domingo, 6 de junio de 2021

Relaciones diplomáticas Marruecos-España (vol. 2)


Como diría Ibáñez “Siglo XX ¡qué progreso!”. Y es que hemos tenido de todo, y todo bueno. Las gripes de ahora las hacen en China y son de mala calidad, pero las gripes del siglo pasado estaban hechas en España, y las hacía en su taller un señor que llevaba toda la vida dedicándose a hacer gripes, con cariño y dedicación.

Pero estoy desvariando, aquí venimos a hablar de las relaciones de España y Marruecos en la primera mitad del siglo XX. Porque, a ver, ¿cuántas guerras hay ahora? Son todo guerritas entre dos, tres contendientes a lo sumo, algo ridículo. El siglo XX tiene dos buenas Guerras Mundiales en las que participa todo el mundo (menos Suiza, claro).

El conflicto hispano-marroquí comienza el siglo XX con un regalo. Francia diciéndonos “oye, mira, te dejo un trocito de Marruecos a ver cómo te las apañas”, concretamente. A España no le interesaba demasiado expandirse por África, pero después de haber perdido sus ultimas colonias, fue como soltar una brick de sangría Don Simón en una reunión de alcohólicos anónimos.

España cuando Francia le da un montón de arena y gente enfadada como "posible colonia".
Aunque, para ser sinceros, la decisión de Francia de darnos terreno en Marruecos respondía a la misma intención que tiene un grupo de quinceañeros de instituto cuando votan al menos indicado para delegado de clase. Un poco de rebeldía y un poco para joder. En este caso, joder a Alemania, que también quería un terreno con sol y calor desde el que controlar la entrada el Mediterráneo.

En la Conferencia de Algeciras (1906) quedaba acordado mantener la independencia de Marruecos, pero que Francia y España intervendrían si el sultán era incapaz de mantener el orden en su propio país. España había tenido problemas en mantener a los rifeños lejos de Melilla, con derrotas en el Monte Gurugú y el Barranco del Lobo.

Catalanes practicando su deporte nacional preferido: quemar cosas. Durante la Semana Trágica, porque se llevaron nosequé soldados a nosedonde. El caso es quemar cosas.

El descontento en la Península, que había llevado a provocar un suceso tan pintoresco como La Semana Trágica, no fue inconveniente para que España se liara la manta a la cabeza y se lanzara a colonizar el estado que le había dejado Francia a su cargo cuando el sultán marroquí pidió ayuda para pacificar su país en 1911.

En defensa del sultán Abd al-Hafid hay que decir que ni los propios marroquíes podían mantener en cintura a los marroquíes, llegando los rebeldes a asediar Fez. EL caso es que pidió ayuda a Francia. Y España, como si de un sidekick especialmente patoso, acudió también en su ayuda. Sin que nadie se lo hubiera pedido, pero con muchas ganas de ganarse el respeto de los países de verdad.

- Oh, España ¿No puedes estar 5 minutos sin hacer el ridículo colonial?
- ¿Cuántos minutos?

El caso es que Abd al-Hafid está en una situación insostenible y firma el Tratado de Fez con Francia. A su vez, Francia (para no cabrear a Alemania y hacer estallar la Primera Guerra Mundial antes de tiempo) reconoce que el norte de Marruecos es la zona en la que la cagará España, no haciéndose responsable de los desastres que ocurrieran más allá de su jurisdicción.

En febrero de 1913 comienza la ocupación española del territorio con burocracia: mediante un Real decreto firmado el 27 de febrero de 1913. Había que darles a los rifeños fuerte con la mejor arma que teníamos a mano, deshumanizadora y brutal, la exasperante burocracia española.

¿Sirvió para algo?

Por supuesto que no.

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