domingo, 14 de agosto de 2016

Desconocimiento y tergiversación Problemas de “hablar por hablar”



Un amigo me pasó el otro día un  artículo publicado en www.eldiario.es que, precisamente, hablaba de la recreación de la Guerra Civil que había tenido lugar en Fayón. Y, aunque ya hablé de lo que opino respecto a la recreación histórica, voy a decir unas cuantas palabras.

Empecé a leérmelo  y no tardé en decepcionarme. El título ya comienza con una palabra despectiva: teatrillo. La recreación histórica, más allá de la parte lúdica que todos vemos (la batalla, en este caso) tiene un gran proceso de investigación y de labor intelectual. Puede sonar raro, pero el índice de estudios (o inquietudes intelectuales en el caso de la gente mayor que no pudo acceder a estudios superiores en su momento) es sorprendentemente alto en las recreaciones.

El hecho de que lleves una camisa o unos pantalones determinados, significa que has estado indagando sobre la moda. Por ejemplo, ya que estamos con la Guerra Civil, no es lo mismo la moda de los años 1936 y 1937 que ya avanzada la guerra, en 1938 y 1939. Las telas son más bastas y las milicias han dejado paso a formaciones mucho más militarizadas (como el Ejército Popular). Para ello hay que investigar, bucear en la Historia para empaparse de la época en cuestión. Los buenos recreadores incluso adoptan la forma de hablar o la mentalidad para perfeccionar sus papeles, tanto de militares como de civiles.

Puede que se considere “Teatro”, con mayúscula, puesto que todo está coreografiado minuciosamente, pero en ningún caso debería calificarse como “teatrillo”: la dedicación de los recreadores y la minuciosidad de los detalles lo alejan de los trajes de carnaval y acercan este tipo de eventos más hacia el Séptimo Arte. El desembolso necesario para hacerse un traje  de época también hace que solo los más interesados y entregados se apunten a los eventos de recreación. Desde luego, no puedes hacerte una idea de lo mierda que pudo ser la Batalla del Ebro hasta que no tienes que asaltar una trinchera en alpargatas y a 42ºC, y eso que sabes que vas a tener agua fresca cuando la necesites y que tu vida no está en peligro.

Peligrosos recreadores romanos posan en las jornadas culturales de Bilbilis. La mayoría, los propios arqueólogos que excavan el yacimiento.

La Historia está llena de conflictos armados. Las fronteras actuales de los mapas se han delimitado en base a combates, tanto reales como políticos, entre naciones. En el medio rural, una linde puede ser la razón de que el Atilano le vacíe un carretillo de cebollas podridas en la puerta al Romualdo. La violencia, tanto a pequeña como a gran escala, ha sido un signo de identidad del ser humano. Y, personalmente, prefiero las batallas en las que nadie acaba herido, acabando todo en un abrazo y unas risas entre combatientes. Eso, para mí, es síntoma de progreso.

Siguiendo con su crítica, ¿acaso no se ha llevado al mundo del cine el sufrimiento de los campos de concentración? Si abarcamos el resto de disciplinas artísticas, tenemos a numerosos supervivientes al Holocausto que relatan sus vivencias en primera persona en forma de diarios o novelas. De la misma forma que una película es mucho más accesible e inmediata que un libro (y por ello puede tener más público) una recreación histórica tiene todo aquello que puede darte una película, con el añadido que puedes interactuar con ella: preguntar a los combatientes, tocar, sentir…

Porque esa es otra, los sentimientos no son malos. Todos somos hijos de la Ilustración y creo que ninguno de los asistentes se atrevería a pensar eso de “muera la inteligencia”, pese a que había gente que recreaba legionarios. Como ya he dicho, recrear tiene un componente lúdico, pero también uno intelectual, y por cada hora de “teatrillo” hay un buen número de horas de investigación que sostienen a la primera.

El conflicto entre sentimientos y razón viene ya del siglo XIX, con el Romanticismo oponiéndose a la Ilustración. Actualmente, los dos modelos pueden convivir perfectamente. Uno puede hacer uso de la razón en ambientes selectos e intelectuales, pero si lo que se quiere es llegar a las masas, hay que utilizar un lenguaje universal que todo el mundo, independientemente de su grado de educación, pueda entender. Cuando me he tenido que dirigir a alumnos adolescentes, es mucho más fácil suscitar en ellos el interés si les hablas de sensaciones que pueden experimentar, puesto que se crean vínculos emocionales.

Recreación de judíos deportados, hecha como protesta a una cena de temática nazi en un restaurante de Minneapolis

En otras palabras, el problema no es apelar a los sentimientos, el problema es apelar a los sentimientos negativos. De la misma forma, aquellos que defienden la ley de memoria histórica se justifican (justificamos) en sentimientos. Sentimientos como la justicia, o deseos de que sentimientos negativos desaparezcan, como la incertidumbre. Y habla una persona que tomó activamente  parte en excavaciones para exhumar a represaliados.

¿Al margen de la política? Por supuesto. Creo que a nadie le gustaría que grupos de exaltados o de fanáticos monopolizaran estos eventos, o que se glorificara a determinados personajes controvertidos u ofender a las victimas (por eso, por ejemplo, se prohíben simular fusilamientos).  ¿Desprovista de política? No. No hay que olvidar que la Guerra Civil es un conflicto ideológico muy fuerte. A todo aquel que me quisiera escuchar, le di una clase magistral (en calidad de historiador especializado en la España de principios de siglo XX) sobre el estado sociopolítico de España desde 1900 al estallido de la Guerra Civil. En honor a Paul Preston. La chapa fue tal que los de TV3 tuvieron que pedir clemencia.

De igual forma, ¿no sería “banalizar el sufrimiento” comparar a todas aquellas personas que murieron por unos ideales con los actuales políticos de sillón? Se añade, hacia el final del artículo, que la recreación ha tenido “una ausencia de una versión coherente de la historia”. Finalmente ganó el bando franquista, aunque los republicanos pelearan con uñas y dientes. Por eso al final de la tarde, los franquistas ganaban (despertando abucheos y bromas entre un sector de público).

Recreación de un pequeño momento de tranquilidad en la trinchera republicana en Fayón

Por la mañana los republicanos desembarcaban y pillaban por sorpresa a los franquistas, avanzando casi sin oposición; por la tarde, los facciosos recurrían a la artillería y a la aviación para derrotar a los republicanos que habían vencido por la mañana. Se intentaba recoger un pedazo significativo tanto en tiempo como en espacio. Una ofensiva que abarcó kilómetros y duró meses, se condensó en unas decenas de metros y en unas horas. De la misma forma, indirectamente se hacía hincapié en algo fundamental para el desarrollo de la Guerra Civil: el apoyo militar de potencias extranjeras (aviación alemana, en este caso, aunque también hubo aparatos rusos apoyando a la República).

La recreación histórica no se basa en hacer negocio manejando emociones ni en evitar el análisis en profundidad. Los recreadores no tienen ánimo de lucro, simplemente tienen inquietudes históricas y se dejan mucho dinero en indumentaria e impedimenta de la época. Además, numerosas recreaciones se enmarcan en ciclos de conferencias temáticas y en Semanas Culturales de municipios. Frente a las charlas de intelectuales y los simposios de los catedráticos, la recreación es la parte vistosa que todo el mundo puede disfrutar. En el caso de Fayón, estaba uno de los mejores museos de la Guerra Civil que hay en España, que aportaba precisamente un contexto y un análisis en profundidad.

Por todo ello, sospecho que la autora del artículo habla sin saber, sin haber acudido a la recreación, basándose exclusivamente en elucubraciones y manías personales. Simplemente busca algo que le desagrada para relacionarlo, de forma muy sesgada, con la situación política actual.


1 comentario:

  1. Lamentablemente, como historiador y recreador, me da la impresión a mí que el problema es la tendencia a politizarlo todo y que la gente no se da cuenta, como bien dices, que es una obra de teatro. Ya en mi primera recreación me di cuenta de ello: a los pocos días, un periódico regional de donde fue el evento nos acusó de ser, textualmente, "fascistas" y "promotores de la guerra"; al poco, hubo otra en el mismo pueblo, más acorde con su discurso político; evidentemente, para aquella fueron todo alabanzas y glorias.
    Continuamente uno está aguantando comentarios de que si la bandera esta o el uniforme aquel. Personalmente, me parece que esto es lo más nocivo para estas actividades; yo, recreando IIGM y siendo del bando de los "buenos" ya tengo que aguantar demasiados comentarios despectivos, no puedo ni pensar la que les debe caer encima a los valientes que se atreven con la Guerra Civil.
    Supongo que los que se dedican a pre-moderna no se deben encontrar tanto con este problema, pero oye, que también he oído por ahí que los romanos eran unos fascistoides imperialistas...

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