Toca la última actualización de la serie de Guerra Civil. Ya
encontraré algún otro tema con el que hacer otro monográfico, no os preocupéis.
Hasta ahora los protagonistas de los libros que había
analizado eran militantes e intelectuales cercanos al Partido Comunista
británico. Si bien algunos de ellos venían de los estratos pudientes de la
población, hasta ahora no habíamos tenido entre manos a alguien perteneciente a
la nobleza. Novedad y giro argumental, todo en uno.
Katharine Atholl era una duquesa (¡duquesa!), diputada por
el partido conservador en Escocia y convencida anticomunista. A sus 60 años, no
le pidas que fuera una revolucionaria del copón, que ya no son edades para ir
quemando cajeros de Bankia, por ejemplo. Eso sí, era una edad ideal para
visitar varias veces la España de la Guerra Civil, a ver qué pasaba en tierras
españolas.
“Espera un momento” dirás mientras preguntas mentalmente
“¿Qué es lo que lleva a una duquesa a interesarse por la República?”. Bueno, en
primer lugar tiene intereses históricos: su padre ya había publicado estudios
históricos y había inculcado la curiosidad por la Historia a su hija. En
segundo lugar, está la función de advertir a Inglaterra del peligro de que
tiene otro país fascista para el dominio británico del Mediterráneo.
O Malta, que era territorio de soberanía británica y estaba a un tiro de piedra de las costas italianas, por ejemplo...
Por eso emprende un viaje junto con otras dos diputadas
inglesas a la zona republicana. En teoría es un viaje “apolítico”, para
averiguar hasta qué punto llegan las violaciones del Pacto de no-Intervención.
Aquél que media Europa había firmado para quedar bien, pero la mayoría se lo
pasaba por el forro de los santísimos. Sí, ese Pacto de no-Intervención.
La prensa republicana se hizo eco del viaje y lo pregonó a
bombo y platillo, como si fuera el preludio obvio de una ayuda inglesa que
nunca llegó. La propaganda del viaje tuvo gran impacto en los periódicos leales
al gobierno. Aunque trató de ser discreta y no hacer juicios de valor, la
prensa española dio rienda suelta a su imaginación para mantener la moral alta.
La verdadera misión del viaje de estas tres diputadas era
conocer la realidad española para luego poder concienciar a los ingleses del
coste de la política de no-intervención, fomentando el debate público. Para Inglaterra, una
dictadura militar en deuda con las potencias fascistas sería mucho más problemática
que un régimen electo democráticamente.
En resumidas cuentas, Katharine Atholl tiene dos razones de
peso para apoyar al bando republicano. En primer lugar, las razones más básicas
y evidentes: los motivos de legitimidad y libertad de la República. En segundo
lugar, están otros motivos más acordes con su posición política: la preocupante
pérdida de la hegemonía del Imperio Británico en el Mediterráneo a favor de la
dominación italiana.
¿A que no adivináis quién se saltó el pacto de no-intervención?
Pista: sale en la foto.
Geopolíticamente, una España fascista amenazaría el Estrecho
y al propio Gibraltar (por no hablar de la posibilidad de un segundo frente
para Francia en los Pirineos). Si Gran Bretaña decidiera enviar barcos para
auxiliar a la Commonwealth (Australia, India, Nueva Zelanda etc.) tendrían que
hacer “el viaje largo” y bordear toda África, en vez de atajar por el Canal de
Suez. Esa es la razón por la que una aristócrata que es diputada conservadora,
defensora de la idea del Imperio Británico y combativa con el comunismo, ve simpatías
en la República.
El caso es que la buena señora termina su gira por la España
republicana, se vuelve a su tierra y empieza a hacer campaña por el gobierno
republicano como si no hubiera un mañana. Como cabía esperar, esta deriva no
gusta demasiado a su electorado conservador, que es más de apoyar al régimen
franquista y no comprenden por qué Katharine Atholl se empeña en preocuparse
por procesos de envergadura internacional. Esa es la razón por la que la
duquesa publica “Con los reflectores sobre una España en guerra”, libro que le
costaría varias enemistades y hundiría su carrera política.
Temáticamente el libro tiene una vocación histórica, no es
un libro de memorias como los otros de la colección porque no se limita a
relatar lo ocurrido, LO EXPLICA. Eso significa que los 5 (¡CINCO!) primeros capítulos
sirven para desmenuzar uno a uno los antecedentes de la Guerra Civil. Comienza
con un apartado histórico sobre el hispanismo para seguir con los problemas de
la monarquía tras la dictadura de Primo de Rivera, las aspiraciones de la CEDA
y, finalmente, el triunfo del Frente Popular. Lo que se dice un “señor repaso”.
La duquesa Katharine Atholl, de joven, pensando "menudo estado de la cuestión largo que me ha quedado para mi TFG" después de haber escrito los cinco capítulos de introducción.
Seguidamente, y pese a su anticomunismo, le sigue un
capítulo en el que desmiente una posible conspiración soviética para hacerse
con el control de España. La desmiente con datos oficiales en la mano, nada de
conspiranoias de Mundodesconocido™. De hecho, se da una situación divertida: La
duquesa, pese a ser una anticomunista, sigue la versión comunista que culpa al
POUM de muchas movidas en la retaguardia, lo que hace que Orwell se coja un
berrinche y haga demoledoras críticas al libro.
Tiene otro capítulo, en el que finalmente empieza con la Guerra
Civil, sobre el estallido de la contienda de forma bastante extensa,
con alrededor de casi un centenar de notas a pie de página que explican
muchísimos detalles. También desmiente la persecución religiosa como algo que
ocurre todos los días en la zona republicana, probablemente para tranquilizar a
su electorado conservador y religioso.
La moraleja de todo el libro (y Katharine Atholl lo repite
en varias ocasiones para que quede bien clarito) es que la política de no-intervención
y apaciguamiento de los fascismos no está funcionando, que sólo los alimentaba
sin arreglar nada.
Y el tiempo le daría la razón.
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- John Sommerfield: "Voluntario en España".
- T.C. Worsley: "Los ecos de la batalla".
- Frank Pitcairn: "Corresponsal en España".
- Varios Autores: "La prensa británica y la Guerra Civil española".
- Keith Scott Watson: "Rumbo hacia una España en guerra".
- Katharine Atholl: "Con los reflectores sobre una España en guerra".
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