Corren malos tiempos para el humor que tenga tintes
políticos.
Es un tema espinoso, pero es lo que hay. A día de hoy, no se
puede bromear con según qué cosas, lo cual me preocupa porque éste es un blog
en el que cada semana me río de un suceso o personaje histórico. Personalmente
me parece una idiotez la censura con la que blindan a según qué personalidades.
¿Os imagináis una Alemania en la que está penado con cárcel
hacer subtítulos graciosos de la escena del búnker de Hitler en El Hundimiento?
Los políticos, como figuras públicas que son, han sido objeto de chistes y
bromas durante siglos. La desacreditación pública mediante chistes ofensivos ha sido una herramienta política más a la que se ha recurrido en numerosas
ocasiones en las que se ha buscado el desprestigio del oponente.
No me vale la excusa de “es que estás bromeando con algo
reciente”. El atentado de Carrero Blanco fue en el año 1973, lo cual quiere
decir que han pasado 44 años (a día de hoy). Si no se pueden hacer bromas de un
suceso que hace casi medio siglo que ha ocurrido, apaga y vámonos. Pero no hay
que sorprenderse. Uno, que es historiador, supongo que por defecto profesional,
no puede dejar de establecer similitudes con los hechos que ocurrieron en 1905
con la revista satírica catalana “Cu-Cut”.
Maldito "Cu-Cut", con Mahona no se atreve ¿eh?
La revista publicó una viñeta en la que se insinuaba que el
ejército español, después de haber perdido las últimas colonias, desconocía la
victoria. Un dibujo inocente supuso el asalto y la destrucción de las oficinas
del “Cu-Cut”. Además, Alfonso XIII permitió que los ataques (y cito
textualmente) “al Ejército y a los símbolos de la Patria” se juzgaran por
tribunales militares como “compensación” por el ultraje.
En el siglo XIX se popularizaron enormemente los “suplementos
satíricos ilustrados”. Dentro de esas publicaciones, las caricaturas y dibujos disfrutaron
de enorme popularidad en una sociedad
escasamente alfabetizada. Y ahí están las acuarelas totalmente ofensivas de
“Los Borbones en Pelota”, de los hermanos Bécquer: unos dibujos que no tienen
problemas en poner a la reina Isabel II follándose a un burro. Sí, el mismo
Bécquer que estudias como “el máximo exponente del romanticismo español” en el
instituto. Si Bécquer hubiera tenido twitter, ahora estarían ardiendo todas las redes sociales.
Mira a Bécquer qué majico ahí, luego se iba, dibujaba a Isabel II cogiendo algún manubrio con cara golosa, y dormía como un bebé esa noche.
A través del humor se pueden analizar los sentimientos de la
sociedad de una época, sus miedos y esperanzas, así como sus decepciones y
frustraciones. Que no te quepa duda de que los personajes más odiados serán
humillados sin contemplación en los chistes populares. Los abusos de poder
siempre han sido contestados con mordacidad, porque el uso del humor como
crítica ha sido una rebeldía aceptada socialmente.
Y, en el peor de los casos, cuando se ha carecido de
libertad de expresión y se ha blindado a determinadas personas para que no
sufran la mofa de sus conciudadanos, se han encontrado métodos alternativos
para que la juerga continúe entre líneas. Cuando se terminan las libertades empiezan
las metáforas y los simbolismos, y ya lo entenderá quien lo entienda.
Juguemos a un juego: A ver cuántos años le caen a Ibáñez por enaltecimiento del terrorismo con esa viñeta.
Internet y la globalización han conseguido que la opinión de
cada uno de nosotros quede fijada en el tiempo y lanzada a la inmensidad de la
red de redes. Lo más cercano a las redes sociales que existía hace 20 años era
gritar tu opinión muy fuerte en algún parque o plaza concurrida. No es que
ahora estemos peor que hace unos años, es que tus cabreos y el humor negro que
antes se reservaba para el grupo de amigos pueden ser leídos por cualquier
agente de Delitos Telemáticos.
El humor es algo subjetivo, y por tanto no se puede
prohibir. Te puede hacer más gracia un chiste o puedes considerar de mal gusto una
broma, pero el humor seguirá estando ahí. El humor satírico (no el humor blanco)
contiene un porcentaje muy alto de hipérboles hirientes que pueden o no ser
ciertas, pero que puede llegar a incomodar u ofender. Ahí está el humor zafio y
grotesco, que puede gustarte o no.
Bueno, nos queda el consuelo de que siempre nos tendremos ahí
el chiste del perro Mistetas. Porque ¿qué será lo próximo? ¿Prohibir los
chistes del General Espartero? ¿Perseguir las bromas sobre José Bonaparte?
Más razón que un santo. Aunque ya te aviso que la justícia esta tan nuestra. Es más partidista que los sicarios de Don Vito Corleone.
ResponderEliminarAsi que yo de ti pensaba ya en hacer las maletas, no sea que hayas ofendido sin saberlo, a algún antepasado de alguien.
Si. Esos que vivían en Atapuerca y alrededores....
Bromas aparte desconocia lo del semanario Catalán Cu-Cut.
Como Catalán que soy me avergüenza no saberlo. Y te estoy agradecido por habérmelo hecho descubrir.
Un saludo.