Ayer murió uno de los grandes del humor nacional. Una
persona que no te hacia reír con el chiste sino con todo el espectáculo absurdo
que montaba en torno a ese chiste. En honor a Chiquito hoy os voy a hablar de
la Caidita de Roma.
Normalmente conocemos como “Caída de Roma” a la última
conquista que sufrió Roma antes de que el Imperio Romano se disolviese. Esto
es, el 4 de septiembre de 476, cuando Odoacro (caudillo de la tribu germánica
de los hérulos) depuso a Rómulo Augústulo (un quinceañero que por aquel
entonces era el emperador del Imperio romano de Occidente).
Y digo esto porque no es que Roma se cayera una vez y ya
está. Roma llevaba un par de siglos revolcándose en el suelo de pura decadencia.
En el año 452 Atila el Huno se había dado un paseo por toda Italia. En el año
410 Alarico (de la tribu de los godos) tomó Roma. Así que los habitantes del Imperio
romano de Occidente no se mostraron impactados porque alguien conquistara Roma otra vez.
Disfrutad de lo simples de entender que son las ultimas décadas de vida del Imperio Romano de Occidente.
Roma era la Ciudad Eterna, pero porque estaba ETERNAMENTE
siendo saqueada de la misma forma que un grupo de turistas ingleses asaltan un
buffet libre en un hotel de Mallorca. La verdad es que la Caída del Imperio
Romano de Occidente no es que sorprendiera a nadie: era como si fuera una caída
libre desde un rascacielos y en cada piso alguien le pegara una colleja que
doliera y le diera más impulso hacia abajo.
Llegados a este punto, podríamos diferenciar entre “Caída de
Roma” (la grande y final, la de 476) de las “caiditas de Roma” (las anteriores,
las que son un experimento social). Llevaban arrastrando todo el siglo IV con
guerras civiles, diferencias religiosas (paganismo clásico vs. cristianismo),
caos político, ineficiencia financiera y decadencia militar.
Todo ello se traducía en que los bárbaros entraban por los
limes como Pedro por su casa. Poco a poco la autoridad de los gobernadores
imperiales se vio socavada en los territorios del Imperio Romano de Occidente.
La continuidad política se vio disuelta poco a poco, aunque es cierto que las
muestras arqueológicas demuestran que la cultura romana siguió teniendo
continuidad. Esto es, los romanos siguieron existiendo culturalmente como
romanos, sólo que con otros mandamases.
En fin, a lo que íbamos: el año 476.
Bárbaro godo a punto de hacer un home-run. Este será el día más feliz de su vida, ya que su familia ha ido a verle jugar el gran partido y le están animando (tal y como aparece representado en la gradas de la izquierda de la imágen).
El Imperio Romano era “romano” porque controlaba Roma, sí,
pero de “imperio” sólo tenía el nombre. En realidad, los últimos emperadores
romanos eran poco más que marionetas en manos de caudillos bárbaros más
poderosos, no tenían poder real pese a sus títulos rimbombantes. El poder
militar, político y financiero que tenían era tan amenazador como un chiste del
perro Mistetas.
Esto quiere decir que mientras el Imperio Romano de Oriente
aún duró mil años más con relativa salud, el gobierno del Imperio Romano de
Occidente llegaba (si somos generosos) a obedecerse en la actual Italia. El
emperador, Rómulo Augusto, era poco más que un niño demasiado joven para cualquier
cosa que no fuera rendirse. De hecho, cuando Odoacro conquistó Rávena (que es
donde estaba Rómulo, no en Roma) dejó con vida a Rómulo Augusto probablemente
por pura pena.
El último emperador romano se llamaba como una combinación
del fundador de Roma (Rómulo) y el primer emperador romano (Augusto). Me gustaría
hacer hincapié en esa enorme ironía, pero mi ética me obliga a hacer una
pequeña advertencia legal:
Rómulo Augusto es considerado por
la gran mayoría como el último emperador romano, si bien en otras partes del Imperio
Romano de Occidente perviven algunos personajes que siguen con la continuidad
imperial: Julio Nepote en Dalmacia, Siagrio controlaba Soissons en Francia, los
ciudadanos romanos de Mauritania continuaron con la cultura y se opusieron a la
expansión musulmana. Y eso sin tener en cuenta que el Imperio Romano seguía
teniendo una parte Oriental.
Rómulo Augusto (a la derecha, portando la corona imperial) es intimidado por Odoacro. 476.
De esta forma, con Rómulo Augusto exiliado y abdicando en Odoacro,
el Imperio Romano de Occidente acababa. Quedaba el Imperio Romano de Oriente ya
que Odoacro, muy diplomático él, envió las insignias imperiales a Zenon (el
emperador oriental), que le recompensó con la autoridad para gobernar en su
nombre en lo que pudiera del Imperio Occidental. “Bueno, el Imperio está medio
salvado ¿no?” puedes pensar. ERROR.
Años más tarde Zenon autorizaría a Teodorico el Godo, de la
tribu de los ostrogodos, a gobernar Italia. Era una forma de decirle “tío, soy
consciente de que te lo pasas genial saqueando mis tierras, pero te lo pasarías
mejor saqueando, no sé, Italia por ejemplo”. Después de muchas diferencias,
Odoacro y Teodorico acordaron gobernar Italia juntos y vivieron súper felices y
fueron los mejores amigos que han existido en la Historia*.
*En realidad Teodorico sitia Rávena y Odoacro le ofrece
compartir el poder a la desesperada. Para sellar el pacto Odoacro da un
banquete en el que después del brindis Teodorico le clava la espada en la clavícula
y lo parte en dos. A este acto ciertamente impulsivo, le sigue una oleada de asesinatos de familiares y amigos
de Odoacro de formas variadas a la par que espectaculares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario