmos realmente te dedicas a proteger a quienes pagan.

Con la estratificación surgió la escritura, que las órdenes dichas de viva voz se pueden olvidar, pero si lo dejas escrito en piedra… ay, amigo, las cosas escritas en piedra son para siempre. Lo malo es que, 4000 años después, alguien podría leer tu lista de compra. O esas cosas peores que escribes en internet.

Egipcios leyendo cosas escritas en cuneiforme.

El tener a gente especializada en dominar tareas concretas hizo que se generaran empleos como el de alfarero o el de herrero. Y así se evitaba que todo el mundo tuviera que hacer un poco de todo y se aumentaba la producción. Tan solo tenías que cambiar tu trigo por un par de cuencos de arcilla recién hechos o un cuchillo de bronce bien chulo, lo que fomentó los intercambios comerciales.

A la larga, los caudillos y reyezuelos empezaron a atesorar cosas como puntas de lanzas. Puede resultar extraño, pero aun no se había inventado el dinero, así que la mejor forma de demostrar a tus vecinos lo próspera que era tu gente era presumir de los muchos herreros que podías mantener a la vez fabricándote cosicas metálicas. Y si la envidia llevaba a tus vecinos por el lado oscuro, siempre podías manchar esas puntas de lanza con las tripas de unos cuantos.

En definitiva, quiero que os quedéis con que el protoestado es como el rock turco de los años 70: es algo raro, desconocido por una mayoría, pero seguro que hay algún friki especializado que sabe absolutamente todo.

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