Un amigo me pasó el otro día un artículo publicado en www.eldiario.es que, precisamente, hablaba de la recreación de la Guerra Civil que había tenido lugar en Fayón. Y, aunque ya hablé de lo que opino respecto a la recreación histórica, voy a decir unas cuantas palabras.
Empecé a leérmelo y
no tardé en decepcionarme. El título ya comienza con una palabra despectiva:
teatrillo. La recreación histórica, más allá de la parte lúdica que todos vemos
(la batalla, en este caso) tiene un gran proceso de investigación y de labor intelectual.
Puede sonar raro, pero el índice de estudios (o inquietudes intelectuales en el
caso de la gente mayor que no pudo acceder a estudios superiores en su momento)
es sorprendentemente alto en las recreaciones.
El hecho de que lleves una camisa o unos pantalones
determinados, significa que has estado indagando sobre la moda. Por ejemplo, ya
que estamos con la Guerra Civil, no es lo mismo la moda de los años 1936 y 1937
que ya avanzada la guerra, en 1938 y 1939. Las telas son más bastas y las milicias
han dejado paso a formaciones mucho más militarizadas (como el Ejército
Popular). Para ello hay que investigar, bucear en la Historia para empaparse de
la época en cuestión. Los buenos recreadores incluso adoptan la forma de hablar
o la mentalidad para perfeccionar sus papeles, tanto de militares como de
civiles.
Puede que se considere “Teatro”, con mayúscula, puesto que
todo está coreografiado minuciosamente, pero en ningún caso debería calificarse
como “teatrillo”: la dedicación de los recreadores y la minuciosidad de los
detalles lo alejan de los trajes de carnaval y acercan este tipo de eventos más
hacia el Séptimo Arte. El desembolso necesario para hacerse un traje de época también hace que solo los más
interesados y entregados se apunten a los eventos de recreación. Desde luego,
no puedes hacerte una idea de lo mierda que pudo ser la Batalla del Ebro hasta
que no tienes que asaltar una trinchera en alpargatas y a 42ºC, y eso que sabes
que vas a tener agua fresca cuando la necesites y que tu vida no está en peligro.
Peligrosos recreadores romanos posan en las jornadas culturales de Bilbilis. La mayoría, los propios arqueólogos que excavan el yacimiento.
La Historia está llena de conflictos armados. Las fronteras
actuales de los mapas se han delimitado en base a combates, tanto reales como
políticos, entre naciones. En el medio rural, una linde puede ser la razón de
que el Atilano le vacíe un carretillo de cebollas podridas en la puerta al
Romualdo. La violencia, tanto a pequeña como a gran escala, ha sido un signo de
identidad del ser humano. Y, personalmente, prefiero las batallas en las que
nadie acaba herido, acabando todo en un abrazo y unas risas entre combatientes.
Eso, para mí, es síntoma de progreso.
Siguiendo con su crítica, ¿acaso no se ha llevado al mundo
del cine el sufrimiento de los campos de concentración? Si abarcamos el resto
de disciplinas artísticas, tenemos a numerosos supervivientes al Holocausto que
relatan sus vivencias en primera persona en forma de diarios o novelas. De la
misma forma que una película es mucho más accesible e inmediata que un libro (y
por ello puede tener más público) una recreación histórica tiene todo aquello
que puede darte una película, con el añadido que puedes interactuar con ella:
preguntar a los combatientes, tocar, sentir…
Porque esa es otra, los sentimientos no son malos. Todos
somos hijos de la Ilustración y creo que ninguno de los asistentes se atrevería
a pensar eso de “muera la inteligencia”, pese a que había gente que recreaba
legionarios. Como ya he dicho, recrear tiene un componente lúdico, pero también
uno intelectual, y por cada hora de “teatrillo” hay un buen número de horas de
investigación que sostienen a la primera.
El conflicto entre sentimientos y razón viene ya del siglo
XIX, con el Romanticismo oponiéndose a la Ilustración. Actualmente, los dos
modelos pueden convivir perfectamente. Uno puede hacer uso de la razón en
ambientes selectos e intelectuales, pero si lo que se quiere es llegar a las
masas, hay que utilizar un lenguaje universal que todo el mundo,
independientemente de su grado de educación, pueda entender. Cuando me he
tenido que dirigir a alumnos adolescentes, es mucho más fácil suscitar en ellos
el interés si les hablas de sensaciones que pueden experimentar, puesto que se
crean vínculos emocionales.
Recreación de judíos deportados, hecha como protesta a una cena de temática nazi en un restaurante de Minneapolis
En otras palabras, el problema no es apelar a los
sentimientos, el problema es apelar a los sentimientos negativos. De la misma forma,
aquellos que defienden la ley de memoria histórica se justifican (justificamos)
en sentimientos. Sentimientos como la justicia, o deseos de que sentimientos
negativos desaparezcan, como la incertidumbre. Y habla una persona que tomó
activamente parte en excavaciones para
exhumar a represaliados.
¿Al margen de la política? Por supuesto. Creo que a nadie le
gustaría que grupos de exaltados o de fanáticos monopolizaran estos eventos, o
que se glorificara a determinados personajes controvertidos u ofender a las
victimas (por eso, por ejemplo, se prohíben simular fusilamientos). ¿Desprovista de política? No. No hay que
olvidar que la Guerra Civil es un conflicto ideológico muy fuerte. A todo aquel
que me quisiera escuchar, le di una clase magistral (en calidad de historiador
especializado en la España de principios de siglo XX) sobre el estado
sociopolítico de España desde 1900 al estallido de la Guerra Civil. En honor a
Paul Preston. La chapa fue tal que los de TV3 tuvieron que pedir clemencia.
De igual forma, ¿no sería “banalizar el sufrimiento”
comparar a todas aquellas personas que murieron por unos ideales con los
actuales políticos de sillón? Se añade, hacia el final del artículo, que la
recreación ha tenido “una ausencia de una versión coherente de la historia”.
Finalmente ganó el bando franquista, aunque los republicanos pelearan con uñas
y dientes. Por eso al final de la tarde, los franquistas ganaban (despertando
abucheos y bromas entre un sector de público).
Recreación de un pequeño momento de tranquilidad en la trinchera republicana en Fayón
Por la mañana los republicanos desembarcaban y pillaban por
sorpresa a los franquistas, avanzando casi sin oposición; por la tarde, los
facciosos recurrían a la artillería y a la aviación para derrotar a los
republicanos que habían vencido por la mañana. Se intentaba recoger un pedazo
significativo tanto en tiempo como en espacio. Una ofensiva que abarcó
kilómetros y duró meses, se condensó en unas decenas de metros y en unas horas.
De la misma forma, indirectamente se hacía hincapié en algo fundamental para el
desarrollo de la Guerra Civil: el apoyo militar de potencias extranjeras
(aviación alemana, en este caso, aunque también hubo aparatos rusos apoyando a la República).
La recreación histórica no se basa en hacer negocio
manejando emociones ni en evitar el análisis en profundidad. Los recreadores no
tienen ánimo de lucro, simplemente tienen inquietudes históricas y se dejan
mucho dinero en indumentaria e impedimenta de la época. Además, numerosas
recreaciones se enmarcan en ciclos de conferencias temáticas y en Semanas
Culturales de municipios. Frente a las charlas de intelectuales y los simposios
de los catedráticos, la recreación es la parte vistosa que todo el mundo puede
disfrutar. En el caso de Fayón, estaba uno de los mejores museos de la Guerra
Civil que hay en España, que aportaba precisamente un contexto y un análisis en
profundidad.
Por todo ello, sospecho que la autora del artículo habla sin
saber, sin haber acudido a la recreación, basándose exclusivamente en
elucubraciones y manías personales. Simplemente busca algo que le desagrada
para relacionarlo, de forma muy sesgada, con la situación política actual.
Lamentablemente, como historiador y recreador, me da la impresión a mí que el problema es la tendencia a politizarlo todo y que la gente no se da cuenta, como bien dices, que es una obra de teatro. Ya en mi primera recreación me di cuenta de ello: a los pocos días, un periódico regional de donde fue el evento nos acusó de ser, textualmente, "fascistas" y "promotores de la guerra"; al poco, hubo otra en el mismo pueblo, más acorde con su discurso político; evidentemente, para aquella fueron todo alabanzas y glorias.
ResponderEliminarContinuamente uno está aguantando comentarios de que si la bandera esta o el uniforme aquel. Personalmente, me parece que esto es lo más nocivo para estas actividades; yo, recreando IIGM y siendo del bando de los "buenos" ya tengo que aguantar demasiados comentarios despectivos, no puedo ni pensar la que les debe caer encima a los valientes que se atreven con la Guerra Civil.
Supongo que los que se dedican a pre-moderna no se deben encontrar tanto con este problema, pero oye, que también he oído por ahí que los romanos eran unos fascistoides imperialistas...