domingo, 3 de marzo de 2019

El General Silvestre





Si el Desembarco de Alhucemas es el equivalente español al Día-D, el equivalente español a Vietnam es el Desastre de Annual. Sólo hay que sustituir a Estados Unidos por España, Vietnam por Marruecos, la frondosa selva tropical por la árida y rocosa inmensidad del Atlas y, finalmente, a los agricultores de arroz por ganaderos de las montañas. El ratio de humillación se puede conservar sin demasiada ponderación.

He hablado largo y tendido sobre los años 20 (y creedme, dad gracias por no escucharme todos los días); también os he hablado del Desastre de Annual. Pero hace unas semanas un lector me pidió que hablara de Manuel Fernández Silvestre. Así que aquí estamos, esta semana os voy a hablar del General Silvestre.

El General Silvestre no era un mal tipo. Era uno de esos militares de carrera que tanto abundaban a mediados del siglo XIX. En ese siglo, si nacías en una familia militar estabas obligado a perpetuar la tradición familiar, no es que pudieras elegir profesión. Pero  tengo que reconocer que, pese a eso, he visto militares mucho peores. Como, por ejemplo, yo mismo jugando al Hearts of Iron.

“¡Corred, corred, que viene el Coco!”

A lo largo de su vida cosechó un expediente militar bastante decente, pero cuentan las malas lenguas que su última frase antes de descerrajarse un tiro en la sien fue “¡Corred, corred, que viene el Coco!”. Yo soy de los que piensan que, incluso odiando el coco como lo odio, la medida fue un poco sobredimensionada porque el coco (aunque desagradable) no es como para pegarse un tiro en la cabeza. La tortilla de patatas con cebolla, sí, la tortilla de patatas con cebolla sí que merece un tiro en la boca.

Pero a lo que vamos. Manuel Fernández Silvestre nace en Cuba cuando aún era considerada “el cachito ese de España del otro lado del mar” un día muy rico de 1871. Pronto emigró a la Península para ir a la Academia General Militar de Toledo, luego pasó a la rama de caballería. El caso es que volvió a Cuba como teniente, que no es poco.

A lo largo de su estancia en la campaña cubana, Fernández Silvestre se labró una fama de soldado competente y valeroso, ganando medallas y elogios de sus superiores. No voy a entrar en detalles de las heridas que recibió a lo largo de su estancia en Cuba, pero digamos que era una especie de esponja de balas y machetazos. Además, como soldado de caballería escandalizaría tremendamente a PACMA, porque sobrevivió varias veces a su montura.

Manuel Fernández Silvestre en Pinar del Río, Cuba. Circa 1896 (coloreada).

Después del 98, tuvo que volver a volver a la Península. Porque Cuba ya no era territorio soberano de España, y eso de ser un militar en suelo extranjero está visto regular (a no ser que seas alemán que, en ese caso, tienes la gran afición de poner militares en suelo extranjero). Siguió sirviendo en caballería, considerado un héroe por sus acciones en Cuba, y llegó a formar una familia y todo.

Como estaba demostrado sobradamente que era un militar competente, se le envió al teatro de batalla más peligroso que tenía España en ese momento: Marruecos. Y estuvo a la altura de las expectativas en lo relativo a combate en terreno árido. Se le criticó su excesiva belicosidad, pero tenía éxito así que no quedaron más que en eso, críticas huecas. Llegó a ser ayudante de campo de Alfonso XIII.

"¿Cómo que no me puedo quedar con este niño no-civilizado como mascota?" dijo confiado Manuel Fernández Silvestre.

Pero los revoltosos rifeños hicieron que se necesitara otra vez al experimentado General Silvestre en Marruecos. Por eso, cuando tomó posesión de la Comandancia General de Melilla en febrero de 1920, lo primero que hizo fue empezar una pacificación militar de la región. Pero décadas de triunfos militares habían vuelto confiado al General Silvestre.

Pese a que los efectivos, la geografía y los medios no eran los más propicios, se comenzó la campaña. Las líneas de suministro se alargaron demasiado, pero no había de qué preocuparse. Después de todo, España era un país civilizado y Marruecos una sociedad tribal atrasada y salvaje… ¿qué podía salir mal?

Pues realmente, todo. Las líneas de suministro fueron fácilmente cortadas por partidas de guerra marroquíes. Las harkas rifeñas comenzaron a acosar a los soldados españoles. Cundió el caos y la fuerza española fue masacrada. El propio General Silvestre desapareció en medio de todo ese caos: unos dicen que se suicidó, otros esperaban una milagrosa supervivencia como las que había llevado a cabo en Cuba. Su cuerpo nunca fue encontrado.

Probablemente por culpa de Thanos, como siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario