Hoy vamos a relajarnos un poco y voy a hablaros de un cómic.
Y además de la Primera Guerra Mundial, que hacía mucho que no hablaba de ella.
Mi opinión es que el cómic es un género infravalorado. Por
lo general la gente asocia el cómic con los clásicos tebeos de Mortadelo y
similares, que utilizan un lenguaje sencillo y que buscan la risa fácil con
bromas de caca-culo-pedo-pis. Cosas para críos, vamos.
Sin embargo, esas personas nunca habrán cogido el cómic del
que voy a hablar hoy. Es un cómic sin humor, cruento e, incluso, desagradable.
Pero cuenta una historia que no tiene humor, es cruenta y es desagradable. Estoy
hablando de “¡Puta guerra!” de Jacques Tardi.
Este señor con aire benevolente y un cierto parecido con George Lucas es Jacques Tardi
Porque una de las virtudes de estos cómics es su capacidad
de inmersión, la capacidad de empatizar con esos protagonistas cotidianos que sólo
buscan sobrevivir y distan mucho de ser héroes a los que el género bélico nos
ha acostumbrado. Y por todo ello se opone diametralmente a los farragosos
textos universitarios a los que me he tenido que enfrentar durante la carrera,
que refuerzan sus teorías con duras cifras que alienan al lector.
El estilo de dibujo es sencillo, de trazo muy definido e
indudablemente europeo. Pero que su apariencia amable e infantil no os engañe,
porque el trazo contrasta enormemente con la narración. A Tardi le encantan los
anti-héroes, personajes patéticos y
atormentados sometidos a situaciones límite y a merced de los horrores de la
guerra. Y es que no hay héroes en estos cómics, sólo hay personas patéticas y
asustadas.
Enseñadle viñetas como esta a quien piense que el cómic es cosa de niños y disfrutad cuando podáis decirle con tono de madre "lo veeeees..."
Es por ello que gran parte de la obra de Tardi se pude
considerar “cómic bélico anti-bélico” y yo lo equipararía a “Sin novedad en el
frente” en cuanto a temática. Ambos tienen personajes rotos por la guerra y
relatan sin pelos en la lengua la miserable vida y la muerte de las trincheras.
Y eso, a pesar de ser un cómic, no espero que lo lea un crio antes de irse a
dormir porque luego a lo mejor piensa que tiene al Káiser Guillermo debajo de
la cama o algo así.
Probablemente me haya gustado más “¡Puta guerra!” que “La
guerra de las trincheras”, aunque ambos tienen lo suyo, porque en el primero
existe una historia continuada y el segundo son historietas que orbitan en
torno al eje narrativo que es la Gran Guerra. La fuerza de determinadas viñetas
y los textos que les acompañan es brutal y descarnada: presentar al general
Nivelle rodeado de esqueletos y otras muchas críticas eran una patada en los
huevos a la visión glorificada de la Gran Guerra que tenía Francia hasta hace
dos días.
Cómo contar una historia con una viñeta y dos cuadros de texto. Y me sobra texto.
Otra de las cosas que te llamarán la atención si lees “¡Puta
guerra!” es que pierde el cromatismo conforme avanza el conflicto, empezando a
color y terminando en una escala de grises y colores apagados. Es la forma que
tiene Tardi de dar las gracias a la Primera Guerra Mundial por ir mermando la
humanidad de los contendientes. En cualquiera de los casos, las obras de Tardi
son un alegato a la disidencia y una invitación a mearte en la cabeza de
aquellos superiores para los que no eres más que una herramienta con la que
colgarse una medalla más en el pecho.
Por todo ello os pido que le deis una oportunidad al mundo
del cómic como forma para acercaros a la Historia (aunque hay cómics y cómics,
como en todo). Además, en este caso, como se ha celebrado el primer centenario
de la Primera Guerra Mundial y toda la pesca, se pueden encontrar las obras de
Tardi en su tienda de cómics de confianza y han dejado de ser monopolio de
gente con barbas y gruesas gafas de pasta.
Estamos muy necesitados de material cultural antibélico. Estamos necesitados de recordar la Primera Guerra Mundial
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