Pequeñito aviso para lectores latinoamericanos: No os
toméis en serio mi blog. Soy un imbécil que se dedica a hacer bromas de ínfima
calidad que muchas veces pueden considerarse de mal gusto. Vamos, que el nombre
es “Diario de un vago histórico” no “Diario de un catedrático superserio” y eso
debería ponerte un poco sobre la pista.
Simón Bolívar ("el Boli para los amigos"), el magno político y militar Venezolano.
El liberador de Virreinatos. El semidios de metro sesenta y ocho.
Como mucha gente influyente de los siglos pasados,
Simón Bolívar fue algo porque nació en una familia aristocrática con dineros
que, como toda persona políticamente influyente de la época, era de ascendencia
española. Si muchos de los países de Sudamérica aún tienen trazas de
pigmentocracia en pleno siglo XXI, imaginaos como sería en el siglo XVIII.
El Simón Bolívar del siglo XXI. Sí, ese es el nivel.
Bolívar creció siendo un niño anodino sin nada
especial y cuando fue mayor lo mandaron a España a que aprendiera algo. Y en
vez de eso se casó con diecinueve años, iniciando la bella costumbre de follar
mucho en el Erasmus. ¿Cuánto duró el frenesí pasional de la luna de miel? Pues
no demasiado, porque se casaron en mayo de 1802 y para enero de 1803 su mujer
ya había pasado a mejor vida al contagiarse de paludismo al viajar a Venezuela
para presentarle a la familia. Morir de unas fiebres, otra bonita costumbre del
siglo XIX.
La muerte de su mujer le dejó muy afectado, y para
olvidarla se dedicó a viajar. Dejarse el dinero en viajes para encontrarse en
paz con uno mismo, qué tópico ¿no? Pero el caso es que viaja a Europa y en
París tiene una revelación: tiene que liberar a su patria de la tiranía
española. “Bolívar el niño pijo” se transmuta en “Bolívar el libertador”.
Simón Bolívar cuando trabaja de doble del actor Santiago Rodríguez Ramiro.
Paralelamente a la historia de superación personal de
Bolívar, España estaba teniendo una invasión napoleónica de nada. Los
territorios del otro lado del Atlántico veían ilusionados la Constitución de
Cádiz y, hablando pronto, empezaron a fantasear mucho con la idea de una
confederación española en la que no dependían de la monarquía hispánica.
Y aquí entra Bolívar y su visión mesiánica. No os voy
a aburrir con fechas y lugares, simplemente os voy a decir que Bolívar
convirtió a Venezuela en una república, los realistas españoles reconquistaron
mucho territorio y el que no pudieron conquistar se fragmentó en pequeños
señores de la guerra, se exilió en Jamaica y luego en Haití y llegó a la
conclusión de que si quería una independencia total había que ser más
ambicioso.
Porque de nada servía independizar Venezuela si los
españoles partidarios del monarca entraban por los países vecinos, te mataban a
las personas que estaban al mando y se marchaban dejando caos y manchas de
sangre (que se van muy mal de la ropa). Y de esta forma surge la idea de la
Gran Colombia. Para los poco puestos en ese periodo, la Gran Colombia era una
especie de unión de lo que ahora son los países de Colombia, Ecuador, Panamá y
Venezuela que, spoilers aparte, apenas duró diez años por las enormes tensiones
políticas y culturales internas.
Un montón de gente admirando las impresionantes erecciones matutinas de Simón Bolívar.
El caso es que Simón Bolívar lo consiguió, y se
declaró a sí mismo dictador de la Gran Colombia el 27 de agosto de 1828. A
algunas personas no les sentó bien que monopolizara tanto poder e intentaron
asesinarle. No lo consiguieron, pero el ambiente no volvió a ser el mismo
porque no hay nada como un intento de asesinato para empezar a pensar “puede
que la gente no me vea todo lo bien que creía”.
Además la Gran Colombia declaró la guerra a Perú para
liberar los territorios de Bolivia. Venezuela dio la espalda a Bolívar y se
declaró independiente. Además de numerosos opositores de pequeña relevancia que
le disputaban el poder a escala local. En un contexto así es normal que Bolívar
mandara todo a la mierda y dimitiera de la presidencia de la Gran Colombia el
20 de enero de 1830.
Y poco más, literalmente. Bolívar no llegaría a 1831
porque moriría de tuberculosis el 17 de diciembre de 1830, una enfermedad muy
de moda del siglo XIX. Aunque, después de hacerle análisis científicos a los
restos del pobre Bolívar se ha empezado a cuestionar esa versión y empezado a
hablar de un supuesto envenenamiento.
Pero por ahora es sólo una teoría, y liarme la manta a
la cabeza ya es pisarle el terreno al Canal de Historia y sus fantasías
conspiranoicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario