El once se septiembre ocurrieron un huevo de cosas. Finalizaba
la batalla de Teutoburgo, que hacía desaparecer a un par de legiones romanas y
empezaba la moda entre bárbaros germanos de llevar equipamiento romano. Ese
mismo día es famoso porque hubo un atentado terrorista (o quizá debería decir
EL atentado terrorista) en Nueva York y marcó un antes y un después en la
historia de Occidente. También un once de septiembre ocurrió nosequé con
Cataluña.
Pero hoy no vamos a hablar de nada de eso. En el día
de hoy vamos a viajar a 1973, Santiago de Chile.
El inicio de la década de los años setenta había sido
durillo para Chile. Sumido en una fuerte convulsión social y una economía
“no-demasiado-brillante” el país no era precisamente que digamos un ejemplo de
estabilidad, en un subcontinente en el que existe demasiada afición por los
gobiernos autocráticos.
Sudamérica: el Marina D'Or de las dictaduras.
En 1970 Salvador Allende accede democráticamente a la
presidencia chilena, siendo el primer marxista que sube al poder por el voto y
no por una guerra civil/golpe de estado. Esto, en el contexto de la Guerra
Fría, puso tremendamente nerviosos a los Estados Unidos, que empezaron a buscar
una forma de poner fuera de juego a Allende antes incluso de que ganara las
elecciones.
Por eso en 1973 se intenta dar un golpe de estado con
blindados (denominado muy gráficamente “el Tanquetazo”). Spoilers aparte, acabó en fracaso y los
responsables fueron depurados de sus funciones en el ejército. Pero más bien habría que decir “fracasó, pero no
mucho” porque apenas tres meses después venían los acontecimientos del 11 de
septiembre y el golpe de estado de Augusto Pinochet.
La versión antropomórfica de Polonia a principios de 1939.
En realidad el Tanquetazo había servido para medir las
fuerzas gubernamentales y la capacidad de oposición de las milicias de
izquierda en caso de conflicto abierto. El ejército cerró filas y empezaron los
contactos para encontrar un apoyo cohesionado a un futuro golpe de estado a
escala nacional, que es lo que ocurrió en septiembre. En definitiva, los
golpistas chilenos habían superado el tutorial del videojuego con éxito y ya
sabían cómo funcionaba la cosa.
El día 11 de septiembre comienza con la marina chilena
tomando las calles de Valparaiso. Así, sin lubricar ni nada. Sales a comprar y
te encuentras de repente a un montón de infantes de marina tomando posiciones
en la calle, y tú sin poder ir a la frutería del cuñado de tu vecina a por
plátanos porque los soldados han declarado el estado de guerra sin tener en cuenta tus necesidades de potasio.
A ver, vista esta foto ¿a alguien le sorprende que Pinochet hiciera lo que hizo? Si sólo le faltaba cambiarse el nombre por Malo Malvadez.
En Santiago, la capital, Allende se hace fuerte en el Palacio
de La Moneda. Por ahora ignoran la magnitud del golpe, y Allende incluso cree
que Pinochet está de su lado, cuando los
carabineros o el ejército estaban anulando a las principales células de
resistencia antes incluso de que empezaran a coordinarse. No sospechan que es
algo más gordo hasta que el Palacio de La Moneda es rodeado por tanques.
De hecho, el Palacio de La Moneda no solamente fue
cañoneado con tanques, también fue bombardeado por aire y, después de ser
reblandecido con bombas, asaltado posteriormente con infantería. Gracias a lo
cutres que fueron los golpistas, y debido a los progresos técnicos, se pudo
conocer las conversaciones privadas por radio que se hicieron entre oficiales sublevados. Y entonces te das cuenta
de la suerte que tuvieron y lo chapuceros que eran. Porque hablar en un canal abierto de matar al presidente y pedir que pareciera un accidente es de chapuceros.
Finalmente, desbordado y rodeado, Allende se suicidó
disparándose con su propio AK-47. Su dramática muerte pasó a ser un ejemplo de
cómo EEUU se entrometió en la política interna de países iberoamericanos. Pinochet,
por su parte, logró lo que otros dictadores no han conseguido: tener un álbum
de Mortadelo y Filemón caricaturizándolo.
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