La siguiente entrada va a estar escrita en basándonos en el
análisis del texto de Apiano “Guerras civiles vol. I” (capítulos 7 al 13). Si es demasiado intelectual
para usted, le pido perdón de antemano y dejo a su disposición vídeos de la gala "Murcia, que hermosa eres" en Youtubey en una calidad pésima.
El señor Apiano era un funcionario egipcio al servicio de
Roma que vivió en torno al siglo II d.C. (muere en el 165) Su alto rango en la
jerarquía romana le dio acceso a todo el archivo confidencial egipcio y
presumiblemente este hecho hizo que le entrara el gusanillo de la Historia.
Apiano escribiría una historia de Roma a
partir de todos los documentos que encontró en el archivo romano de Egipto.
A lo largo del texto se abordan (tanto explícitamente como
entre líneas) temas problemáticos para la República Romana como el tema
militar, el agrario o el económico. Y la reforma agraria de los Graco tocaba
esos tres pilares de lleno.
Típico agricultor romano desesperanzado porque los senadores siempre se quedan las mejores tierras.
Tradicionalmente
las tierras conquistadas iban a formar parte del “Ager Publicus” y el Senado hacia lo que le daba la gana con ellas:
fundar colonias, venderlas, arrendarlas o cederlas. Obviamente los más
beneficiados de los repartos eran los propios senadores, que se convirtieron en
grandes latifundistas. ¿Por qué compartir algo cuando puedes alegar que es tuyo
por derecho? Los senadores lo sabían y les gustaba coleccionar los lotes de
tierras más jugosos en los repartos.
¿Alterar la propiedad privada de la oligarquía? ¡Revolucionario!
La reforma en sí, plasmada en la Lex Sempronia Agraria, proponía que nadie podía poseer más de 500
yugadas de tierra (unas 125 hectáreas) procedentes del Ager Publicus. Las tierras que superaran esa cifra podían ser
confiscadas y repartidas en lotes de 30 yugadas, pero sus beneficiarios no
podrían venderlas o alienarlas y deberían pagar un pequeño canon por el
usufructo de dichas tierras. En apariencia era una reforma revolucionaria:
quitar a los gordos senadores para dar a los famélicos campesinos. Dicho así hasta
suena a comunismo.
Los esclavos eran un problema. Si, aunque parezca mentira,
el que te fuercen a trabajar de sol a sol por un poco de comida y un techo bajo
el que dormir no gusta a todo el mundo. A pesar de su escaso coste de
manutención y su abundancia (Roma había conquistado y esclavizado mucho
territorio alrededor del Mediterráneo), los esclavos, eran una amenaza si se organizaban. Había que
trasladar el exceso de población que tenía Roma al medio rural otorgándoles
tierras que cultivar para que tocaran a menos esclavos por cabeza.
Tiberio no vería su reforma llevada a la práctica porque
moriría en el 132 a.C. en la propia celebración de las elecciones y su cadáver fue
arrojado al río Tíber para evitar posibles tumultos en su funeral. Su muerte
fue causada por las irregularidades políticas que había cometido como tribuno,
no por las reformas que planteaba.
Distintas magistraturas roma... un momento... ¿Quién ha dejado al censor tirarse por el tobogán?
La reforma, en realidad, se aleja mucho del carácter “revolucionario”:
los cambios que propone Tiberio Sempronio Graco buscan estabilizar un sistema
en crisis para permitir su continuidad, en absoluto busca crear un sistema
nuevo o dar demasiado poder a la plebe. Tiberio, de una familia aristocrática y
pudiente, solo quería perpetuar el sistema que había conocido durante toda su
vida mediante alguna pequeña reforma.
Y por eso la gente lleva camisetas del Che pero nunca veréis
una camiseta de los Graco.
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