Llevo ya varios días dándole vueltas a la cabeza. Pese a que
no me gusta hablar de política en público, como aprendiz de historiador no
puedo dejar de encontrar un fuerte paralelismo entre los motines de
subsistencia de la Francia del siglo XVIII y los saqueos de supermercados que
se dan últimamente por Andalucía. Si, lo ocurrido hace unos días me viene de
perlas para dar otra chapa histórica al puñado de lectores que tiene el blog.
Años después de que en España, se diera el Motín de
Esquilache (preocupados por las capas y sombreros, ya se sabe cómo somos los
españoles), mas allá de los Pirineos los franceses no tenían nada que llevarse
a la boca. Y si lo tenían, era vendiendo un ojo de la cara o un riñón. Quizá un
poco de hígado para hacer paté. Si, los franceses no tenían una mísera baguette que llevarse comer.
El gran número de baguettes y los croissants nos sitúan geográficamente este dibujo en Francia
Normalmente, las clases más humildes no podían acceder a los
alimentos básicos (pan, patatas, cereales…) si subía ligeramente su precio.
Dicho de otra forma, el dinero que ganaban se gastaba íntegramente en
satisfacer el hambre de la familia. ¿Pero qué pasaba si la cosecha de cereal había sido mala ese año? ¿o si el
tendero de turno quería enriquecerse demasiado? ¿o si las zonas urbanas industriales
que no producían alimento soportaban unos precios demasiado altos? Estallaba un
motín de subsistencia.
Si es usted un hombre, recuerde: no envíe a su mujer a comprar el pan, evite cosas como esta.
Esos rebeldes no decían “matad
a ese tendero usurero”, “dejad los alimentos baratos, id a por el
caviar” o “los nobles viven muy bien,
comámonoslos, que tienen mucha chicha”, no coreaban consignas pegadizas ni
se organizaban minuciosamente. Con frecuencia eran mujeres que, al ir al
mercado y comprobar los abusivos precios, entraban en cólera espontáneamente y
sin ningún tipo de organización, saqueaban el puesto y redistribuían a un
precio justo los alimentos requisados. Eran personas que, al ver peligrar la
subsistencia de su familia, tomaban medidas desesperadas.
Por eso cada vez que en algún telediario mencionan la
palabra “Marinaleda”, yo me acuerdo de aquellos franceses que se rebelaron para
poder seguir viviendo. No para reclamar un nuevo modelo de gobierno, no para
derrocar al rey y los aristócratas, tampoco para reivindicar derechos políticos,
solo para poder seguir viviendo como habían hecho hasta entonces.
Y sin embargo, esos motines son una de las causas de la Revolución
Francesa. ¿Qué nos deparará el futuro?
Me encanta Delacroix. Si no os gusta la pintura romántica pensad en que al menos se le ven las tetas.
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