El pasado lunes 15 de abril de 2019 se quemó Notre Dame de
París. Pongo el año porque a saber cuándo estás leyendo esto y no es cuestión
de ir alarmando a la pobre gente de internet OTRA VEZ.
Estaba en casa de unos amigos viendo en directo, gracias a
las maravillas de internet, como se quemaba en directo la catedral. La
televisión francesa estaba conmocionada y, aunque mi nivel de francés es “os he
prepagado una sena de pigcoteo” mi amiga es prácticamente bilingüe y nos iba
traduciendo lo que decían los gabachos.
La humareda de las llamas era estremecedora, casi hipnótica.
¿Sabéis cuando conduces despacio con el coche al pasar por un accidente de
tráfico para ver si puedes distinguir los heridos, por puro morbo? Pues el
incendio de Notre Dame era el equivalente cultural de ese accidente. Gore para
historiadores.
Y no puedo evitar acordarme las veces que he defendido la
Edad Media poniendo de ejemplo precisamente a la robusta construcción de la
catedral de Notre Dame. Medievales hijos de puta ¿por qué me dejáis en
evidencia cuando os estoy defendiendo? Llega un fuego de nada y se quema todo
el tejado. Pero el andamio que pusieron hace unas semanas bien que sigue en su
sitio.
Vuelvan a sus casas tranquilos, Notre Dame está a salvo en un juego tremendamente mediocre.
Pero vamos, que el fuego fue espectacular, pero no deja de ser haberse perdido solamente un tejado. Que sé, que era un tejado de varios siglos de antigüedad, pero había cosas mucho más antiguas en Notre Dame que el tejado. Que yo estaba viendo la humareda y sólo podía pensar “AY, LAS VIDRIERAS, QUE NO REVIENTEN LAS VIDRIERAS”.
Ahora, mientras estoy escribiendo esto, ya ha transcurrido
una semana y se sabe a ciencia cierta los daños que ha causado el fuego. Parece
ser que las torres no corren peligro y que la estructura, aunque debilitada, ha
resistido al contraste calor-frio de apagar un fuego con agua. La nave
principal tiene un par de agujeros preciosos para rezar bien arropado bajo las
estrellas, pero nada más. Se ha recaudado dinero suficiente como para pagar la
restauración de los daños provocados por el incendio, así que supongo que no
hay que preocuparse: tenemos Notre Dame para rato.
¿Veis? no es TAN grave, solo se ha quemado TODO el tejado.
La catedral ha pasado horas bastante bajas, y aun así se ha
mantenido a flote. Probablemente sus peores momentos fueran durante la
Revolución Francesa, cuando Notre Dame fue degradada a ser un almacén especialmente
bonito. La desacralización del edificio pasó por el destrozo de algunas
vidrieras y la mutilación de estatuas. Si ha sobrevivido a eso, puede
recuperarse de una hoguera descontrolada.
El mayor peligro ahora son los proyectos de arquitectos
contemporáneos que se frotan las manos por colocar su firma en un edificio tan
importante. Porque seamos sinceros, Notre Dame tiene poco de catedral y mucho
de trampa para turistas, y no estoy seguro hasta qué punto se quiere
reconstruir lo existente y hasta qué punto se quiere experimentar y crear algo
nuevo. Te estoy mirando a ti, Norman Foster.
Esta imagen me mola mucho porque los cascos de los bomberos le dan un aura casi medieval.
Que historiadores y restauradores estamos que nos tiramos de
los pelos, pero bueno, que si Francia quiere construir un pináculo de cristal
donde estaba la aguja de la catedral, allá ellos. Por lo menos espero que declinen
amablemente el ofrecimiento de Ubisoft de prestarles todo el material del
Assassins Creed Unity, que la reconstrucción puede acabar siendo más bugs que reconstrucción
en si.
Así que, en resumidas cuentas, se han perdido cosas en el
incendio, pero podría haber sido bastante peor. La catedral ha pasado por
épocas bastante malas y, de hecho, la Notre Dame que conocemos ahora no es más
que el producto de la arqueología urbana: añadidos, supresiones y
modificaciones que a lo largo de los siglos han ido configurando el perfil que
todos conocemos y queremos.
Simplemente, no hagáis caso a Norman Foster, por favor.
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