domingo, 28 de abril de 2019

45 anos da Revolução dos Cravos




Esta semana os voy a hablar del vecino feo de España. No, aunque sea una definición bastante ajustada a la realidad, no me estoy refiriendo a Gibraltar. Me estoy refiriendo, de manera totalmente injusta y sesgada, a nuestro suministrador de toallas por excelencia: Portugal. Y sí, he puesto el título en portugués simplemente para darme el gustazo de escribir "45 anos". Humor adulto para gente inteligente.

Nuestro país vecino y amigo, famoso por sus mujeres con exquisito bello facial, no se diferenciaba mucho del resto de la Península Ibérica. También tenía un gobierno autoritario que duró cuatro décadas y se basaba en la autarquía, sin industria especialmente desarrollada, tenías unas élites políticas envejecidas y poseía una posición colonial cada vez más debilitada. ¿Os suena de algo? ¿Cómo que paralelismos con España? No sé de lo que me habla, caballero.

Portugal poseía desde 1932 a Antonio Oliveira Salazar como jefe del gobierno. El Estado Novo, un régimen político nacionalista corporativo que, para simplificar, vamos a decir que era una especie de “fascismo a la portuguesa”. Salazar fue el mandamás hasta 1970, lo que significa que en dicho año Portugal estaba mandado por un abuelete de 81 años bastante autoritario y con mala leche.

Puede que a muchos les sorprenda, pero a la izquierda de España hay una especie de "Galicia del sur".
Después de la muerte de Salazar, asume el mando un tipo llamado Marcelo Caetano que, contra todo pronóstico, supuso más de lo mismo. Además, Portugal estaba inmersa en reprimir las revueltas en Angola y Mozambique, que querían ser partícipes del proceso de descolonización que estaba teniendo toda África.

Lo mismo que ocurrió a principios de siglo XX con el Marruecos Español le ocurrió a Portugal con sus colonias: tenían que pacificar la región con un coste económico y demográfico muy grande, para no sacar ningún beneficio. El ejército estaba dividido entre aquellos que querían seguir presionando por orgullo y quienes querían abandonar las colonias porque no eran más que un grano en el culo.

Supongo que a nadie sorprenderá la información que voy a decir: Caetano era de los que querían seguir la dominación portuguesa en África. Y frente a las peticiones de la sociedad portuguesa de reformas y abrir un poco el férreo puño, el Estado Novo contestó con más policía secreta, más dureza y más represión.

Coread conmigo: ¡Que se besen, que se besen!

Todos esos son antecedentes, para qué comprendáis el grado de hartura que tenían los afables comedores de bacalhau, y por qué el 25 de abril de 1974 comenzó una insurrección militar simultánea por todo el país que desarticuló cualquier tipo de respuesta represiva por parte del Gobierno de Caetano.

El propio ejército era el catalizador de la frustración social respecto a las colonias. El principal movimiento disidente en Portugal era un grupo secreto llamado “Movimento das Forças Armadas”, politizados por la discrepancia con Caetano por el tema colonial. Quedaba claro que Caetano no iba a apartarse del poder de manera voluntaria, pero tampoco estaba la cosa como para desatar una guerra civil en Portugal, así que hubo que ser rápidos y precisos.

Por eso se orquestó un golpe de estado simultáneo en todo el país. No como la chapuza de golpe de estado que hizo Turquía hace unos años. Portugal supo hacerlo bien: en la madrugada del día 24 al 25 de abril de 1974, marcadas con un par de canciones clave como coordinación a nivel nacional, comenzaba la sublevación militar. Con el añadido de que la canción “E depois do Adeus” había representado en Eurovisión a Portugal apenas unos días antes.


El equivalente portugués a un discurso de Lenin.

Se cerró el tráfico aéreo en toda la geografía portuguesa y se ocuparon aeródromos. Los puertos se cerraron y la Marina Portuguesa los custodió. El ejército se apostó en los principales edificios civiles y militares de las ciudades, impidiendo una respuesta efectiva por parte del Estado Novo. Para evitar follones gordos, se pidió a la población civil que se quedaran en sus casas, pero a todo el mundo se la sudó esa petición y salieron a las calles.


La imagen más famosa es la de unos soldados subidos a un tanque con claveles en las bocas de sus fusiles. El clavel era la flor de temporada, y una mujer que volvía a su casa con un ramo de ellos se los entregó a los soldados, que se los pusieron en las armas de una forma muy hippie. Con un fuerte simbolismo antibelicista para ser la antesala a una guerra civil, pero muy hippie.

Al final la insurrección militar triunfó. Los militares sublevados rodearon el cuartel en el que Caetano se había refugiado con sus hombres de confianza, los detuvieron y forzaron su dimisión. Marcelo Caetano tuvo que exiliarse en Brasil (lo cual tampoco es el fin del mundo) y en España empezaron a mirar nerviosos por lo que pudiera ocurrir con Franco.

Porque ya lo dice el refrán popular: cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon tu bacalao a remojar.

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