domingo, 10 de septiembre de 2017

¿Por qué nunca habrá un juego que recree fielmente la Primera Guerra Mundial?



Hace mucho que no hablábamos de la Primera Guerra Mundial, una de las primeras “series” regulares que tuvo este blog, eufemismo para referirnos a “chapas que daba de vez en cuando repetitivamente porque es un tema que me gusta”. 

Estaba el otro día viendo partidas de gente que jugaba al “Battlefield 1” y me di cuenta de la amarga verdad: nadie va a hacer un juego en el que se recree la Primera Guerra Mundial con exactitud.

Y eso es porque, sencillamente, ninguna compañía va a hacer un juego consistente en estar sentado en una trinchera repleta de ratas, mientras notas cómo se pudren tus pies porque llevas una semana con unos zapatos empapados que no se secan, comes comida en lata de un sabor horrible y rezas porque el oficial de artillería enemigo no le de por bombardear justo tu posición. Por no hablar de los oficiales ineptos –ejem, Nivelle, ejem–, las enfermedades, la medicina rudimentaria y mil cosas más que hacían que el día a día del soldado fuera todo alegría.

Y hasta aquí lo importante, el resto no es más que argumentación pedante.

Mirad que cara de emoción, que frenética acción en primera persona.

En “Sin Novedad en el Frente” lo peor de la guerra no es el combate. Cuando llega el momento en el que se ataca o defiende una trinchera, el soldado se deja llevar por el amok (subidón de adrenalina y eliminación de las barreras morales) que hace que el combatiente entre en un estado de frenesí. En ese estado no te enteras de lo que ocurre a tu alrededor, simplemente te dejas llevar por tu instinto de supervivencia y la furia.

No, lo peor de la Primera Guerra Mundial era la espera, la eterna espera. Esa espera es la que crea ansiedad que desemboca en los trastornos de estrés postraumático, la suma de la sensación de inactividad que se generaba al estar esperando en la trinchera a un enemigo invisible y la sensación de estar vivo por mero capricho del destino. Los soldados podían romperse sin haber entrado en combate con el enemigo, como queda recogido en “El Fuego” de Barbusse.

Cuando te reclutaban, recibías un entrenamiento deficiente de apenas un par de semanas y te enviaban al frente a alimentar la maquinaria de la guerra. En “Sin Novedad en el Frente” los novatos de refuerzo que reemplazaban a los soldados veteranos muertos venían en el mismo convoy que traía lo ataúdes para enterrarlos. Toma simbolismo.

"Battlefield 1: nos hemos acordado de que había franceses en la Primera Guerra Mundial" edition.


Por eso se me hace raro ver a los soldados avanzando individualmente a pecho descubierto por llanuras, disparando como auténticos profesionales. Las armas (incluyendo los lentos rifles de cerrojo) se disparan casi como fueran automáticos. Las armas automáticas directamente son una especie de tormenta de balas que acribilla a lo que tengas delante. Si tienes la suerte de que alguno de los que te rodean es médico, pueden devolverte a la vida al instante.

Comprendo que así son las mecánicas heredadas de los videojuegos anteriores. Disparos por doquier, todo muy rápido y repleto de espectacularidad explosiva. Un “ahora y ya” para que no haya un solo momento sin acción y el jugador no se aburra, pero alejado de lo que era la guerra de trincheras. Por no hablar de los tanques conducidos a toda velocidad (cuando la velocidad máxima de esos cacharros era 10km/h POR CARRETERA) y las armas con cromados dorados (que un buen dorado es JUSTO lo que quieres para pasar desapercibido).

"Toy Soldiers": un juego en el que tienes que parar oleadas de soldaditos con ametralladoras y artillería. Aunque suena patético, tiene una aproximación más realista que "Battlefield 1".

En ese sentido creo que el juego “Verdún” lo hace mejor. La cadencia de disparo es más realista para las armas de cerrojo, no hay recargas rápidas ni cargadores expandidos. Estás mucho más expuesto  a que te acribillen a balazos si calculas mal. Y no eres una esponja que absorbe media docena de balazos antes de caer, en “Verdún” eres el saco de carne blandito y rosadito que eres al otro lado de la pantalla, y basta con una bala para dejarte fuera de combate. Ah, y una bayoneta no te da supervelocidad.

Obviamente “Verdún”  tampoco es un juego redondo y tiene sus fallos, pero la aproximación a las mecánicas de combate son mucho más respetuosas con lo que ocurrían en la realidad. Incluso, en la misma ambientación pero con un espíritu diametralmente distinto podríamos tener “Valiant Hearts”, que cambia “acción y explosiones” por “puzzles y narrativa”, pero que es una experiencia sobre la Primera Guerra Mundial desde una perspectiva diferente.

Si alguna vez leéis que tal o cual juego es “experimentar la Primera Guerra Mundial con realismo” soltad una risotada sarcástica. Si queréis vivir la verdadera experiencia salid a vuestro jardín (o parque más cercano en caso de vivir en un piso) y cavad un agujero hondo llenado de agua hasta los tobillos, meteos barro frío por el cuello, llenaos una mochila de piedras y pasad la noche en posición fetal. Y que no se os olvide convencer a un amigo para que os tire piedras de vez en cuando, a mala leche y sin avisar para crear una amenaza “real”.

Repetidlo durante varias semanas seguidas y tendréis una experiencia realista de lo que fue la Primera Guerra Mundial.

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