Hace un tiempo os hablé de la putada que fue para España la
Guerra de Marruecos en líneas generales, pero hoy os voy a hablar del Desastre
de Annual en particular. ¿La razón? El otro día me legaron un bloque de
postales del Monte Arruit que llevaba en mi familia desde los años 20, cuando
mi bisabuelo estaba en la Guerra de Marruecos.
Era el inicio de la década que tanto me gusta a mí (1920/1921)
cuando España se propuso una operación por la zona de Melilla y Alhucemas que
pacificara la región. El elegido para
este cometido fue el General Manuel Fernández Silvestre, quien avanzó con éxito
por la zona del Rif durante los primeros momentos de la incursión en tierras de
los rebeldes marroquíes.
Sin embargo, la operación murió de éxito. Las líneas de
suministro se extendieron demasiado y dejaron de ser efectivas. Muchos
suministros caían en ataques de guerrilla de las tribus rifeñas y las
posiciones fortificadas tenían deficiencias en el abastecimiento, pese a estar
ubicadas en zonas estratégicas. Hasta este punto apenas se había disparado un
tiro en algo que se pudiera llamar honrosamente “batalla”.
Este señor tan feliz celebrando una ronda con un exitoso ratio bajas / muertes en la Campaña del Rif, es mi bisabuelo.
Se ocuparon pueblos y pequeñas ciudades, se compró la
lealtad de las tribus locales con “regalos” y durante un breve periodo de
tiempo parecía que la estrategia de Silvestre estaba teniendo éxito. Pero la
lealtad de las tribus autóctonas dura menos que un paquete de cigarros a la
salida de un instituto, y el ejército español lo aprendería “por las malas”
varios días después.
Cuando los marroquíes asaltaron con éxito rotundo el pueblo
de Igueriben, el cercano villorrio de Annual (donde estaban esperando alrededor
de 5000 soldados) descubrió que el ejército colonial español no era imparable.
Algo que debería saber si hubieran tenido noticias de la geopolítica
internacional a finales de siglo XIX, pero en el África rural y montañosa no
interesaban en su momento las noticias de cómo iba Cuba.
El caso es que tras la caída sin supervivientes de Igueriben,
la moral española comenzó a flaquear a la par que nuevas tribus de rifeños se
sumaban a la rebelión buscando botín rápido y fácil. Incluso algunas tribus que
habían aceptado sobornos y luchado del bando de los españoles decidieron que
había que replantearse el asunto. Alrededor de 18000 marroquíes al mando del
carismático Abd el-Krim pusieron sus ojos en Annual.
Ejemplo gráfico de exportación de costumbres a las colonias: uno trabaja y el resto mira.
Annual era un emplazamiento que no tenía infraestructura
para satisfacer las necesidades de tanta soldadesca en un asedio prolongado. El
General Silvestre planeó la retirada táctica hacia tierras más defendibles y se
comenzó a evacuar a la gente que estaba hacinada en el campamento de Annual. Lo
que parecía un repliegue planificado, con el material y los heridos en primer
lugar mientras los soldados cubrían la retirada, pronto se transformó en un
caos.
Los rebeldes marroquíes habían avanzado por los flancos y
emboscado a los convoyes que se retiraban. Pronto el retroceso organizado se
transformó en huida y finalmente en un “sálvese quien pueda”. Los soldados
huyeron en desbandada bajo el fuego de los rifeños, hacia el territorio que
creían seguro, que estaba adelante. Heridos, material y suministros se quedaron
por el camino. En apenas 4 horas había muerto la mitad de la fuerza estacionada
en Annual, las guarniciones de los fortines cercanos (lo cual suma algo menos
de 5000 personas) y numerosos cuerpos auxiliares indígenas se habían cambiado
de bando. El propio General Manuel Fernández Silvestre moriría al principio del
ataque.
De hecho, se decía que los muertos habían sido tantos, que
“los buitres solo comían carne de comandante pa’rriba”. Después de seis días de
marchas forzadas, dejando un rastro de cadáveres detrás, llegaron al Monte
Arruit. Atrincherados allí, planearon una evacuación a Melilla. Dicha
evacuación no llegó a hacerse efectiva por las precarias condiciones morales y
logísticas en las que se encontraba el ejército español. Los blocaos y fuertes que los españoles habían construido en los últimos años de dominio de la colonia, cayeron uno a uno como fichas de dominó.
Infantería mecanizada marroquí. El modelo fotografiado tiene barquillas laterales para aumentar la autonomía detrás de las líneas enemigas.
El 9 de agosto de 1921 se pactó la rendición oficial. Los
españoles deponían las armas y los rifeños, a cambio, dejaban marchar a los
soldados. Las tropas coloniales depusieron sus armas, pero cuando se marchaban
fueron atacados por los rifeños, que habían cambiado de opinión. Sobrevivieron
sólo 60 personas de las más de 3000 que habían buscado cobijo en el Monte
Arruit. Durante los siguientes meses se estuvieron recogiendo los cuerpos sin
vida que los rebeldes marroquíes habían dejado pudrir al sol.
Las consecuencias fueron impresionantes. España había sido
ultrajada de la manera más humillante posible, como si el Real Madrid hubiera
perdido por goleada contra el Logroño FC. En apenas unas semanas habían muerto
casi 14000 soldados en Marruecos ante la incompetencia de los mandos militares
y la bajísima moral de la tropa. Los soldados que quedaron en los fuertes y se
rindieron, fueron tratados de maneras indecibles y potenciaron la creencia de que
en África no había civilización.
Como es comprensible, se produjo una crisis política enorme.
El Informe Picasso intentó averiguar las responsabilidades del desastre
colonial español, pero antes de que se llevara a las Cortes, Miguel Primo de
Rivera dio el golpe de estado el 13 de septiembre de 1923 y todo quedó en nada.
Abd el-Krim, gracias a su éxito, fundó la República del Rif hasta que, envalentonado con sus victorias, se atrevió a atacar la parte del protectorado
francés marroquí.
Y mi bisabuelo, con apenas 21 años de edad, fue uno de los
que sobrevivieron a todo eso.
Personas como usted. Hacen mucha falta en España. No se debe olvidar. Que nuestras familias (las de toda España) sufrieron este suceso. Por lo que a mi familia comprende. Fue mi abuelo Bartolomé. Uno de tantos que pasaron días sufriendo la recogida de los soldados que como usted bien dice. "Los dejaron al sol". Este año es el Centenario de aquel suceso. Y que si algo he sabido no lo puedo publicar por su dureza. El testimonio de mi abuelo fue silenciado por el miedo a las represalias políticas de aquel momento. Los que no quisieron documentar y dejar por escrito para la posteridad. Lo que los españoles sufrieron. Informes indeterminados y faltos de realidad que no me han dejado un ápice de esperanza para que España no vuelva a sacrificar a sus hijos. Reciba un cordial saludo. De alguien que no es nada y nada quiere ser.
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