A los Estados Unidos les encanta la patriótica idea de que desembarcaron
en las costas atlánticas y comenzaron a colonizar el continente hasta llegar a
las costas del Pacífico. Pero no es del todo así.
La “conquista del Oeste” se pareció más a una mudanza de lo
que Estados Unidos está dispuesto a reconocer. Esos territorios ya habían sido
colonizados por otras potencias europeas. El territorio puramente americano, el
de las famosas Trece Colonias, apenas representa un tercio del territorio
estadounidense actual.
¿Tienes el mapa de Estados Unidos en la cabeza? ¿Si? Pues en
primer lugar tenemos los territorios atlánticos de las Trece Colonias, antigua
posesión de Inglaterra. En el mapa, ocupan el tercio de tu derecha.
Le siguen los territorios de la Luisiana francesa (una
especie de triangulo que ocupa un pequeño territorio en la costa caribeña y se
va haciendo más grande conforme se acerca a Canadá) y Texas, que dependía
inicialmente de México y tenía la parte inferior de la costa caribeña. En el
mapa, ocupan el tercio central.
Finalmente tenemos los territorios de la Costa Pacífica.
Pertenecían a México (actual California, Nevada, Arizona, etc.) en la parte
inferior y a Reino Unido los de la parte superior. Ocupan tu parte izquierda en
el mapa. También estarían territorios como Alaska (que se compra a Rusia) y
Hawaii (colonizado por terratenientes azucareros estadounidenses).
No, Carlos II, no puedes jugar con Nueva España. Suficiente tienes con no cagarte encima.
A lo que íbamos, la expansión de Estados Unidos.
Tras la independencia de la metrópoli en 1783 hubo 20 años
de consolidación nacional para los habitantes de Estados Unidos. Sin embargo,
en 1803 el gobierno americano compra a Francia toda la extensión territorial
que tenían en Norteamérica. A cambio de quince millones de dólares de la época,
compraban un terrenito nada desdeñable para montarse un jardín trasero.
La siguiente incorporación fue Florida, el pito de América,
comprada a Fernando VII en 1819. El tratado beneficiaba tanto a Estados Unidos
como al Virreinato de la Nueva España, ya que delimitaban claramente las
fronteras entre los dos países. Como podéis ver, hasta aquí toda la expansión
que ha tenido EEUU ha sido a golpe de talonario, y aun así solamente tenía la
mitad de la extensión que tiene el país en la actualidad. Todo correcto.
El Tío Sam cuando ve un nuevo territorio que coleccionar.
El siguiente hito llega un tiempo después, en 1845, cuando
se incorporan los territorios de Texas. Para ello se financia una insurrección en
Texas que culmina con la declaración de independencia de dicho territorio
respecto al estado mexicano. Más tarde, la recién creada República independiente de Texas pedía
incorporarse a los Estados Unidos, convirtiéndose en el estado número 28. Poner
a un títere al mando de un territorio para luego anexionárselo, menudo plan
disimulado ¿eh?
Apenas un año después, en 1846, Estados Unidos aludía a ciertos
detalles y ambigüedades en los tratados con Inglaterra para apropiarse de
Oregón. Las fronteras volvían a ampliarse y ya llegaban al Pacífico. Pero,
¿estaba ya contento Estados Unidos? Por supuesto que no, y por eso hay una
guerra mexicano-estadounidense entre los
años 1846-48.
Obviamente la guerra la ganó Estados Unidos, que era un país
industrial y avanzado para la época. México era un país agrícola y atrasado
que, bueno, hizo lo que pudo. México perdió la mitad de su superficie y las
tierras más fértiles. Estados Unidos, consciente de que había humillado con una
soberana paliza, le dio quince millones de dólares como compensación. Para que
se comprara chuches o algo.
En ese preciso momento Smith Johnson se dio cuenta de que estaba luchando contra mexicanos y no contra plantas especialmente violentas.
Quedaban los territorios de Alaska (comparado a golpe de
billetera, en 1867), Hawáii (anexionada con un proceso similar al de Texas, en
1898) y Puerto Rico (anexionado tras la guerra con España, en 1898).
Como podéis ver, la conquista del Oeste no fue una conquista
hecha con la férrea voluntad de descubrir nuevas tierras porque, de hecho, esas
tierras ya tenían propietario. Tampoco fue algo sostenido en el tiempo por el
patriotismo de una nación recién formada. Fue una conquista hecha con el poder
del dinero y dilatada a lo largo de más de cien años.
Las imágenes que tenemos de los carromatos repletos de
colonos en la conquista del Oeste no eran más que una reubicación de población angloamericana.
Se buscaba que estos nuevos colonos desplazaran a los anteriores propietarios,
ya fueran indígenas o colonizadores europeos que se hubieran asentado
anteriormente.
Siento joderos las películas de vaqueros.
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