Como muchas de las derrotas militares, se ha romantizado mucho acerca de Rocroi. No es nada nuevo, las Termópilas también supuso un desastre para Esparta, pero ahí está, como si esa batalla fuera la hostia, a pesar de haber sido un debacle social para la polis, que perdió la gran mayoría de ciudadanos de derecho y de la que Esparta tardó décadas en recuperarse.
Pero no importa, porque ahí está el nacionalismo para
convertir una simple derrota más en un “sacrificio heroico”. De “desastre” a “modelo”.
Gracias, propaganda, por darnos razones para poder odiar a los franceses con un
libro de historia en la mano. Pero no es muy difícil encontrar razones para
odiar a los franceses, la verdad.
El caso, Francia estaba muy subidita de tono y la
Guerra de los Treinta Años, que había empezado como una disputa religiosa, de
repente había llamado la atención a un montón de países que querían encontrar
una excusa para partirle la cara el vecino. El Imperio Hispánico, por su parte,
le guardaba rencor absoluto por haber malmetido contra nosotros en Portugal
(que por aquel entonces era parte de España) y en Cataluña (que por aquel
entonces era parte de España).