Me desperté ayer, un cuatro de septiembre caluroso como sólo
puede ser un verano en el interior de la Península, con las sabanas pegadas. Lo
de la sábanas pegadas no es una metáfora por levantarme tarde, que también,
sino más bien una realidad a la que el sudor veraniego me condena.
El caso es que había
pasado ya el mediodía y, al consultar el
correo, vi que tenía un par de comentarios en cierta entrada sobre cierto miembro de la familia real española del siglo XIX. “Ya está algún amigo
troleándome el blog esta mañana de verano porque se aburrirá” pensé ayer, y no le di más
importancia.
Pero después de comer ahí seguían los comentarios. Y puede
que a alguien normal siete comentarios le parecerán pocos, pero para mí (que
tengo que encorrer a mis amigos para que se lean lo que escribo) siete
comentarios en siete horas me parecían una barbaridad sospechosa. Sin embargo,
seguí sin darle importancia y se me olvidó completamente a lo largo de la
tarde.
Al ver esta imagen lo primero que pensaba es que se habían borrado los datos anteriores y sólo mostraba los del día actual. Iluso de mi.
Por la noche el asunto no volvió a mi mente y cualquier
intento de recordarlo termino acallado por un puñado de horas de videojuegos,
cosa que suele ocurrir todas las noches después de un día de actividad y causa
del 90% de los retrasos en la fecha de
entrega que sufre la gente a mi alrededor.
Sin embargo, esta mañana nada más levantarme ha llegado a mi
cerebro como un zumbido de mosquito: tienes que comprobar qué amigo te estuvo
comentando ayer el blog (y sacándote alguna sonrisa respecto a los soplagaitas
de pura irreverencia).
Pero, mi sorpresa llega cuando me meto en las estadísticas y
veo un enorme pico. Donde antes estaba una media de 23 visitas al día me
encuentro un pico de 9.177 visitantes, rompiendo totalmente mi diagrama de
barras y haciendo que los días anteriores sean poco menos que un trazo un poco
grueso. Ningún amigo se había tomado su tiempo para visitar 9.177 veces y
tomarme el pelo.
Desde ahora creo que voy a establecer el 4 de septiembre como el día internacional de mi blog.
¿Y de dónde venía ese flujo de visitas? De Menéame, donde
alguien que le hizo gracia lo que escribí hace tiempo quiso compartirlo con la red. Espero que os hayáis reído porque esa era la finalidad de la entrada, es
más, esa es finalidad del blog entero: que las miserias y bondades de la
historia (a veces mías y todo) lleguen a dibujar una sonrisa en la cara de
alguien a quien le han estado toda la vida contando una Historia de fechas
aburridas.
A todos vosotros, gracias por haber dedicado un tiempo a
leeros el blog. El chivato de las estadísticas me informa de un aumento de
gente que ha estado más de una hora leyendo entradas ¡más de una hora leyendo
chistes malos y pies de foto absurdos, por Dios! Bien podría llamarse El día de las visitas largas.
A todos vosotros, me quito el sombrero para deciros:
gracias, damas y caballeros.
La de la hora cotilleando debí ser yo. Y ahora estás en mis favoritos. Enhorabuena por tu blog, sigue así.
ResponderEliminarTu blog rulz!
ResponderEliminarLo que te faltaba para que se te suba aún mas el ego
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